A los pies del Madrid más castizo de las Cavas y de Quevedo; de la calle Segovia y la leyenda negra del Viaducto, y a un paso de Madrid Río, el benjamín de los pulmones de la ciudad, Campus Madrid se camufla discreto desde mediados del pasado año, sin logos ni aspavientos de diseño en una antigua fábrica de baterías de Isaac Peral de 2.500 metros cuadrados. Varios ‘baretos’ de los alrededores han incorporado a sus filas a parroquianos políglotas quizá con algún que otro master, pero el barrio ha adoptado con naturalidad la disrupción. Doña Carmen sigue comprando la fruta en la misma esquina y no sabe lo que es un smoothie, ni falta que le hace.
Aunque Google empezó en un garaje de Silicon Valley, al acelerado emprendimiento le afecta el paso de los años. Los tiempos han cambiado y las empresas nacen y prosperan en comunidades surgidas en todo el mundo. En 2012, Google for Entrepeneurs puso en marcha en primer Campus en Londres, un éxito que ha allanado el camino para los que vinieron después: Seúl, Tel Aviv, Varsovia, Madrid y Sao Paulo. Los Campus son la espina dorsal de la red global de centros tecnológicos, comunidades de startups y recursos locales para emprendedores de Google for Entrepreneurs. Desde 2011, la compañía ha contribuido con apoyo financiero y recursos logísticos para comunidades de startups en más de 140 países.
Sofía Benjumea es la directora de Campus Madrid y quien pone orden en un caos bastante organizado. Sobre la génesis de la iniciativa, Benjumea se refiere al espíritu de la empresa. “Los fundadores de Google no han perdido la pasión por las nuevas ideas, pero para que los proyectos fluyan necesitan un ecosistema potente”- explica. “Si Google hubiera nacido en otro momento y en otro lugar, no sería Google. No habría bastado con la genialidad de sus fundadores, quienes hace cuatro años se dan cuenta de que tienen que devolver algo a la comunidad, un punto de encuentro que una a los actores necesarios con las herramientas adecuadas. El poder de los espacios físicos sigue vivo”.
Ante la pregunta ¿por qué Madrid?, Benjumea Responde categórica: “¿y por qué no?; no nos lo creemos pero el ecosistema emprendedor en España ha vivido una evolución brutal, ha crecido no solo a nivel comunidad sino que abundan los casos de éxito a nivel global”. Admite eso sí que sin el pegamento de la comunidad no podrían avanzar. Campus Madrid no camina solo. Dos amplias zonas de coworking son gestionadas por TechHub y otro espacio acoge el programa de aceleración de startups de otro partner, SeedRocket. “No tenemos logos de Google porque queremos que todo el mundo sea bienvenido… Promovemos un sistema operativo abierto en el que trabajamos todos juntos, ese es el objetivo”- añade Benjumea.
Más de 17 millones de euros de inversión de fondos levantados y 1.269 puestos de trabajo creados a cierre de 2015 son cifras a tener en cuenta pese a que el Campus apenas había echado a andar. La comunidad del Campus acababa el año pasado con más de 10.000 miembros, 275 eventos celebrados y 98 países representados con una media de edad de 34 años, dato demográfico que constata que estos emprendedores dejaron hace tiempo de chuparse el dedo. Muchos de ellos ya se han pegado algún que otro batacazo aleccionador. Sobre set estadística, a priori sorprendente en este tipo de entornos, Benjumea comenta que es una realidad “que rompe el mito de que solo emprende el veinteañero con camiseta y zapatillas. El emprendedor español tiene experiencia y sus decisiones son maduras… Y crea empleo”. Otro rasgo del Campus del que Benjumea se siente especialmente orgullosa es que el 40% de las startups han sido fundadas por al menos una mujer.
Campus Madrid cuenta con un área inevitable y necesaria. El auditorio es un espacio flexible con capacidad como para unas 200 personas que acoge en su mayoría eventos lanzados por la comunidad. “Ponemos el foco en unir y nutrir de oportunidades al espacio. A nivel de educación hemos organizado cerca de 70 sesiones, mentorías, charlas, apoyo a la diversidad social -Campus for Moms y Campus for Seniors- o Campus for Life, para unir música y tecnología…” añade la responsable. En los citados programas de educación han participado cerca de 4.500 personas, tanto en los considerados más masivos como en las mentorías one and one en los que trabajadores de Google, voluntariamente, tratan con emprendedores sobre temas muy específicos. “Dedican una mañana de su día a día remangándose y echando una mano. Tratamos de crear una comunidad de givers”.
