BARCELONA. La senescencia es un estado de las células relacionado con el envejecimiento en el que, por un proceso de daño celular o estrés, estas dejan de dividirse, pero sin llegar a morir. Permanecen en el organismo. Tratamientos contra el cáncer como la quimioterapia también provocan la aparición de células senescentes en el tumor y en los tejidos sanos. Estas células sobreviven durante un largo tiempo y contribuyen la reaparición del tumor tras el tratamiento.
Por otro lado, experimentos con animales en el laboratorio han demostrado que la eliminación de las células senescentes dentro del tumor refuerza de manera notable la eficacia de las terapias contra el cáncer. Apoyado por la Asociación Española Contra el Cáncer, el investigador posdoctoral José Alberto López, trabaja en un proyecto ligado a la detección y la eliminación de las células senescentes. Lo hace en el Laboratorio de Plasticidad Celular y Enfermedad que dirige Manuel Serrano en el IRB Barcelona.
Doble golpeo
Previamente, el investigador pasó seis años en Estados Unidos, en la Universidad California y en el Buck Institute for Research on Aging. Allí, al norte de San Francisco, trabajó para Judith Campisi, una de las pioneras de la senescencia celular. “Cuando muchos pensaban que la senescencia solo ocurría en placas de cultivo, ella descubrió un marcador que demostraba que el proceso tenía su equivalencia en organismos vivos”. Campisi también evidenció que la eliminación de las células senescentes reduce el crecimiento tumoral, mitiga el riesgo de metástasis y suaviza algunos efectos de la quimioterapia.
“El objetivo de nuestra investigación, como en el boxeo, es lograr un one-two punch. Es decir, aplicar un tratamiento convencional de cáncer, descubrir si se han generado células senescentes y, si las hubiera, eliminarlas con un segundo tratamiento senolítico específico. Le daríamos dos golpes al cáncer”. Las pruebas en ratones muestran el decrecimiento del tumor y que queda contenido durante más tiempo.
Eliminarlas, una ventaja
Pero, ¿por qué es tan peligroso que las células senescentes sigan ahí? La causa está en las secreciones de las células senescentes, que incluyen moléculas que atraen un tipo de células cuya tarea es suprimir la acción del propio sistema inmune. “Son células inmunosupresoras, inmaduras. En principio, su función es que el sistema inmune no actúe demasiado en determinadas circunstancias, pero se acumulan tantas en el tumor que acaban por crear un ambiente inmunosupresor”.
Ante esta coyuntura, el proyecto de José Alberto López pretende encontrar vulnerabilidades nuevas en las células senescentes para atacarlas con más garantías. “También analizamos la interacción de estas células con el sistema inmune y como acabar con ellas después del tratamiento tumoral”.
Localizar y medir la senescencia
Otro de los grandes objetivos del trabajo supone todo un desafío: la detección de las células senescentes. “Se ha investigado mucho en ratones, pero es difícil trasladarlo a humanos. Después de tratarlo, podemos eutanasiar al ratón, y medir cuanta senescencia hemos inducido. En humanos, si no es con biopsia hay quienes proponen medir la senescencia en sangre, pero no es un método todo lo preciso que nos gustaría”.
En su investigación han ido “a lo fácil y a lo difícil a la vez”. Con tecnología de resonancia magnética, en colaboración con investigadores en el Instituto de Oncología Vall d’Hebrón, intentarán ver no las células senescentes, sino sus elementos distintivos en el contexto del tumor. Por ejemplo, la acumulación de un tipo de metabolitos y hierro o un aumento de tamaño. “Son ideas muy punteras y novedosas”, asegura López. “Lograr la detección de las células senescentes en humanos de manera no invasiva puede suponer un nuevo paradigma en el tratamiento del cáncer”.
Inmunoterapia y senescencia
Una segunda investigación, que será publicada próximamente, estudia el poder de la inmunoterapia para acabar con las células senescentes. Igual que las células tumorales tienen unas proteínas que inhiben el sistema inmune, las células senescentes incluyen otras de la misma familia.
“En concreto nos hemos fijado en la proteína PD-L2”, indica López. “Si después del tratamiento, inhibimos esta proteína, las células senescentes mueren. Ya no son capaces de generar un ambiente inmunosupresor y el sistema inmune tiene vía libre para pelear contra el tumor con más eficiencia. Estamos obteniendo una buena respuesta en distintos tumores”.
Vocación y colaboración
Doctor en Biología por la Universidad de Córdoba, la vocación de José Alberto López viene de lejos. “Siempre quise ser biólogo. La biología es una disciplina muy completa. Su amplitud de miras me ha ayudado a comprender muchas situaciones de mi vida”. El investigador no resta importancia al factor suerte. “He tenido la fortuna de cruzarme con buenas personas y grandes profesionales. Siempre he vivido un gran ambiente en los laboratorios en los que he trabajado”.
López no percibe ninguna diferencia entre los laboratorios estadounidenses en los que pasó varios años y el IRB Barcelona. “Este es un lugar especial para trabajar, pero, por fortuna, cada vez son más los centros de investigación españoles con prestigio internacional”.
El científico asume con naturalidad las nuevas funciones de los investigadores, pegadas con asiduidad al conocimiento tecnológico o el emprendimiento. “Es bueno que haya aumentado la comunicación entre campos diversos. De hecho, las propias agencias de financiación españolas y europeas apuestan más por los proyectos colaborativos”.
Considera que la pandemia ha ayudado a estrechar los lazos entre científicos y ciudadanía. “Esta relación renovada quizá no se traduzca inmediatamente en un mayor apoyo financiero, pero sí crea un caldo de cultivo donde fomentar vocaciones y establecer nuevas colaboraciones”, concluye.