Hijos de Rivera es artífice de una de las cervezas más populares del país: Estrella de Galicia. Pero muchos no saben que la compañía también está detrás de varias aguas minerales de prestigio, habituales en las mesas de hogares y restaurantes de todo el país. Tres manantiales tienen la ‘culpa’: Agua de Cuevas (Asturias), Fontarel (Granada) y Cabreiroá. Es este último, ubicado en la localidad ourensana de Verín, el más estratégico para Hijos de Rivera. Así lo afirmaba la semana pasada en Food 4 Future Álvaro García de Quevedo, director de Negocio de Aguas y Bebidas Saludables de la empresa gallega. Lo hizo durante la presentación de la última maniobra disruptiva de Cabreiroá: una botella 100 % vegetal, compostable y biodegradable.
García de Quevedo aludía al “espíritu inconformista” de Hijos de Rivera para justificar el lanzamiento del nuevo envase, alineado con el objetivo de la compañía de generar impacto positivo. “Somos activistas medioambientales”, añadía el directivo al recordar que el manantial es neutro en carbono, y que las emisiones son compensadas con iniciativas articuladas alrededor del Proyecto Origen (junto a entidades como WWF, entre otras), encaminadas a preservar la biodiversidad en el Amazonas, la reforestación o a la limpieza de playas.
Un envase para cada inquietud
En la empresa presumen de tener la gama de envases más amplia del mercado. “Disponemos de un envase para cada inquietud”. Esta estrategia sitúa el foco sobre los ecoenvases. “El 100 % del plástico que utilizamos es rPET (plástico reciclado). Además, contamos con otras alternativas sostenibles: la botella de aluminio de agua sin gas, los envases de vidrio (son líderes en vidrio retornable en hostelería) o la bag in box, una caja de cartón de 8 litros de agua Cabreiroá”.
“El plástico ha sido un material fundamental para la seguridad de los productos y para alargar su vida útil, pero su gestión global es complicada. En la industria trabajamos y evolucionamos hacia materiales alternativos más sostenibles, que respeten mejor el medioambiente”, apuntaba García de Quevedo.
Pura I+D+i
Yago Campos, gerente de I+D+i en Hijos de Rivera detallaba el proceso que ha derivado en el nuevo envase. “Comenzamos a estudiar las opciones disponibles, y el PLA (ácido poli-láctico), extraído de la caña de azúcar, destacaba por encima de todos los demás materiales”. Clave en esta elección resultaron las capacidades biodegradables y compostables del PLA, testadas por el centro tecnológico ITENE. “Los resultados fueron muy positivos”.
Basado en la norma UNE-EN 13432:2001, el compostaje industrial del envase debe producirse antes de 90 días en interacción con microorganismos. “Es un criterio muy exigente”, indicaba Campos, quien advertía de que, en el caso del compost doméstico, “es posible que necesitáramos de otros tiempos y otras temperaturas”.
La botella vegetal es de medio litro, las etiquetas están impresas con tintes sostenibles y el agrupador es de cartón. El contenido no se verá afectado. “Será el agua que nos ha hecho diferentes, una de las mejores del país. Siendo honestos, las propiedades mecánicas del envase PLA son ligeramente inferiores a las del PET. La botella sufrirá ciertas deformaciones. Es un peaje que pagamos con gusto a cambio de muchas otras bondades del envase vegetal”.
Buenas prácticas
El PLA es obtenido a través de un proveedor que colabora con agricultores de caña de azúcar, fundamentalmente en Tailandia. “Todo ellos tienen el sello BON Sucro, que garantiza los derechos sociales de los trabajadores, buenas prácticas agrarias y protección de la biodiversidad”, detallaba Yago Campos. Utilizar PLA implica una reducción del 70 % de la huella de carbono respecto al PET y el compost resultante es útil para jardinería pública y privada, abono en agricultura, e incluso para actividades de obra pública y extractivas como la recuperación de taludes.
El experto explicaba que actualmente la producción del PLA afecta a menos del 1 % de la caña de azúcar, a diferencia del biocombustible, donde se ha multiplicado la competencia. “Vamos a trabajar la reciclabilidad del material para depender menos de la caña de azúcar, pero el suministro del PLA está asegurado teniendo en cuenta los volúmenes del manantial Cabreiroá y que la entrada en el mercado del nuevo envase será gradual. El PLA tiene unos costes de obtención ligeramente superiores a los del PET, pero es un coste mantenido, mucho más estable que el petróleo, propenso a las fluctuaciones”.
Incertidumbre regulatoria
Por el momento, la botella vegetal circulará en eventos internos de Cabreiroá como proyecto de I+D. La empresa estima que en 2024 comenzará el lanzamiento progresivo del envase. “Es el primer paso hacia una revolución que nos lleva a convivir de manera más sostenible con la naturaleza”, afirmaba Álvaro García de Quevedo. El directivo lamentaba los vaivenes regulatorios, que han pasado de priorizar el rPET (PET reciclado) a optar por la retornabilidad del envase. “Hay mucha incertidumbre, y nadie tiene muy claro donde invertir en los próximos años”.
Para contrarrestar las dudas, Hijos de Rivera ha dado “pasos arriesgados”, e invita a la industria a avanzar junto a ellos en el camino de los envases sostenibles. García de Quevedo cree que la cooperación es la mejor forma de superar los obstáculos pendientes, entre ellos completar la circularidad del PLA. “No buscamos sustituir el PET o el rPET, si eso sucede será porque lo ha decidido el consumidor. El rPET es maravilloso, pero hay que incidir en una mejor gestión del residuo. Lo claro es que el futuro del agua mineral depende de envases muy innovadores. Uno puede ser esta botella, y con ese espíritu trabajamos”.