César Bona (maestro): “La innovación educativa podría resumirse en dar herramientas para entender qué significa ser humano”

Las premisas sobre las que se asienta la profesión, en el siglo XXI, siguen siendo trascendentales: curiosidad, reflexión y humanidad
César Bona maestro
El maestro César Bona, durante su ponencia en el 2º Encuentro educativo 'Llévate el éxito'.

Podrán pasar cien años y la entrevista con el maestro César Bona sería muy similar. Actualmente en periodo de excedencia, aprovecha para escuchar a sus compañeros. Para conocer. Y siempre intentando hacerlo desde la óptica de la curiosidad. Un concepto que “es clave” en la enseñanza, confiesa a Innovaspain durante su asistencia al ‘2º Encuentro educativo ‘Llévate el éxito’.

Ese concepto es lo que califica como el “fuego” de los alumnos. Para avivarlo, primero hace falta que el docente se ponga en el lugar del niño o niña. Hábito que deberían realizar “siempre”. “Aunque vivamos en la inercia de la adultez y queramos prepararlos para la adultez”, añade. Así se podrá entender y potenciar el “surrealismo o lo ilógico” de la infancia, emparentado con la creatividad. Pero para comprenderlo “es importante conectar con ellos”.

Su compañera Anna Forés ya lo dijo durante su ponencia en este mismo evento: “hay que llevar la emoción a clase”. Bona secunda esta afirmación y la amplía hasta el todo: “escuela, sociedad, vida… son entes indivisibles”. Es lo que lleva al maestro a concluir que esta profesión “tiene poco de innovador”. Lo resumen en: “trata de pensar cómo conectamos los unos con los otros y cómo conectamos con el lugar en el que vivimos”.

De tal forma que, bajo esa premisa, “todo lo que nos rodea puede ser emocionante sin ninguna duda”. Para alcanzar ese grado de experiencia, hay que hacer lo que hacen los niños: vivir el momento. “Es el mayor aprendizaje que nos podemos llevar de chicos y chicas”, completa.

Volver a conectar con lo humano

La innovación pasa a ser ese fino hilo que une a la docencia con su esencia. “Al final la innovación podría resumirse en conseguir o darles esas herramientas para que sean más humanos, y que entiendan que significa ser precisamente humano”, reflexiona. El maestro cree oportuna la analogía con la empresa. Si en una organización se apuesta por el I+D+I con el objetivo de observar para mejorar los procesos, en educación se tiene que “hacer lo mismo”, opina.

Bona se considera un “friki” de la tecnología si bien es consciente de la importancia que tiene que los alumnos se formen desconectados. Ahí entra el rol del docente como figura para educarlos “en un uso ético y responsable de la tecnología. Y sobre todo ahora como estamos viendo, en el no uso de la tecnología”.

Una “paradoja” que puede facilitar el “conectar” con lo que nos rodea. “No estoy para nada en contra de la tecnología. Pero también soy consciente de que no nos podemos perder lo que está sucediendo justo a nuestro alrededor y justo ahora”, sentencia.

Es la oportunidad para que niños y niñas sean “más humanos”. Bona recuerda cómo hace unos meses habló con un niño de 10 años al que preguntó para qué iba a la escuela. Recuerda que le dijo que para tener en el futuro un trabajo digno, un coche, una familia. “Me sorprendió muchísimo, porque yo de pequeño no pensaba eso. La infancia la vives en el ahora. Un ahora para aplicarlo en el futuro próximo o lejano. Y darles hoy las herramientas que se hacen para el futuro”.

“El maestro inspira para la vida”

Si algo saca en claro pasada la pandemia, para él es que “el maestro inspira para la vida”. Al hilo de vivir el momento, apuesta por el cambio ahora, “después de todo lo que ha pasado”. Y ese va orientado a dar valor a las herramientas que los alumnos de ahora tienen y adultos como él, no pudieron tener. “Si no hacemos una transformación en eso, habremos perdido una grandísima oportunidad”, advierte.

En ese cambio, la colaboración y el diálogo con los padres serán imprescindibles. Bona identifica el “trabajo en equipo” entre familias y docentes para estar “muy cerca de chicos y chicas”. Y, también, que haya una comunicación más fluida y natural entre docentes de distintos niveles educativos. “Es muy importante que tengamos conexión con nosotros, y trabajar en equipo para que salga lo mejor de ellos”, anima a llevar a cabo.

En la camisa que viste, el maestro que rehúye de ser considerado el mejor profesor de España, lleva un pin con forma de mariposa. El simbolismo detrás de esta figura es la educación: “una herramienta que tenemos para que las personas sean mejores”. Matiza que no mejor que el que tienen a su lado, sino simplemente mejores que lo que fueron al comenzar el curso. Con herramientas para que crezcan y sean mejores con ellos, con las personas que les rodean y el mundo en el que viven.

El presente se debate en la pregunta de hacia qué tipo de educación nos dirigimos. Lo híbrido está cada vez más en boga, pero para el maestro: “no hay nada como mirarte a los ojos, nos vemos en los pasillos, crecemos juntos, compartimos. Somos humanos, necesitamos contacto y comunicación. Somos seres sociales”.

Y ante todo, la filosofía al final de cada curso debería materializarse en que los alumnos “salgan con más preguntas que respuestas”. Unas dudas que nazcan de ellos para ellos. “Esa curiosidad alimentada les va a llevar muy lejos”, desliza mientras mira al escenario del colegio La Dehesa de Humanes que acogería la próxima ponencia.

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