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Carolina Jiménez, experta en visual FX

Carolina Jimenez
Carolina Jiménez. Autor: Kerp Photography

De niña, Carolina Jiménez, experta en visual FX, quería ser científica y no concebía que “hacer películas fuera una profesión real a la que alguien pudiera dedicarse”. Ahora vive en Vancouver, Canadá, el «Hollywood North”, dedicada a los efectos especiales por ordenador. Recientemente fue invitada al Encuentro Women Tech en el colegio Antavilla School, para promover el talento tecnológico, científico y matemático. Una iniciativa que refleja “nuestro compromiso con la educación STEM y con el desarrollo de modelos educativos que despierten el interés de futuros talentos en condiciones de igualdad”, destaca German García-Cordero, responsable de Antana Educacion. Aunque Carolina no pudo estar allí “en persona ni en tiempo real”, sí pudo hacerlo mediante un vídeo.

Aunque inicialmente quería ser astrónoma o bióloga, finalmente estudió arquitectura, “una carrera sin duda muy interesante, que nunca fue mi vocación. Pero gracias a ella tuve mi primer contacto con programas informáticos de creación de entornos en 3D, que empezaban a hacerse populares para representar digitalmente diseños arquitectónicos de manera realista. Enamorada por igual del arte y la tecnología, aquello para mí fue un descubrimiento insospechado: crear imágenes en 3D realistas de entornos diseñados por mí en los que las casas nunca se me iban a caer ni requerían permiso de obra alguno”.

Pero fue más allá, porque, confiesa, “me resultaba muy difícil limitarme a modelar edificios y no distraerme en diseñar naves espaciales o planetas remotos imposibles”. Así que aparcó la arquitectura y se dedicó al mundo de los efectos especiales, con mucho éxito por cierto. Además, forma parte de la plataforma Naukas “de la que es un honor ser miembro. Creo que divulgar es una labor muy valiosa e importante”. También escribe artículos y realiza vídeos educativos sobre cine y VFX, “pero lo hago por diversión y amor a lo que hago, con simple afán de divulgar y compartir lo que me apasiona. Y tengo un par de guiones empezados con los que quizá me anime pronto a dirigir algún corto, si el tiempo lo permite”.

¿Cómo empezaste en el mundo de los efectos especiales?

Dio la casualidad de que en ese momento se estrenaban los DVDs de la versión extendida de la primera entrega de la trilogía de «El Señor de los Anillos», película que unos meses antes me había fascinado en las pantallas de cine. Me convertí en gran fan de Tolkien y me leí los cuatro libros en tiempo récord. En aquellos DVDs se veía a los artistas entusiasmados con su trabajo, personas normales contando con detalle cómo se hacía una película así. Yo admiraba la tecnología detrás del cine desde películas como «Parque Jurásico» o «Terminator 2», pero nunca había visto con tanta cercanía la realidad tras una gran superproducción. Gente normal con un ordenador, usando programas similares al que yo acababa de descubrir, generaban aquellos mundos, historias y personajes que tanto me fascinaban. Y me dije «yo tengo que dedicarme a esto». Así que busqué en Madrid una buena escuela donde estudiar 3D, modelado y animación virtual, y convertí el trabajo de los artistas de Weta digital a las órdenes de Peter Jackson en mi estandarte de sueño a alcanzar.

¿Te ha costado mucho llegar?

Dar el salto al cine no fue fácil. Y al cine internacional fue incluso más difícil. Tras conseguir trabajar en el cine español con «Planet 51», una experiencia inolvidable, me costó un par de años de perseverancia trabajando en otros sectores en 3D en España, aprendiendo mucho, trabajando duro, y sobre todo, bombardeando a los estudios de animación y VFX del mundo con mi material hasta conseguir una oportunidad firme. Los primeros en mostrar interés fueron Dreamworks, pero las leyes de inmigración estadounidenses son especialmente duras, y a pesar de que pasé las entrevistas y pruebas, mi aun escasa experiencia laboral hizo imposible la tramitación de un visado de trabajo para trabajar con ellos. Finalmente, los estudios de George Miller, Dr. D, en Sydney, Australia, que estaban en plena producción de «Happy Feet 2» se fijaron en mí y me dieron la tan ansiada oportunidad de saltar al cine internacional dando vida a sus pingüinos bailarines. Al acabar la producción ya tenía una oferta en los estudios MPC de Londres, donde trabajé en «Prometheus» y «World War Z». Mi insistencia enviando mi curriculum a Weta cada poco tiempo acabó dando sus frutos y a los pocos meses se interesaron por mí y me ofertaron unirme a ellos en la producción de la trilogía de «El Hobbit» nada menos, a las órdenes de Peter Jackson en la Tierra Media de mi admirado Tolkien. El sueño se había cumplido. Fue una mezcla de trabajo duro, perseverancia y suerte.

¿De qué trabajo te sientes más orgullosa?

Sin duda el trabajo en la trilogía de «El Hobbit«, que supuso un sueño hecho realidad, además de trabajo muy intenso durante casi tres años para dar vida a la Tierra Media de Tolkien que tanto me apasiona. Las experiencias vividas y lo mucho que he aprendido durante mi trabajo en «El Hobbit» son sin duda dignas de mención para mí.

¿Por dónde crees que va el futuro de los efectos especiales?

Yo creo que seguiremos avanzando para lograr que sea cada vez más difícil para el espectador distinguir qué es real y qué no lo es en la pantalla de cine. Hubo un tiempo, tras el boom de los primero VFX digitales, que las películas competían por quién tenía los mejores efectos posibles. Tras aquello vino una época, de la que aun estamos saliendo, en la que las películas se cargan de efectos especiales casi en exceso, solo porque ahora ya se puede. Hoy en día, que esto está mucho más al alcance de casi cualquier producción, incluso de las independientes, yo espero que el cine evolucione no hacia quien tiene más o mejores efectos, sino a usarlos es la medida justa

¿Qué innovaciones hay en tu campo?

En el campo de los efectos especiales digitales el avance actualmente consiste en mejorar el realismo de los resultados visuales y optimizar los tiempos de computación y render de los procesos informáticos que se llevan a cabo, ya que en escenas especialmente complejas aún el renderizado de un solo fotograma puede llevar horas. Nuestras innovaciones van muy de la mano de la informática más actual, ya que nuestras únicas herramientas de trabajo son ordenadores. Estamos actualmente haciendo grandes progresos en simulación orgánica, que es la más complicada de conseguir de manera convincente al ojo experto. Otras innovaciones importantes son la estereoscopía o la proyección a 48 fotogramas por segundo.

¿Qué dirías a las jóvenes para animarlas a seguir esta profesión?

Que es una profesión fascinante y hoy en día está más al alcance de todo el mundo que nunca. Combina arte, tecnología y la magia que supone hacer cine. No es siempre una profesión sencilla porque requiere viajar, ser perseverante, mantenerse siempre actualizada… Pero si es lo que te gusta hacer, merece mucho la pena. Yo siempre digo que si yo he podido puede cualquiera que quiera.