El Grupo de Física Nuclear de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.) analiza suelos en los que se han realizado exploraciones y explotaciones de petróleo o minería con el fin de descartar la presencia de material radioactivo o determinar sus niveles de concentración.
“Lo que hacemos es poner las muestras frente a un detector conformado por un cilindro, dentro del cual pasa un hilo metálico con distintos voltajes, de tal manera que si tienen algún tipo de radiación se produce algo similar a una chispa, producto de la diferencia de potencia eléctrica”, explica el profesor Fernando Cristancho, de la mencionada universidad. Puesto que la corriente es proporcional a la energía del material radioactivo, su intensidad será proporcional al número total de descargas que se registren durante el análisis, detalla.
El docente explica que en el suelo existe gran cantidad de radiación, y aunque la concentración de radiactividad suele decaer en forma muy rápida, en ciertos elementos –uranio, plutonio, torio y potasio– el mismo proceso tarda años.
Por ejemplo, un yacimiento de petróleo se puede encontrar a profundidades de hasta 12.000 metros, donde también se hallan los elementos radioactivos en mayores concentraciones, por lo que cada vez que se hace una perforación se corre el riesgo de que este material contamine otras capas del suelo como lodos y sedimentos. Algo similar sucede en los procesos de extracción minera, debido a que muchos de los residuos quedan expuestos al aire libre, y en algunas ocasiones se convierten en focos de contaminación.
El profesor Cristancho señala a la Agencia de Noticias UN que “aunque los niveles de radioactividad no son letales para la persona expuesta, sí tienen medidas más elevadas que podrían desencadenar enfermedades como cáncer de pulmón o de estómago”. Además, advierte, este tipo de materiales y residuos terminan filtrándose en las fuentes de agua, por lo que es probable que se termine consumiendo material radioactivo de forma involuntaria.
