C-3PO y R2-D2, los robots de la Guerra de la Galaxia, son dos ejemplos perfectos de lo que el profesor de la USAL Miguel Ángel Quintanilla define como ‘tecnología entrañable’. “No solo porque todos los quieren, sino porque cuando se estropean los pueden arreglar en el momento” y, por lo tanto, no hay que llevarlos al centro técnico de una determinada marca. “De haber sido así, la Rebelión lo hubiera tenido muy difícil para ganar al Imperio”, ha señalado en la ponencia inaugural del Foro Iberoamericano de Ingeniería y Sociedad Digital que organiza la OEI.
Él ha centrado su intervención en el concepto de alienación tecnológica, que consiste en entender que“gracias a la tecnología podemos conseguir todo lo que queramos siempre que lo que queramos sea parte de lo que la tecnología nos ofrece”.
Esta limitación hace que estemos arrastrando una serie de mitos tecnológicos desde hace décadas (e incluso siglos) fruto de esa sensación de alineación. El mito del robot malvado, el mito de Matrix o de la tecnología materializada, incomprensible y cerrada; el mito de Frankestein –las máquinas o monstruos nos pueden hacer daño por culpa nuestra: no cuidamos de ellos–, o la idea de que las máquinas “no te dejan hacer más que lo que ellas quieren”.
Esa alineación tecnológica proviene de diversas causas. Una de las principales es la opacidad del diseño de las tecnologías. Por ejemplo, los coches antes podían ser arreglados por el propio conductor porque su funcionamiento era comprensible y ahora es imposible manipular su interior porque viene totalmente tapado.
Pero Quintanilla ha defendido que “las cosas se pueden hacer de otra forma”, es decir, se puede combatir la alineación a través de “tecnologías entrañables”. Estas deben tener las siguientes características: ser abiertas (carecen de restricciones ajenas a la propia tecnología), dóciles (controlables por el usuario), limitadas (desarrolladas con prudencia), reversibles, con diseño comprensible, socialmente inclusivas, socialmente responsables y sostenibles.
TECNOSERVIDUMBRE VOLUNTARIA
Tras el profesor de la USAL ha tomado la palabra Javier Echeverría, investigador de Ikerbasque, quien ha denunciado la existencia de un “neofeudalismo” en el que ha surgido un “tecnopoder” que, en su opinión, “ya ha superado al poder de los estados nación”. Se refiere a empresas como Amazon, Google, Facebook o Apple, a los que ha denominado los "señores del aire".
El resto son “tecnopersonas” y, como tales, “no tienen autoconciencia, pero sí heteroconciencia”. Los señores del aire, es decir, aquellos que tienen los datos, nos conocen mejor que nosotros mismos. “La dependencia tecnológica es estricta y, por lo tanto, somos súbditos de los señores del aire”, lo que viene siendo una “tecnoservidumbre voluntaria porque pinchamos en ‘Acepto’, sin leer las condiciones”, ha añadido.
COHESIÓN DIGITAL
Ambas ponencias han tenido lugar en el I Foro Ingeniería y Sociedad Digital que se desarrolla, hasta el miércoles, en Avilés y Oviedo, un evento impulsado por la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) que se puede seguir vía streaming desde el canal de Youtube de la OEI o en redes sociales con el hashtag #SociedadDigitalIB. Ingenieros, filósofos, sociólogos y economistas de distintos puntos de Iberoamérica se dan cita en España con un objetivo común: crear una cátedra iberoamericana que aborde los principales retos de la sociedad digital.
Como se ha señalado en la inauguración, el objetivo de la cátedra es ayudar a crear “una sociedad más justa e inclusiva en el ámbito digital”. En esta meta, en palabras de Juan Carlos Toscano, responsable de programas científicos de la OEI e impulsor del I Foro Iberoamericano de Ingeniería y Sociedad Digital, resulta crucial contar con colaboradores de la talla de la Universidad de Oviedo y la Junta de Andalucía.
Se trata de unir fuerzas para abordar un “responsabilidad” que es de todos, según ha señalado Laura Galguera, de la Universidad de Oviedo. En representación del Gobierno andaluz, Francisco Solís, ha expresado su convencimiento de que la cátedra “aportará luz para que nadie se quede fuera en el proceso de formación digital” y, de esta forma, “crear cohesión dentro del espacio iberoamericano del conocimiento”.