El 98 % de los menores de entre 10 y 15 años utiliza internet habitualmente. La red y las nuevas tecnologías forman parte de su vida cotidiana, de ahí la importancia de conocer los riesgos a los que se exponen y cómo prevenirlos. Ese es el objetivo de ‘Las aventuras del Equipo Ciber’ (Shackleton Kids), el libro infantil obra de Yaiza Rubio y Cristina Serret, e ilustrado por Artur Laperla presentado hace unos días en el Espacio Fundación Telefónica.
Experta en ciberseguridad, analista de inteligencia, Chief Metaverse Officer del grupo Telefónica, Yaiza Rubio (León, 1987) recordaba que hay que distinguir entre cibercriminal y hacker. “La diferencia es que los hackers nos dedicamos a usar la tecnología y las redes para hacer el bien”. En la presentación también ha participado Martha Vilabona, consejera técnica del Ministerio de Educación y Formación Profesional, donde dirige el área de Alfabetizaciones múltiples de la Subdirección General de Cooperación Territorial e Innovación Educativa.
“Niños, jóvenes y adultos debemos se capaces de desenvolvernos en el mundo digital con seguridad y responsabilidad”, apuntaba Vilabona. “Comprender el funcionamiento de la tecnología implica ciudadanos que sepamos usarlas de manera autónoma, responsable y crítica. Ese aprendizaje incluye la literatura infantil. Además de fomentar el hábito lector favorece otros aprendizajes útiles”.
Ciberacoso
En 2017, Yaiza Rubio se convirtió en la primera hacker española en participar en las conferencias internacionales ‘DefCON y BlackHat’. Ese mismo año fue nombrada Cibercooperante de honor por el INCIBE (Instituto Nacional de Ciberseguridad), distinción otorgada a figuras públicas cuya labor contribuye a fomentar el respeto y el uso responsable de las tecnologías.
“Uno de los problemas con los contenidos es lo compleja que resulta su eliminación. Aunque el creador del contenido lo elimine, hay métodos para prolongar su permanencia, como pantallazos o servicios que recapitulan información”, detallaba Rubio. “Si hubiera ciertas barreras previas nos pensaríamos su publicación, pero las plataformas ofrecen la rápida y sencilla creación de contenido. En este punto lo importante es ponernos en la piel de la otra persona antes de publicarlo. Cualquier cosa puede ser objeto de viralizacion. En el lado del acosado, es clave que tenga la capacidad de levantar la mano y pedir ayuda a sus padres o personas de confianza”.
Martha Vilanoba añadía que el problema con el ciberacoso es la extrema capacidad de un contenido para hacer daño en tiempo récord. “No es necesario un criterio de repetición, como en el acoso ‘tradicional’. Basta con que un mensaje o un vídeo sean enviados una vez para multiplicar su efecto y llegar a grandes audiencias”.
Implicaciones y errores
La representante del ministerio argumentaba que las consecuencias del ciberacoso pueden ser más dañinas que las del acoso físico. “Los efectos van desde el estrés crónico (que puede prolongarse hasta la edad adulta), la ansiedad y la depresión hasta, en casos extremos, los pensamientos suicidas”.
Para Martha Vilabona el centro lo debe ocupar la educación. “Las familias tenemos que educarnos en el ciberacoso evitar algunos errores comunes”. La experta se detenía en lo contraproducente que resulta prohibir el uso de la tecnología pensando que así desaprecerá el ciberacoso. “Lo único que lograremos es que nuestros hijos estén más aislados (ser parte de una red social es serlo también de un grupo en un momento de búsqueda de identidad) y que pierdan confianza en nosotros”.
Otro fallo tiene que ver a su juicio con percibir que el ciberacoso sucede entre extraños, cuando lo más habitual es que nazca en el círculo más próximo. “Es importante hablar con la víctima, pero también trabajar con el acosador. Quizá no sea del todo consciente del daño que ha podido provocar a partir de un simple click”.
Los falsos amigos
“Antes de crear nuestra identidad en una plataforma debemos ser cuidadosos. Tienen muchas lagunas para verificar que somos quienes decimos ser. Un mail o un teléfono no es suficiente para ratificar la fiabilidad”, explicaba Yaiza Rubio. “Abundan la suplantación de identidad y los falsos perfiles. Apenas hay que esforzarse para crearlos y algunas tecnologías ayudan, como las dirigidas a generar artificialmente fotos de perfil realistas”.
Según la experta, necesitamos otras variables para identificar la veracidad de un perfil. “La plataforma no lo va a hacer por nosotros. Nos quedan las opciones de privacidad y seguridad donde evitaremos que cualquiera pueda contactarnos. También limitar que lo que publicamos sólo lo vean nuestros amigos; en niños no tiene mucho sentido otra cosa. A las redes les interesa incrementar el número de usuarios y la interacción entre los mismos. Ello implica más tiempo dentro. Y, por supuesto, jamás hay que quedar en persona con alguien que no estás seguro de conocer”.
Para Rubio, la llegada del metaverso supondrá el traslado de estas plataformas sociales a mundos virtuales. “Meta apuesta por el metaverso porque tiene una red social. Microsoft lo hace ya que cuenta con perfiles asociados al ámbito empresarial. De nuevo nos tiene que preocupar la contactabilidad: aunque sea un mundo virtual, ¿hasta que punto dejo que se me acerque cualquiera?” Pese a las analogías, Yaiza Rubio confía en que el metaverso traiga más elementos positivos que las redes sociales, al menos si marcamos como punto de partida la deriva que han tomado en los últimos tiempos.
Un nuevo currículo educativo
Martha Vilabona aludía a otras prácticas habituales en el ciberacoso vinculadas al sexting. “Cuando una pareja de adolescentes lo practica, lo hace en confianza. El problema viene cuando la relación acaba mal y esas imágenes íntimas pueden ser utilizadas para perjudicar a la otra persona. Debemos educar a nuestros hijos en la confianza en los demás, pero también en la discreción, la prudencia y el respeto. La familia ha de convertirse en un espacio de calidez y cuidados donde se hable de sexo con naturalidad. Fomentaremos que las relaciones, acaben o no, siempre sean respetuosas con el otro”.
La responsable pública anunciaba que el currículo educativo va a empezar a prestar mucha más atención a la alfabetización mediática, desde la educación primaria hasta el fin de la secundaria. “Que sean nativos digitales, manejen los dispositivos con destreza y sepan acceder a internet, no significa que niños y adolescentes conozcan las implicaciones de usar determinadas tecnologías y los riesgos a los que se exponen. Además del trabajo en las aulas, los padres podemos proporcionarles libros, ver con ellos determinados documentales o visitar sitios web con recursos interesantes, como el del INCIBE. No podemos dejarlos con el dispositivo y fiarnos, sino protegerlos en todo momento”.