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Cani Fernández, presidenta de la CNMC: "Creo más en la evolución que en la revolución"

La máxima responsable de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia recibe el Premio Mujer y Liderazgo junto a la oncóloga Clara Eíto y la ingeniera Olalla García
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A lo largo de su trayectoria profesional, Cani Fernández ha abierto caminos. Además de convertirse en la primera presidenta de la CNMC, fue la segunda mujer en ostentar el rango de socia en el despacho de abogados Cuatrecasas. Fernández recibía la semana pasada el Premio Mujer y Liderazgo, en la categoría Mujer de Trayectoria Contrastada. Los galardones son una iniciativa de Deusto Business School, Cinco Días y Banco Santander, y cuentan con un jurado independiente, que la definía como “una de las mayores expertas en derecho a la competencia” y destacaba su “carácter decidido y alto nivel intelectual”. En su segunda edición, los premios han recaído también en dos referentes STEAM: Clara Eíto Valdovinos (primer premio), jefa de Oncología Radioterápica del Instituto Oncológico de la Clínica IMQ Zorrotzaurre (Bilbao), y Olalla García (accésit), directora de proyectos en Kawasaki Rail Car.

Ante la vigencia del techo de cristal como una de las barreras que aún impiden la igualdad entre hombres y mujeres en el terreno profesional, la presidenta de la CNMC llamaba a llevar a cabo una labor especialmente intensa en momentos específicos. “La carrera profesional está diseñada de tal manera que cuando las mujeres estamos más preparadas para asumir puestos de responsabilidad, empezamos a tener hijos. Es importante entender que se trata de un periodo limitado que nos vuelve más fuertes. No conozco a nadie mejor organizado que una madre-profesional que hace malabares entre la oficina y la guardería sin que se le caiga ninguna pelota”. Fernández lanzaba un mensaje rotundo a esta mujer: “Nunca te sientas culpable. Lo estás haciendo muy bien. Dividir el tiempo es difícil, pero eres buena madre y buena profesional. Simplemente necesitas un poco de ayuda”.

Responsabilidad

La opinión de Cani Fernández ha virado con el paso del tiempo. “Recuerdo que empecé rechazando las cuotas para ensalzar que había ascendido gracias a mis méritos, pero he evolucionado. Hoy pienso que las cuotas son una linterna con la que visibilizar el 50 % del talento. Que las que hemos avanzado nos ‘visibilicemos’ para las generaciones más jóvenes también es una cuestión fundamental”.

Llegar a lo alto implica, según la presidenta de la CNMC, otras responsabilidades añadidas para quienes lo logran. “Tenemos que convertir la cima profesional en un lugar al que las mujeres quieran llegar, y aquí las capacidades femeninas juegan un papel esencial. Ascender no debe ser una lucha encarnizada y, una vez arriba, hagamos del lugar un espacio virtuoso donde hombres y mujeres puedan desplegar todo su potencial. Por eso las organizaciones deben ser más diversas”.

En este sentido, Cani Fernández se detenía en un lugar que conoce bien. “En la CNMC somos conscientes de que la misión que nos han encomendado es que el talento y el mérito primen en los mercados”. La organización que preside “está comprometida con la igualdad de hombres y mujeres”. Las cuatro direcciones de instrucción de la CNMC están presididas por mujeres dentro de un proceso de elección basado exclusivamente en el mérito. “El compromiso nos lleva a que la diversidad prevalezca”.

Formación y cooperación 

A no desfallecer en el objetivo de lograr una igualdad de género real a todos los niveles ayuda la formación. “Es importante actualizarse y reciclarse de forma permanente, incluidos aquellos profesionales que han aprobado una oposición”.

Cani Fernández aseguraba vivir en uno de los momentos más agresivos que recuerda. “Todo tiende a radicalizarse. Las mujeres no podemos dar un paso atrás, ni siquiera para tomar impulso. En tiempos de crisis, los empleos femeninos son los primeros en sufrir las consecuencias”. La premiada también admitía que el proceso de cambio hacia un mejor escenario es evolutivo. “Creo más en la evolución que en la revolución; y confío más en la cooperación que en la confrontación. Muchos hombres se sienten excluidos del 8 de marzo, pero ellos nos tienen que ayudar. Cada vez entienden mejor la situación y contribuyen a que se normalice. No les saquemos de la ecuación. Sigamos trabajando para que las mujeres tengan mayor presencia en puestos de liderazgo. Es algo que nos enriquece como sociedad. La diversidad nos hace más resilientes; fomenta la creatividad y la innovación.