La innovación no es ajena a tiempos políticos revueltos. Puede verse afectada desde diferentes puntos de vista, pero una de las claves reside en la inversión y no es que sobre; ni en Europa, ni en España, Cataluña incluida, donde está uno de los centros más vigorosos de la innovación hispana pasa desapercibido que la inestabilidad política afecta y mucho.
Afecta a los inversionistas privados; afecta a los presupuestos para 2018 que, una vez más, vivirán la excepcionalidad de ser una prórroga de los del año pasado, un tema que viene siendo habitual, por unas causas u otras desde 2012; afecta porque las empresas paralizan proyectos e inversiones; afecta porque el punto de atención en muchas empresas está en otro sitio y afecta, sobre todo a Cataluña; afecta porque ayudas europeas pueden detenerse por la denominada DUI; y, afecta porque España y Barcelona pueden quedarse sin la Agencia Europea del Medicamento.
Ni el momento, ni el escenario, son buenos ni para España ni para Europa. Baste recordar las últimas líneas del artículo que Juan Rosell, presidente de CEOE, escribió en nuestro Anuario de la Innovación 2016: “el hecho de que no exista ninguna empresa europea entre las 10 primeras del ámbito de internet es un claro aviso de la urgente necesidad de poner en marcha un Mercado Único Digital en Europa que, a buen seguro, facilitaría los procesos de innovación en nuestro tejido empresarial y redundaría en una mejora del bienestar de la sociedad”. A las urgencias no les vienen bien marejadas políticas.
El miércoles 25, Carmen Vela, Secretaria de Estado de I+D+i , llamaba la atención sobre las ayudas europeas a empresas y otros instituciones catalanas por la situación que estamos viviendo y máxime si en panorama empeora con la DUI. Y también Juan Rosell llamaba la atención sobre los efectos de éxodo de empresas con sede en Cataluña a otros puntos de España. Decía que es difícil que vuelvan y eso tendrá un efecto demoledor en la economía de Cataluña en todos los sentidos, incluid el empleo.
Hay que agradecer el realismo práctico del presidente de la CEOE. Es una suerte que en estos momentos esté en la presidencia de la máxima institución empresarial. Como presidente que ha sido de la patronal catalana Fomento del Trabajo Nacional está más cerca de las sensibilidades de un colectivo que, en estos momentos, vive en una situación crítica y no sólo por una causa. Para Juan Rosell no era fácil el trabajo que tenía que hacer cuando accedió a la presidencia, prácticamente una refundación, y no es fácil de solventar la papeleta actual sino es desde el conocimiento, el sentido común y la tranquilidad, atributos que rodean al actual presidente de los empresarios.
Viví muy de cerca la fundación de esta organización y el prestigio que recogió fue, en buena parte, gracias a la figura de Carlos Ferrer Salat, a veces muy olvidado cuando se habla de la Transición. Y no era nada fácil. Ahora tampoco era sencillo recuperar a la organización empresarial del profundo deterioro en que se había sumido su imagen y Rosell ha hecho un trabajo equilibrado. La CEOE que recoja su sustituto en noviembre del año próximo es muy distinta. Queda mucho por hacer, pero ese es el reto de todas las instituciones, grandes o pequeñas, que deben tener continuidad en el futuro.
Con el realismo que le caracteriza, el actual presidente de los empresarios escribía en el Anuario de la Innovación en España, refiriéndose a estos años de crisis que “la capacidad de innovar ha sido fundamental en los últimos años en los que la crisis económica que ahora estamos empezando a dejar atrás nos ha obligado a exprimir al máximo nuestra capacidades, nuestra imaginación y nuestra creatividad”. Para la innovación no son buenos los momentos turbulentos y, como dijo el presidente de CEOE en el acto de presentación del Anuario, “si no innovas mueres; innovar es sinónimo de asegurar el futuro” y eso está en peligro.