Los distintos Campus, pese a compartir unas bases, se adaptan al ecosistema con el que trabajan. “Escuchas su nivel de madurez- señala Benjumea, que cree que “es cuestión de tiempo» que lleguemos a ser como Londres. «Nuestros retos principales están no solo en la financiación, sino en conseguir clientes, usuarios y también talento”, un último aspecto problemático. “ La dificultad es llegar al mercado y conseguir un talento del que las startups están ávidas para crecer en un país con una tasa de paro tan alta”.
Estas diferencias ‘locales’ conviven con una interconexión permanente entre los Campus, aplicada por distintas vías, “una más desordenada consiste en reuniones informales para tratar temas de interés”- apunta Sofía Benjumea que añade otras alternativas para nutrirse de las ventajas de la red. Passport Program permite que, si eres miembro de uno de los Campus, puedas trabajar en los demás espacios que hay en todo el mundo. Por otro lado, Campus Exchange, es organizado por uno de los Campus y acuden startups del resto de centros para participar en función del sector que vaya a protagonizar el evento que se prolonga durante una semana.
Los ‘residentes’
Cuando lo que te juegas son las habichuelas parece que el bullicio se pone de tu parte. La cafetería, núcleo vital de Campus Madrid acoge a universitarios e inversores; responsables de startups, empresarios asentados, curiosos y profesionales –un buen número damnificados por la Cuota de Autónomo que impide pagar el alquiler de una oficina propia- que buscan, wifi y café aparte, el cobijo y el carburante que aporta un ambiente de trabajo de frenesí templado como el que vive el Campus. iOS y Android firman aquí el alto el fuego, aunque uno de los dos pise en terreno enemigo. “La cafetería es el corazón del Campus- explica Benumea sobre un espacio al que puede acceder cualquiera que se registre en la web. “El wifi es gratis, el café no, ¡pero no tienes porqué tomarlo!”.
Daniel Jadraque, es cofundador y CCO de Datary. La compañía ha desarrollado un motor de búsqueda -“como el de Google pero metido en un Excel”- que facilita la búsqueda de datos públicos y privados. “Llevamos en el Campus desde que se abrió. Somos uno más- cuenta Jadraque, que explica con elocuencia la filosofía de la cotidianeidad del Campus. “Todos estamos más o menos en un estado parecido; curramos mucho pero nos beneficiamos de una exposición salvaje… No todos los espacios de este tipo son iguales. Aquí se nota que la gente está muy centrada, hay poco postureo y hacemos piña; si tienes un problema puede que al lado tengas a un crack que lo puede resolver”. “Llegará el momento en que nos echarán de aquí, ¡de momento nos hacemos los locos!”.
Influencity nació hace más de año y medio en Valencia. La empresa resuelve todas las gestiones y las trabas administrativas en la relación empresas/marcas e influencers y trabajan en la definición y análisis que determina qué influencers son más útiles en cada caso o campaña. Autodefinidos como nómadas de Airbnb, el equipo de la compañía tardó tres días en mudarse a Madrid desde que recibieron la llamada de Seed Rocket. “Vinimos para tres meses y aquí seguimos”, explica recién llegado de una reunión en Chicago su CEO, Daniel Sánchez. “Desde entonces el crecimiento del proyecto ha sido exponencial y ya tenemos aquí casi todos nuestros clientes. Accedemos a las empresas con mucha más agilidad. Los responsables del Campus te respaldan y te ayudan cuando saben que va a venir por aquí una empresa que puede encajar con el negocio. Eso vale su peso en oro”.
También es de gran valor un enorme tablón que se ven obligados a ‘actualizar’ cada poco tiempo. Un cajón de sastre en el que conviven ofertas y demandas de empleo que suelen obtener respuesta rápida porque, como recuerda Benjumea, en Campus Madrid “todo queda a la vuelta de la esquina”.