Por Antoni Estevadeordal y Carolyn Robert - Esta columna fue originalmente publicada en el blog Más allá de las fronteras del Banco Interamericano de Desarrollo BID.
Desde que los cuatro Presidentes de Chile, Colombia, México y Perú firmaron el Acuerdo Marco de la Alianza del Pacífico en junio 2012 en el Observatorio de Paranal en Chile, estos cuatro países han venido trabajando ardua y sistemáticamente para crear un área de integración profunda en la región que aumente la apertura comercial, impulse la competitividad y promueva el crecimiento.
El pasado 1 de mayo de 2016 finalmente entró en vigor el Protocolo Comercial Adicional al Acuerdo Marco, por el cual estos cuatro países crean una zona libre comercio.
Este es un hito muy significativo hacia el logro de las metas que se han planteado los miembros de la Alianza del Pacífico con importantes implicaciones para esta iniciativa y para la región.
El Protocolo no solamente armoniza los acuerdos comerciales existentes entre los cuatro países miembros de la Alianza, sino que establece nuevas reglas para la liberalización del comercio de bienes, servicios, capitales y el movimiento de personas, incorporando además medidas que regulan los nuevos temas del comercio internacional como son el comercio electrónico, la facilitación comercial, la coherencia regulatoria y las cadenas de valor.
Con una decreciente demanda por parte de sus socios comerciales, bajos precios de las materias primas y una contracción en sus exportaciones, los países latinoamericanos deben enfocarse, hoy más que nunca, en estimular el crecimiento económico en la región e integrarse plenamente en la economía mundial.
Desde el 1 de mayo pasado, estos cuatro países eliminaron los aranceles para el 92% de los bienes que comercian entre sí. El 8% restante se eliminará gradualmente hasta llegar a cero para la totalidad de las mercancías. Asimismo, los países de la Alianza negociaron una única regla de origen que a partir de ahora permitirá la acumulación de origen, facilitando al sector privado la utilización de insumos de cualquiera de esos países y promoviendo así el establecimiento de cadenas regionales de producción.
El Protocolo incluye también acuerdos para liberalizar el comercio de servicios, la inversión, y hacer que el movimiento de bienes y servicios a través de las fronteras sea más eficiente y menos costoso, promoviendo la automatización, el comercio electrónico, y la adopción de las nuevas tecnologías de la información. Ello permitirá simplificar los procedimientos, reducir el papeleo y la burocracia.
El establecimiento de ventanillas únicas de comercio exterior electrónicas, la interconexión entre estas y la adopción de acuerdos de reconocimiento mutuo de programas que agilizan el paso de las mercancías en las fronteras -como el operador económico autorizado- serán muy pronto realidad en los países de la Alianza del Pacífico.
¿Por qué es tan importante el Protocolo Comercial Adicional de la Alianza del Pacífico?
Las iniciativas mencionadas no constituyen un simple listado de logros. Representan, por el contrario, un nuevo modelo de integración en la región. Los cambios que estamos viviendo a nivel mundial hacen cada vez más urgente la necesidad de participar en las cadenas globales de producción y de maximizar el uso de la tecnología. Estos son los nuevos conductores de la integración económica.
La Alianza del Pacífico constituye una oportunidad para que, además de incrementar el comercio entre sus miembros, las empresas locales aumenten sus exportaciones fuera del bloque, particularmente hacia la región de Asia-Pacífico.
Quizás por todo esto la Alianza del Pacífico ha despertado un gran interés a nivel mundial, incluyendo actualmente 42 países observadores, algunos países de la región interesados en adherirse (Costa Rica y Panamá), y otros explorando nuevas formas de acercamiento y cooperación (Nueva Zelandia, Argentina).
Chile, Colombia, México y Perú han avanzado un gran trecho hacia una mayor integración. La liberalización del comercio, unida al mantenimiento de buenas políticas macroeconómicas, está dando sus frutos. Es necesario avanzar hacia un nuevo capítulo que permita enfrentar los desafíos pendientes, entre ellos, aumentar la productividad, diversificar el comercio, y mejorar la educación para tener una fuerza laboral mejor preparada para una nueva era.