El Centro de Desarrollo de Energías Renovables (CEDER), junto con el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT), ha celebrado la última reunión de Life+ENERBIOSCRUB, un proyecto que pretende, desde el año 2014, transformar la biomasa de diferentes matorrales en biocombustibles sólidos. De hecho, esta biomasa se ha utilizado para su conversión energética en diferentes instalaciones de generación eléctrica y térmica.
Tras esta reunión, celebrada en As Pontes (A Coruña), se ha abierto el camino para futuros desarrollos que permitan no solo acometer una gestión sostenible de estas masas, sino contribuir tanto a reducir el riesgo de incendios en nuestros montes, como a mitigar y adaptar nuestras masas forestales al cambio climático.
El equipo de investigador lo ha demostrado: tras desbrozar 137 hectáreas y producir 1.628 toneladas de biomasa, han hecho que esta se consuma en instalaciones del entorno de las zonas de actuación, minimizando así la huella de carbono asociada al transporte. Así, la evaluación ambiental de los terrenos desbrozados, en su mayoría pastizales y tierras de cultivo abandonadas, ha concluido que los indicadores de riesgo de incendio han disminuido sustancialmente dos años después del desbroce en todas las localizaciones. Es decir: que la disminución de la carga de combustible reduce drásticamente en todos los casos el riesgo de incendio, “al menos en el corto plazo”, han apuntado en la reunión.
“Dicha reducción ha sido especialmente relevante en aquellas formaciones de matorral que han presentado unas tasas de regeneración post-desbroce muy altas; en estos casos, los valores simulados de la velocidad de propagación del fuego, la longitud de la llama o el calor generado en un incendio se han reducido en torno a un 75-80% tras los dos años del desbroce” antes citados, explican.
A falta del cierre final del proyecto, los participantes del proyecto se han dado por “satisfechos”, ya que han conseguido uno de sus objetivos esenciales: “contribuir a una UE con economía baja en carbono y reducir la dependencia de productos energéticos fósiles”. Según los ensayos realizados a lo largo del proyecto –disponibles en una web destinada al proyecto–, el ahorro de los Gases de Efecto Invernadero (GEI) respecto al comparador fósil basado en gasoil es “siempre superior al 88%”.
Como planes de futuro, hasta el 30 de abril de 2018 el proyecto se centrará en elaborar una serie de recomendaciones y directrices que permitan solventar también los inconvenientes técnicos detectados. Entre estas, por su ámbito y alcance, algunas competen a distintas administraciones, como: “acometer una política de ordenación del territorio que reduzca el minifundismo y el abandono de la tierra en muchas regiones; incorporar el aprovechamiento de los matorrales con fines energéticos en las labores tradicionales de las cuadrillas terrestres en labores de prevención de incendios forestales; medidas fiscales, como la aplicación de un IVA reducido para obras y servicios de prevención de incendios forestales, e incentivos fiscales para los propietarios que realicen actuaciones de desbroce planificado y con contrato de entrega de la biomasa para energía y/o bioproductos”, comunican.