En la segunda jornada de ‘¿Cómo llegaste hasta ahí?’, celebrado bajo el marco del Festival Internacional de Cine por Mujeres, en colaboración con Fundación Telefónica, tres directoras de cine –Yvette-Paz Soldán (Bolivia), Sonja Prosenc (Eslovenia) y Chus Gutiérrez (España)– han hablado sobre sus trayectorias, cómo es el papel de las mujeres en el sector, de su cine y sobre la situación de la industria cinematográfica en sus respectivos países.
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Yvette-Paz Soldán
Natural de Bolivia, Yvette-Paz Soldán ha presentado en el Festival Internacional de Cine por Mujeres su ópera prima, ‘La tonada del viento’, donde también ha participado como guionista y directora de fotografía. De hecho, como fotógrafa, ha trabajado en más de 15 largometrajes, ya sea en la función de Gaffer, en foto fija o en dirección de fotografía. Ha trabajado con reconocidas empresas mediáticas internacionales como Discovery channel, Travel channel, ABC y la BBC entre otras.
Pero la realizadora empezó su trayectoria como técnica de iluminación. “Me encargaba de las luces, algo que suelen hacer los hombres en todas las películas. Fue duro formar parte de ese mundo porque, en Latinoamérica, aunque imagino que será igual en todo el mundo, es muy difícil ser una mujer y trabajar rodeada de hombres. Creo que ese fue el primer obstáculo que encontré.
Cuando inició su carrera, sabía que quería centrarse en la fotografía porque le encantaba contar historias a través de una imagen. Al final, se le presentó la oportunidad de cursar un máster de escritura de guiones y fue entonces cuando cursó mis estudios de máster en una escuela cubana, en San Antonio de los Baños, y en Noruega, en la Universidad de Bergen.
“Fue en ese momento, tras obtener el máster, cuando empecé a escribir con un proyecto que comencé hace más de diez años y que fue muy difícil de realizar porque no encontraba cómo finalizar la producción. Sobre todo, cuando se vive en un país donde esta industria es inexistente. Me llevó mucho tiempo encontrar gente que se interesase por mi historia”, ha revelado.
“Disfruté mucho. Realmente, desde el momento en el que empecé a hacer cine, supe que era lo mío. Sin embargo, era como un desafío cada día. Trabajé en tantas películas… y, al principio, trabajaba con los cables, con la iluminación, como asistente”. De todos modos, ha considerado que ahora está “en un momento creativo, ya que por fin he terminado mi ópera prima, y creo que lo he hecho con la sensibilidad propia de la mujer”.
Sobre la importancia de Soldán en el cine de su país cabe apuntar que, de media, en Bolivia se hacen unas cinco películas del año. Aún así, el año pasado se hicieron 16, la primera vez que se hacían tantas en un año. Fue posible gracias a un fondo hecho en Bolivia que está financiado por el Gobierno. “Estamos intentado recuperar ese fondo este año, ya que tenemos problemas sociales y contamos con un nuevo Gobierno. Pero ha sido excepcional”, ha subrayado.
En cuanto a la mujer, hay muy pocas directoras en Bolivia. Allí todas se conocen –“somos tres o cuatro”, ha apuntado–. Aunque ahora, con la pandemia han averiguado que hay muchísimas mujeres en el sector del cine. “Así que creamos un movimiento y, durante todo el período de pandemia, nos hemos dedicado a conocernos, a conocer a cada mujer, en cada departamento de Bolivia. De este modo, intentamos crear algo similar a una plataforma para ayudarnos entre nosotras a crear nuestros proyectos”.
Asimismo, en Bolivia existe una institución llamada CEFREC, que se centra específicamente en pueblos indígenas. Hay muchas etnias que están inscritas en esta Fundación, cuya función es ayudarlos a producir sus películas. “Y hay una gran cantidad de directoras mujeres, procedentes de diferentes partes del país que están actualmente desarrollando sus proyectos. Se trata de producciones muy pequeñas, pero son muy familiares y se ayudan mucho entre ellas”.
