Antes de convertirse en director de innovación de Novartis, César Velasco ejerció la medicina -es epidemiólogo y experto en vacunología- en el Hospital Clínico de Barcelona, fue vicedirector médico en el Hospital Clínico Lozano Blesa de Zaragoza y ocupó el cargo de director médico y de innovación en el Hospital Vall d’Hebron. Posteriormente fue designado máximo responsable de Aquas, la Agencia de Calidad y Evaluación Sanitaria de Cataluña.
Asesor de la OMS, Velasco complementó su amplio conocimiento de la sanidad pública española con un MBA que le confirió una visión más amplia del sistema sanitario. En Novartis, capitanea un área que supera el centenar de proyectos de vocación transformadora.
Admite que el ecosistema sanitario es uno de los más complejos a la hora de innovar debido al valor que aporta a los ciudadanos a lo largo de toda su vida y a distintos niveles. “Los retos son enormes”. Asumirlos, según explica Velasco a este periódico, implica colaboración y conocimiento desde distintas perspectivas.
“El sistema de salud es un río con dos orillas: la de la administración pública y la de la empresa privada”, argumenta. “Ahora necesitamos tender más puentes. Sin conexiones ni talento, no hay aportación de valor”. Considera que la clave es que remen juntos administraciones públicas, empresas biomédicas, pacientes, hospitales, startups o compañías tecnológicas.
“Sólo así dispondremos de las suficientes herramientas para que las interconexiones sean fructíferas”, añade. “Esto se traduce en la puesta en marcha de grandes proyectos que consigan innovar con impacto real en un ecosistema complejo y mejorar así la vida de las personas. Esa debería ser nuestra motivación y el principal propósito”.
Disparar a la Luna
En esta cadena, el experto echa en falta el desempeño de un número más amplio de profesionales “que hablen todos los idiomas” del sistema sanitario. “Personas que comprendan en su conjunto la sanidad pública -equidad, gratuidad, universalidad- y el mundo empresarial; tanto el negocio como la innovación y el desarrollo. Sin este entendimiento será muy complicado dar respuesta a los problemas del ecosistema”.
Bajo este prisma, César Velasco asegura que siempre intenta trabajar en proyectos donde la innovación aportada sea diferencial. “El cambio propuesto debe ser disruptivo”. Pone como ejemplo las teorías de Maria Mazzucato, asesora de la Comisión Europea en materia de colaboración público-privada. “Ella apuesta por no innovar buscando objetivos a corto plazo, sino disparar a la Luna -moonshots- con planteamientos que cambien el mundo”.
Aplicada al ámbito de la salud, la filosofía de la investigadora italiana sería útil para erradicar por completo una patología dentro de una población o mejorar sustancialmente la vida de personas que padecen una enfermedad crónica determinada. “Lograrlo supone que todos los agentes que giran en torno a ese reto colaboren. Con cada nuevo avance, los esfuerzos deben ser reorientados en conjunto. No es posible trabajar en silos, sino con un objetivo ambicioso y común”.
Nuevas mediciones y evaluaciones
Estos planteamientos y modus operandi están lejos de ser una utopía. “Asistimos a un nuevo empuje que pretende fijar retos sanitarios poblacionales. ¿Cómo sería tener una población libre de una enfermedad o con un factor de riesgo controlado?”. Las respuestas a estas y otras preguntas llevan asociado un giro en el guion prestablecido: el sistema sanitario debe empezar a pagar más por resultados.
“Vamos hacia un mundo en el que valoraremos y mediremos al ecosistema sanitario no por cantidad, sino por calidad”. Según Velasco, llevar a buen puerto esta propuesta requiere de la conjunción de salud digital, tecnología, fármacos, asistencias específicas… “y medir el resultado en el propio ciudadano”.
“La medición clásica”, asegura el experto, “consideraba las variables de actividad y seguridad del ecosistema”. El cambio de mentalidad considera el impacto en las personas e incluye aspectos como la prevención o la medicina personalizada. “Nos quedamos cortos cuando, por ejemplo, solo medimos la tasa de supervivencia de pacientes de una patología. Esa persona sigue viva, pero, ¿en qué condiciones?, ¿cómo convive con la enfermedad?”
