Por primera vez desde que comenzaron los incendios en la Amazonia brasileña, un grupo internacional de investigadores ha cuantificado y caracterizado el carbono negro que fluye a través del río más largo y caudaloso del mundo: el Amazonas. Los resultados, publicados recientemente en la revista Nature Communications, muestran que la mayoría de este carbono, uno de los principales contaminantes que contribuye al calentamiento global, es “joven”, lo que sugiere que fue producido por los incendios forestales recientes.
“Descubrimos mediante análisis de datación radiométrica (un método que utiliza el radioisótopo natural de carbono 14 para determinar la edad de los materiales carbonosos de hasta aproximadamente 60.000 años) y de composición molecular que la mayor proporción de carbono negro que encontramos en la Amazonia se produjo en los últimos años con la quema de árboles”, ha asegurado Jeffrey Edward Richey a la agencia FAPESP, profesor de la Universidad de Washington, Estados Unidos, y uno de los autores del estudio.
Richey, investigador visitante en el Centro de Energía Nuclear en Agricultura de la Universidad de São Paulo (Cena-USP), ha llevado a cabo en los últimos cinco años un proyecto apoyado por FAPESP con el objetivo de aclarar el papel de la cuenca de la Amazonia en el ciclo global del carbono.
“Existe una gran preocupación por la reciente quema en el Amazonas con respecto al destino de este carbono generado. Una parte va a la atmósfera en forma de dióxido de carbono, pero mucho va a la tierra o al agua en forma de carbono negro”, ha afirmado Richey.
Los marcadores moleculares
La concentración y el contenido de carbono 14 en las muestras se midieron mediante marcadores moleculares, tales como los ácidos policarboxílicos (un compuesto orgánico perteneciente al grupo de los ácidos orgánicos), liberados por la oxidación de hidrocarburos policíclicos aromáticos de carbono negro (compuestos químicos liberados en el aire por la combustión incompleta de combustibles fósiles). Estas mediciones se combinaron con la caracterización molecular de las muestras utilizando técnicas de espectrometría de masas (una técnica de análisis cualitativo) de resolución ultra alta.
Los resultados de los análisis revelaron que el carbono negro disuelto en el río Amazonas y sus afluentes, transportado al océanos, es en general “joven”, pero se somete a un proceso de envejecimiento a medida que avanza hacia el mar. Por ello, las muestras recolectadas más lejos del Atlántico, en Óbidos o Pará, son más jóvenes.
Los investigadores recolectaron en noviembre de 2015, durante una de las estaciones más secas de la región, muestras de carbono negro disuelto en el canal principal del río Amazonas y en cuatro afluentes: los ríos Negro, Madeira, Trombetas y Tapajós. Este periodo fue elegido para el estudio porque el flujo de agua era bajo y la conectividad del río Amazonas con su planicie de inundación, limitada.
El equipo tiene la intención de realizar un mayor número de mediciones para compararlas con las de 2015, y así identificar si la producción de carbono negro “joven” y, por tanto, los incendios en los bosques han aumentado en los últimos años.
El río Amazonas: la mayor fuente de materia orgánica
El río Amazonas representa una quinta parte de la descarga mundial de agua dulce en el Atlántico y es la mayor fuente individual de materia orgánica terrestre en el océano, con una exportación anual promedio de 22 a 27 teragramos (27 millones de toneladas) de humo negro. Por ello, es un sistema crucial para comprender el transporte y el ciclo de este tipo de carbono, el más estable en la naturaleza.
El conocimiento sobre el origen, la dinámica y el destino de este material es fundamental para desarrollar modelos para predecir las interacciones entre el cambio climático y el ciclo global del carbono, según Richey.
“Nuestra comprensión del papel del carbono negro en el ciclo regional y global del carbono sigue siendo baja debido en gran parte a las limitaciones en el procesamiento, la calidad y el destino del carbono negro disuelto durante su exportación de los ríos al océano”, ha declarado el investigador. Para él, todavía queda por saber cuánto tiempo tarda el carbono negro producido por los recientes incendios forestales en llegar al río Amazonas.