Sonja Prosenc
La eslovena Sonja Prosenc ha sido seleccionada como una de las ocho directoras europeas emergentes más interesantes de 2016 por Cineuropa. Es la creadora de dos películas: ‘The Tree’ (2014) y ‘History of Love’ (2018). Este segundo largometraje una coproducción entre Eslovenia, Italia y Noruega, y ha seleccionado como candidato nacional al Óscar 2020.
“Yo no sabía desde niña que me dedicaría al cine, para nada. Cuando estaba a dos años de estudiar en la universidad, sentí realmente que quería rodar documentales. Decidí estudiar Periodismo como carrera universitaria, creía que sería un buen camino para llegar a rodar documentales. Sin embargo, durante la carrera, me interesé mucho más por la ficción. Y tuve un tutor estupendo, que era un académico, pero también un poeta reconocido en todo el mundo. Creo que por eso me vi muy influenciada por él y aprendí muchísimo de él”, ha explicado sobre sus inicios.
Después de la universidad, fue al TorinoFilmLab, que estaba organizado un programa de posgrado de un año de escritura de guiones en Italia. Más tarde, recaló en el Meet Point de Praga, una academia de cine, si bien, siguió relacionado con la escritura de guiones.
Sonja Prosenc cree que tiene “mucha suerte” por haber rodado dos películas en los últimos años. “Dicen que la segunda es más difícil por las expectativas que tienes de ti misma y por lo que los demás esperan de ti. De hecho, cuando estábamos elaborando ‘History of Love’, tuvimos que desarrollarla mucho más. Había mucha gente que quería ver cómo quedaba, participó mucha gente porque fue la primera colaboración entre Eslovenia y Noruega”, ha explicado.
“Fue una gran experiencia, pero hubo un punto, antes de empezar a rodar: mi productor me dijo que sabía que había mucho revuelo alrededor de la película, que muchas personas estaban pendientes de ella, pero que rodara como si no pasase nada. Seguí su consejo, no pensé en nada”.
Según ella, se trata de una película muy íntima, con una estructura poco convencional, una estructura que sigue la línea emocional y el mundo interior de su personaje principal, una chica de 17 años. “Fue una experiencia muy profunda el grabar esta película. Además, invertimos mucho tiempo, casi medio año, editando el sonido para poder transmitir todo lo que puede ofrecer el sonido. Fue como construir un pasaje sonoro desde cero. Disfruté mucho de todos los aspectos del rodaje de esta película".
Su objetivo con la película era crear una especie de remanso de acontecimientos, de pensamientos y de recuerdos. Y combinarlos todos, ya que, para ella, no se organizan de forma consecuente. De ahí lo que intentaron hacer con el sonido, crear esa sensación de fluidez.
Por otra parte, Sonja Prosenc ha querido destacar las “muchas similitudes” entre Eslovenia y Bolivia en lo referente a la cinematografía. Y es que las cifras son prácticamente iguales. “En Eslovenia, la primera película dirigida por una mujer fue en 2002. Me parece muy tarde. Desde entonces, creo que solo unas cinco directoras tuvieron la oportunidad de rodar un largometraje financiado por el Centro Nacional de Cine. Por supuesto, también disponen de una especie de plataforma informal, no oficial, donde intentamos reunirnos de vez en cuando y donde puede verse que existen muchas directoras. Lo que sucede es que no se les da la oportunidad”.
Chus Gutiérrez
La granadina rodó en EEUU, en 1991, su primer largometraje, ‘Sublet’. Ya en España dirigió ‘Sexo oral' (1994) y ‘Alma gitana’ (1995). También realizó ‘El calentito’ (2005), una película ambientada en la “movida madrileña” y ‘Retorno a Hansala’ (2008), que narra la problemática de la inmigración africana.