Hacer de esta tendencia una práctica universal necesita que todos los procesos estén medidos y monitorizados. “Así seremos capaces de comprar productos, servicios y tecnología basados sólo en aquello que aporta valor al paciente. Es un cambio de analógico a digital en la ruta hacia un ecosistema sanitario más humanizado”.
Apps bajo prescripción médica
Con el paciente en el centro, para rediseñar el sistema se hace indispensable disponer de datos de calidad de los usuarios. “Una gran recogida de datos valiosos y tomar decisiones basadas en ellos facilita establecer las nuevas prioridades”. Si todo sigue su cauce, César Velasco cree que no está lejos el momento en el que cedamos nuestros datos para saber de primera mano el riesgo que tenemos de padecer una enfermedad, cómo prevenirla y recibir pautas por parte del sistema.
Ya existen ejemplos concretos que son resultado de jugar con nuevas cartas. César Velasco se detiene en el Área Sanitaria 8, una red sanitaria virtual que cubre toda Galicia. “La Xunta de Galicia, mediante financiación pública competitiva, ha colaborado con empresas tecnológicas para que la telemedicina y la salud digital alcancen todo el territorio. Administración, ciudadanos e industria han aprendido en formato ecosistema; detectaron lo que aporta y han provocado impacto”.
En Alemania, gracias al programa DiGA, un médico del sistema sanitario público puede recetar una aplicación de salud digital a sus pacientes. El estado motiva a las empresas biomédicas, farmacéuticas o startups para que aporten nuevas soluciones que, una vez validadas, reciben financiación pública. “La administración crea un nuevo polo de innovación para atender las necesidades de sus ciudadanos”.
17 oportunidades
De nuevo en España, el experto cree que la heterogeneidad regional de los sistemas sanitarios del país es una ventaja. “La diversidad enriquece. Es una oportunidad. Unas regiones son punteras en salud digital o telemedicina, otras en investigación, en innovación de procesos o en implementar nuevas tecnologías. Saben complementarse, así que las autonomías exploran las vías de mejora del sistema desde distintas perspectivas”.
“La experiencia nos dice que, de algún modo, aquello que funciona en un lugar, termina extendiéndose al resto del país”. César Velasco no oculta que hablamos de curvas de innovación lentas, aunque esto no es negativo en el terreno de la salud. “Son lentas pero seguras. Ayudan a dar el tiempo suficiente para evaluar su impacto en la ciudadanía”.
Quitar lo que sobra y una mirada al futuro
“En innovación es tan importante hacer cosas nuevas como identificar aquello que no aporta valor”, indica el responsable de Novartis. El sistema sanitario lleva tiempo trabajando en esa dirección ya que algunos estudios estiman que entre un 20 y un 30 % del total de los recursos podrían tener un destino mucho más útil.
“No es fácil desprenderse del todo de las partes de no valor porque, en muchas ocasiones, están arraigadas en la ciudadanía. Dejar de prestar un determinado servicio en un hospital puede tener consecuencias impredecibles si las personas perciben que aún lo necesitan”, apunta el director de Innovacion de Novartis.
El objetivo último es que el ecosistema actúe con la máxima calidad en el menor tiempo posible. “Es un equilibrio muy complicado. A excepción de algunas patologías, como el ictus, donde el tiempo es primordial, debemos primar la calidad. Tenemos que trabajar cerca de los profesionales e identificar aquellas prácticas que han perdido toda vigencia. Dejar de hacer también implica inversiones importantes. Convencer a profesionales y ciudadanos requiere un gran esfuerzo”.
Es difícil, pero no imposible. “En innovación terapéutica, lo nuevo desplaza a lo anterior. Un tratamiento oncológico o un nuevo fármaco siempre moverán al que no funciona igual de bien o tiene más efectos secundarios. Los recursos son limitados y deben ser empleados con eficiencia”.
De cara al futuro, César Velasco advierte que hay que tener muy presentes tanto las epidemias infecciosas como las epidemias de contagio social, donde incluye la obesidad. “De ahí que busquemos adoptar una mirada poblacional, más allá de la salud individual. En el diseño de estrategias sanitarias, debemos tener en cuenta lo aprendido durante el COVID (aunque muchos estén olvidando la crudeza de lo vivido): las eventualidades pueden surgir en cualquier momento y no podemos bajar nunca la guardia”.