Chile podrá predecir sequías agrícolas gracias a un sistema que emplea redes neuronales artificiales y teledetección. El programa ha sido desarrollado por el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA), un organismo estatal chileno, y abarca una franja de casi 600 kilómetros, desde O’Higgins hasta Araucanía en la zona centro de Chile.
El proyecto comenzó su desarrollo en enero de este año y debería estar terminado para el 2022, con un sistema operativo de predicción de sequía agrícola basado en imágenes de satélite, información meteorológica e índices de circulación de la atmósfera.
“El sistema de predicción de sequía que estamos desarrollando, está basado en la respuesta de la vegetación frente a la falta de agua, es decir, usamos la planta como «sensor», la cual es obtenida a través de su respuesta espectral que es capturada por satélites, en nuestro caso particular los satélites de la NASA Terra y Aqua que nos proporcionan las imágenes del sensor MODIS”, explica Marcel Fuentes, coordinador del proyecto.
El proyecto permitirá una mejor administración del agua, a instituciones y a las asociaciones de canalistas de las regiones, lo que finalmente repercutirá en beneficios para los agricultores y ganaderos del país, de acuerdo con Fuentes
Fuentes añade que con esta información que ya tiene un histórico de más de 20 años, entrenarán una red neuronal artificial, a la cual se le sumará información meteorológicas (grados día, radiación solar, entre otros) e índices de circulación atmosférica (El Niño-Oscilación del Sur (ENSO), Oscilación Antártica (OAA)) históricos, además se considerará explícitamente la componente geográfica, la cual le dará un contexto al aprendizaje de la red neuronal.
Adicionalmente, se desarrollará un índice de severidad de la sequía para praderas de secano basado en mediciones de terreno el cual se utilizará como un modelo para otros cultivos. De esta manera, “se obtendrá un pronóstico de los índices satelitales de sequía agrícola para un horizonte de tiempo de tres meses con una incertidumbre conocida”, precisa.
La predicción de sequía que se generará, según él tendrá una escala de trabajo regional, por lo cual beneficiará a todos los productores que se encuentren en ella.
A larga, anticipar la sequía permitirá “administrar mejor los recursos, en especial el agua, en condiciones de escasez. Una mejor administración del agua, y una anticipación del escenario disminuirán sustancialmente las pérdidas en medidas de control, permitiendo una planificación eficiente de los recursos asociados a las medidas de mitigación y control (subsidios, forraje, etc.)”, asegura.
Fuente destacó que el proyecto tendrá un impacto económico, ambiental, científico-tecnológico y social, áreas que se verán beneficiadas con la información generada. “Anticipar la sequía permitirá administrar mejor los recursos del estado de parte de las autoridades y tomadores de decisiones, lo que les permitirá adelantar las acciones de ayuda hacia los agricultores, por ejemplo, en el caso de escasez de forraje”, afirma Fuentes.
Con la información el gobierno podrá adquirir con tiempo alimentos y forraje para los animales, lo que permitiría obtenerlos con valores normales y no con sobreprecios debido a la alta demanda que se podría producir en momento de escasez, situación que también perjudica al agricultor.
Vinculado al Ministerio de Agricultura, INIA cuenta con presencia nacional y un equipo de trabajo de más de 1.000 personas altamente calificadas. Ejecuta al año un promedio de 400 proyectos en torno a 5 áreas estratégicas: Cambio Climático, Sustentabilidad, Alimentos del Futuro, Tecnologías Emergentes, y Extensión y Formación de Capacidades. Estas iniciativas contribuyen al desarrollo agroalimentario sostenible del país, creando valor y proponiendo soluciones innovadoras a los agricultores, socios estratégicos y la población, generando una rentabilidad social que varía entre 15% y 25%, por cada peso invertido en cada uno de sus proyectos.
Por su parte, Robert Giovanetti, representante de la Fundación para la Innovación Agraria (FIA) en las regiones de O’Higgins y del Maule sostiene que “Este programa está ayudando a cumplir ese nuevo desafío para la fruticultura chilena que dice relación con la necesidad de mejorar los procesos de extensión, capacitación e investigación”.
“Gracias a invertir en capital humano y en innovación es que se aumentará la producción y mejorará la calidad de la fruta. Esta es una tendencia comprobada en muchos rubros y en muchas industrias, y nosotros también estamos caminando en ese sentido en la industria de los berries, gracias a la contribución de este programa”, asegura.