Chus Gutiérrez nació en 1962 en una familia extensa. “Éramos siete hijos entre niñas y niños y era muy difícil encontrar espacio para tener un poco de intimidad. Empecé a leer y descubrí que se podía leer y estar sola. Desde entonces, la literatura fue siempre muy importante para mí. Empecé a ir al teatro también. Tenía una amiga y ambas soñábamos siempre que yo iba a escribir para ella y ella iba a ser la actriz, sueños de adolescentes. Pero cuando terminé la escuela no sabía qué estudiar. Pensaba hacer Derecho. Mi madre, que fue siempre muy comprensiva decía que debía hacer lo que realmente quisiera”.
Empezó en el cine por casualidad. Trabajando en una pequeña empresa de vídeos, con amigos, utilizaba un magnetoscopio enorme, de unos 60 kilos, y con él imaginaba nuevas historias. Tras esta revelación, decidió irse a Nueva York a los 21 años y empezó a trabajar en películas y en cortometrajes, con estudiantes de la Universidad de Nueva York. “En aquel momento, fue la primera vez que alguien me preguntó: ¿a qué quieres dedicarte? ¿Quieres ser maquilladora? No, yo quería hacer películas. No me importaba dedicarme a la producción, al sonido, a la cámara o lo que fuese, pero quería hacer películas, no maquillaje. Esa fue la primera señal”.
Después, rodó su primera película. “Fue muy difícil de rodar, pero tengo que decir que todas lo son. Creo que, como mujer, de lo que me di cuenta es que los productores, la televisión, todas las personas que deben financiar la película no suelen confiar en las mujeres en cuanto al dinero, obviamente”, ha asegurado.
Para ella, el problema es que “siempre se rueda con los recursos que tienes y estos siempre son inferiores a los de tus compañeros hombres y de tus directores masculinos contemporáneos. No sé cuál es la razón. Algo que pasa últimamente, y creo que se podría hacer un estudio de ello, es que, en términos generales, las mujeres no llegan a hacer ni el 10 % de las películas de todo el mundo. Y, a pesar de ese bajo porcentaje, vamos a los festivales internacionales de cine y vemos que muchas mujeres ganan muchos premios por sus películas".
A Chus Gutiérrez le gustaría revisar esas estadísticas porque, según ella, “es muy interesante que las directoras estemos haciendo tan pocas películas y estemos obteniendo una repercusión tan grande. Podríamos alcanzar más trascendencia e importancia en los festivales de cine”.
Para ella, rodar siempre difícil, como le ha pasado con ‘Rol & Rol’, su último documental. “Quería grabar este documental porque me di cuenta de cómo funcionan los medios de comunicación. Por ejemplo, asistes a un festival y ganas el premio al mejor guion y a la mejor dirección y, de repente, miras la prensa y tienes que buscarte bien a conciencia y no es hasta el tercer o cuarto párrafo que por fin aparece tu nombre”.
Ha declarado: “Muchas veces somos invisibles. Quizá no invisibles, pero no tenemos la representación que merecemos. Por ello, pensé en mi experiencia como directora de cine, como mujer directora, y analicé cómo se nos representa, cómo se nos representa en las películas, en los medios, en la televisión”.
Pensó que tenía que hablar sobre esta representación. “Por eso, mi último documental habla sobre ello. Cuando buscábamos financiación para grabar este pequeño documental, íbamos a las televisiones y nos decían: ‘¿otro documental sobre mujeres?’. Por favor, ¿cuántos documentales habremos visto sobre el Holocausto, la Guerra de Vietnam o la guerra del proletariado?”.
“Pues soy directora, se me debería respetar, tengo una carrera, puede confiar en mi punto de vista. Pero no tengo esa sensación, en mi experiencia. Normalmente es difícil que cada película salga como tú quieres y tenga el presupuesto que necesitas. A veces, se te ocurre una idea, pero no dispones del dinero necesario, así que haces lo que puedes. En fin, es una época complicada”.