En España, un 40 % de la población carece de competencias digitales elementales. Si a esto le sumamos los déficits de la formación básica en ciencia, matemáticas y tecnología, nos enfrentamos a una problemática general que a todos nos afecta, pero donde las mujeres salen peor paradas. “Por ello, las decisiones que adoptemos para revertir la situación tienen que ser disruptivas. Lograr la igualdad de género STEAM de manera orgánica nos llevaría dos siglos”, apuntaba ayer Carme Artigas en el auditorio de Google Campus Madrid. La secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial participó en la presentación del segundo programa ‘Yo, jefa’, promovido por Trescom.
Si las previsiones se cumplen, dentro de dos años el 45 % de los empleos estarán relacionados con entornos digitales. Una oportunidad que, sin embargo, dejará sin cubrir 900.000 vacantes en Europa. “En España y en Europa sufrimos una brecha de talento que afecta más a las mujeres, mucho menos presentes en las facultades de ingeniería”. Ello incide en un círculo vicioso que impide que las mujeres lleguen a ocupar puestos de relevancia. “Pocas mujeres dedicadas a la tecnología deriva en pocas mujeres directivas en estas empresas”, añadía Artigas para quien, si la ambición y la autoridad son considerados atributos positivos en un hombre, cuando son aplicados a las mujeres aún se ven rodeados de prejuicios.
La responsable pública incidía en que el gap comienza en las primeras etapas formativas. “Tenemos que actuar con urgencia y considerar el corto, medio y largo plazo porque se trata de un problema multifactorial. Sabemos algunas cosas, como que las áreas STEAM pierden a las chicas entre los 11 y los 14 años”. Carme Artigas aludía a ese momento clave en el que los estudiantes deben elegir entre ciencias o letras. “No tiene sentido. Hoy día es absurdo y ofrece una visión artificial de la realidad. Las carreras del futuro estarán dominadas por el humanismo tecnológico, por un renacimiento multidisciplinar donde se produzcan cruces tan interesantes como el que une la ciencia de datos con las bellas artes”.
A su juicio, no ayuda la proyección de las actividades científicas y tecnológicas que reciben las más jóvenes. “Es una imagen tan poco atractiva que es difícil que se decanten por ese camino”, apuntaba Artigas. “A las mujeres nos han hecho mucho daño los príncipes de Disney, pero también el programador informático del primer Jusassic Park, trabajando en soledad. No va con nuestra mentalidad. Debemos empezar a contar que un programador no trabaja solo, sino que la suya es una actividad colectiva que requiere de la unión de muchas inteligencias para progresar”.
La secretaria de Estado añadía que acabar con el hambre en el mundo, diseñar vacunas o llegar a Marte requiere de tecnología. “Y no se lo estamos enseñando a las niñas”. Artigas percibe que la pandemia puede ayudar a cambiar ese rumbo. “La gente le ha perdido el miedo a la tecnología. Durante este tiempo, las niñas y adolescentes han demostrado ser grandes consumidoras de tecnología. Ahora hay que convencerlas de que también pueden ser grandes creadoras”.
La inspiración y la ejemplaridad
Carme Artigas recordaba que en su etapa de estudiante y en el arranque de su carrera, eran pocas las mujeres referentes y menos las que ocupan puestos en la alta dirección. “Les había costado tanto llegar a la cima, que no ayudaban a otras mujeres y preferían quedarse solas en el podio. Esto ya no ocurre. Las mujeres siempre nos apoyamos porque trabajamos en red con eficiencia; de manera natural y social. Nos toca utilizar la tecnología para escalar esa capacidad”.
En el lado positivo, admitía que, en los últimos años, se han dado pasos de gigante en cuanto a la visibilidad femenina. Más que de hombres y mujeres, considera que el quid de la cuestión está en los nuevos modelos de trabajo y organización. “La tecnología ha cambiado la naturaleza de las empresas y las viejas jerarquías. Las organizaciones del siglo XXI están preparadas para la diversidad de todo tipo. Un mundo complejo necesita distintas visiones y perspectivas. La sociedad no puede prescindir del 50 % del talento”.
La secretaria de Estado lanzaba una llamada a la acción. “Las mujeres hemos empezado a ocupar espacios de poder. El mérito no es llegar, sino saber para qué lo hacemos. Debemos ayudar a que más mujeres lo consigan. A las organizaciones les pedimos que nos lo pongan más fácil. No hace falta que nos preparen la silla, basta con que nos dejen la puerta abierta. Además de dejarnos hablar, queremos que nos escuchen”.
Carme Artigas señalaba que estas líneas permean cada uno de los ejes del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia promovido por el Gobierno de España. En lo puramente tecnológico, destacaba el Plan Nacional de Competencias Digitales, “donde la mujer no puede quedarse atrás”.
Entre otras acciones, su área de competencia defiende el fomento de las mujeres directivas y el aumento de las vocaciones emprendedoras. En este sentido, el programa Mujeres Emprendedoras Digitales, impulsado de la mano de Enisa, ha financiado más de 100 proyectos en clave femenina. “Al igual que los hombres, las mujeres debemos empezar a asumir más riesgos. Nos han educado para ofrecer seguridad y estabilidad. Lo lógico es que hombres y mujeres trabajemos juntos por un mundo mejor”, concluía.