Cada vez es más sólida la evidencia de que lo que comemos está relacionado con nuestro riesgo de desarrollar cáncer. Es más: todo apunta a que la dieta también podría complementar el tratamiento del cáncer, además de influir en su prevención. La relación entre dieta y cáncer está aún llena de interrogantes, y es hoy una de las áreas de investigación más candentes.
En esta entrevista Marcos Malumbres y Nabil Djouder, investigadores del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) y organizadores del congreso CNIO-CaixaResearch Frontiers Meeting ‘Dieta, nutrición y metabolismo de la célula cancerosa’ (que tuvo lugar del 24 al 26 de octubre en el CNIO), exponen el conocimiento más consolidado hasta ahora.
Pregunta. ¿Puede influir una mala dieta en la generación un cáncer? ¿Por qué?
Respuesta. El organismo dedica un gran esfuerzo metabólico a procesar los nutrientes y almacenar los productos derivados, de los que obtenemos la energía. Alterar este proceso, o forzarlo en la dirección errónea durante años y años, provoca situaciones de estrés celulares que favorecen el que algunas células se conviertan en pro-tumorales y, quizás junto con otros factores, contribuyan al desarrollo de un tumor.
P. ¿Una dieta adecuada garantiza que no desarrollaremos un cáncer?
R. Desde luego que no. Hay muchas otras causas que alteran el organismo, favoreciendo el desarrollo del cáncer. Quizás el ejemplo más obvio es el tabaco, pero también la exposición a otros agentes carcinógenos, radiaciones, humos, etcétera.
P. ¿Se puede curar, o tratar, el cáncer con una buena dieta?
R. Es muy difícil y arriesgado dar una respuesta a esta pregunta. Si la pregunta es “prevenir”, sería más fácil para algunos tumores específicos y acompañados de un estilo de vida saludables. Respecto a “curar”, creemos que la respuesta estaría más cercana al no. ¿“Tratar”? Sí, pero no tendría sentido hacerlo sin acompañarlo con otras terapias que colaboren en el tratamiento.
“El exceso en el consumo de cualquier alimento es perjudicial, bien sea carbohidratos, grasas o proteínas”
P. ¿Ayuda una buena dieta a un mejor pronóstico, a una mayor supervivencia ante el cáncer?
R. Las evidencias sugieren que sí, al menos en determinados casos.
P. ¿Influyen más los factores genéticos o los hábitos de vida, como la nutrición, en un mayor riesgo de padecer cáncer?
R. Hay factores genéticos claramente muy determinantes, pero, para la mayor parte de la población, los hábitos de vida como la nutrición pesan en general más que los factores genéticos, al menos en las sociedades modernas.
P. La influencia de la nutrición en el cáncer, ¿es a través de la obesidad, o de alimentos específicos?
R. La primera es consecuencia de los segundos, así que ambos. Teóricamente sería posible que una “obesidad” no patológica no tuviese efectos importantes en el cáncer. Por ejemplo, muchas especies de animales tienen una capa de grase subcutánea enorme, pero no es patológica. En personas hay pocos casos en que la obesidad no sea una patología y, por tanto, influye en el desarrollo de tumores.
P. ¿Influye también la distribución de los alimentos (hacer periodos de ayuno o comer solo a ciertas horas del día)?
R. Desde luego que sí. Las evidencias actuales sugieren el beneficio de alternar periodos de ayuno extensos con las horas de alimentación.
P. ¿Cuál es el alimento, o la familia de alimentos, que más aumenta el riesgo?
R. No creo que haya mucho consenso en esta respuesta. El “exceso” en cualquiera de ellos es perjudicial. En las sociedades modernas hay ejemplos de excesos para todos ellos (carbohidratos; el exceso más común), grasas y proteínas.
“Los datos estadísticos indican que sobre todo los tumores gastrointestinales y los que dependen de hormonas (de mama o próstata) pueden estar asociados a malos hábitos de nutrición”
P. La carne roja es un carcinógeno. ¿Significa esto que es peligroso comerla?
R. Estadísticamente, el consumo de carne roja se correlaciona con el cáncer. Pero lo difícil es saber es la razón, si tiene que ver con los aminoácidos, las hormonas o los parásitos, por ejemplo.
P. Otros indicadores relacionados con la nutrición, como el colesterol alto, ¿también influyen en el riesgo de desarrollar cáncer?
R. Ante una alimentación incorrecta es muy difícil separar el efecto separado de los componentes específicos. Especialmente cuando algunos de esos componentes, como el colesterol elevado, pueden producir otras enfermedades (incluso letales) más tempranamente, que simplemente no permiten evaluar con posterioridad las opciones a que se hubiese desarrollado un cáncer.
P. ¿Influye la dieta por igual en el riesgo de desarrollar cualquier tipo de cáncer, o hay alguno más sensible a unos malos hábitos de nutrición?
R. Los datos estadísticos indican que algunos tipos tumorales como los gastrointestinales o los que dependen de hormonas (mama, próstata, etc.) pueden tener mayor asociación con los males hábitos de nutrición.
P. En los estudios sobre cáncer y nutrición intervienen muchas variables y suelen ser complejos. ¿Cómo de sólida es la información proporcionada en las respuestas anteriores?
R. Esta pregunta explica porqué vamos tan retrasados en la relación entre cáncer y nutrición comparado con otros factores. El efecto de la nutrición es lento y necesita muchos años de observación de los mismos individuos. Por otra parte, es muy difícil separar nutrición de otros factores (frecuentemente se acompaña de sedentarismo, alcohol, tabaco, etcétera). Quizás las evidencias más atractivas vienen de tres cuestiones: la observación de poblaciones humanas longevas y con baja incidencia de cáncer; los estudios mecanísticos y con modelos animales para entender el porqué, y los ensayos clínicos muy controlados.
P. ¿Qué papel tiene el microbioma en el cáncer y cómo se puede influir en él?
Nuestra alimentación influye fundamentalmente en la composición y diversidad del microbiota intestinal, llamada flora intestinal, que puede cambiar con alimentos específicos. El cambio de la flora intestinal puede provocar una inflamación general, o la producción de metabolitos perjudiciales, lo que incide sobre el desarrollo de muchas enfermedades, incluyendo cáncer.
Definir una ¨buena dieta¨ para mantener el buen funcionamiento del microbioma y prevenir enfermedades es complicado. Alimentos con pocas calorías, o alimentos ricos en grasa, proteínas o fibras y vegetales, pueden influir en la flora de manera buena o mala. Sí sabemos que una dieta variada puede constituir una medicina básica para mantener el buen funcionamiento de la flor intestinal.