José Luis Martínez-Almeida, el alcalde de Madrid, presentó a principios de julio el proyecto Calle 30 Natura: jardines verticales en la M-30, un proyecto de sostenibilidad para mejorar los efectos de la isla de calor y ampliar las infraestructuras verdes de la ciudad, así como reducir las emisiones del tráfico rodado y la contaminación acústica.
“Son los jardines verticales más grandes de Europa”, aseguró Almeida. “Es un proyecto puntero, innovador, que hemos puesto en marcha desde hace seis meses y que todos los que circulen por la M-30 podrán ver por un tramo de 400 metros, 800 en total, en un sentido y en otro. Más de 163.000 plantas correspondientes a 23 especies plantadas en esta autovía urbana".
Según él, tiene "indudables ventajas”, como desde el punto de vista estético, ya que transforma la M-30 en un jardín vertical, pero sobre todo, desde el punto de vista de la contaminación. "De hecho, tenemos sensores que nos permitirán saber los grados de contaminación que hay en cada momento, la mejora que se va a producir que va a mitigar los efectos de la isla de calor que se produce en veranos como el que estamos teniendo este año. Y contribuye también a una mejora en las políticas de sostenibilidad”, declaró.
Almeida cree que es "una muy buena noticia para la ciudad de Madrid” que se pongan en marcha proyectos de estas características. “Vamos a darnos un tiempo para estudiar los efectos, la conservación de una manera más adecuada, las consecuencias positivas que tiene y nuestra intención, en el futuro, es seguir prolongando estos jardines verticales y dar continuidad a este proyecto piloto”.
Datos sobre el proyecto
El Ayuntamiento de Madrid informa que Calle 30 Natura ayudará a que la M-30, la vía de circunvalación con más tránsito de vehículos de España -1,1 millones de desplazamientos diarios- reduzca su contaminación y, como dar otra función más, “acabar con los grafitis”.
“Se ha actuado sobre 3.250 metros cuadrados de superficie para sustituir los muros de hormigón por especies vegetales de alta durabilidad y con capacidad de absorción de agentes contaminantes”, explican. Además, ha contado con un presupuesto de 3,8 millones de euros, se ha desarrollado sobre los 400 metros de muros de la M-30 que separan las glorietas de Mariano Salvador Maella y de Nueva Zelanda.
Por otro lado, se han instalado sensores de contaminación mediante paneles abatibles para conocer cuál es la captación de contaminantes de los jardines. “Se trata de un sistema de monitorización de contaminantes atmosféricos y material particulado (CO, CO2, NO, NO2 y PM) para conocer el impacto de la instalación de los jardines y su evolución en el tiempo”.
Como ya adelantó Almeida, los datos serán comparados con la información de contaminación disponibles de Calle 30 o de las estaciones de contaminación del Ayuntamiento de Madrid para saber cuál es la diferencia de contaminantes entre zonas.
“Además, se valorará la capacidad de atracción de biodiversidad en los muros vegetados y su evolución a lo largo del año, con especial atención a los meses de mayor actividad faunística que coinciden con la primavera y el otoño. El trabajo se centrará en la localización, principalmente, de especies de aves e insectos polinizadores”, recogen, asimismo, en un comunicado.
Cabe recordar que también se han realizado ensayos en laboratorio para conocer la absorción de todas y cada una de las especies -23 especies vegetales distintas-, comparando cuantitativamente “la captación de diferentes agentes contaminantes en condiciones de contorno constantes de humedad, luz y temperatura para poder extraer conclusiones que sean válidas para futuros proyectos”.