En su tercera edición, el Festival Internacional de Cine por Mujeres, ha propuesto un acercamiento a la profesión de dirección de fotografía bajo el título ‘¿Cómo llegaste hasta ahí?’. En la mesa redonda, celebrada con la colaboración de Fundación Telefónica, se ha puesto de manifiesto que el oficio de la dirección de fotografía “todavía está tradicionalmente asociado a los hombres por cuestiones de estereotipos de género, de tradición o de puro conservadurismo”. Sigue siendo una de las de más difícil acceso para las mujeres dentro de la industria fílmica. Y todavía no abundan en el sector, pero las hay.
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La reunión ha comenzado con una cita de la influyente teórica feminista Laura Mulvey, que escribía en 1975: “En un mundo ordenado por el desequilibrio sexual, el placer de mirar se ha escindido entre activo masculino y pasivo femenino. La mirada determinante del varón proyecta su fantasía sobre la figura femenina a la que talla a su medida y conveniencia. En su tradicional papel de objeto de exhibición, las mujeres son contempladas y mostradas a la vez con una apariencia decodificada para producir un efecto visual erótico tan fuerte que puede decirse de ellas que connotan para ser miradas”.
Rita Noriega
Rita Noriega ha trabajado en más de 25 países rodando largometrajes, series de ficción, videoclips, largometrajes documentales y numerosos spots publicitarios y ha trabajado con directores como Kike Maíllo, Eduardo Chapero Jackson, Gracia Querejeta, Jorge Dorado, Paula Ortiz, Álvaro Pastor, Esteban Crespo, entre otros.
“Me imagino que el camino de cada una de nosotras es muy distinto. Yo empecé a estudiar fotografía muy joven, a los 15 años, y seguí fotografía fija durante tres años”, ha explicado. “Simplemente por puro hobby, porque me gustaba. Después de eso, como no sabía qué quería estudiar, empecé la carrera de Filosofía. Y me encontré con mucha gente a la que le gustaba mucho el cine, así que empezamos a rodar cortos. Como la única que sabía algo de cámaras y luz era yo, me convertí en ‘dire’ de fotos”.
Tras eso, varios de los que estudiaron la carrera empezaron a estudiar cine y fueron a la Escuela de Cine de Madrid (ECAM). Por casualidades de la vida, en esa época conoció a un director de fotografía, Juan Ruiz Anchía. “Había venido a hacer una película en España y justo antes de entrar yo en la ECAM, por cosas que no tenían nada que ver, lo conocí y acabé trabajando como meritoria de cámara en la película. Ahí me di cuenta de qué era lo que quería hacer”.
Empezó a estudiar para ello y, a la vez, trabajaba como auxiliar de cámara. De hecho, cuando terminó los estudios, estuvo diez años trabajando como auxiliar y ayudante de cámara. Hizo el recorrido que se hacía antiguamente. “Era un oficio en el que ibas aprendiendo desde aprendiz y, poco a poco, ibas subiendo. A partir de un punto decidí que lo que quería hacer era dirección de fotografía. Como durante todo ese tiempo estuve haciendo cortos, y tenía, más o menos, contacto con directores decidí que tomaba esa difícil decisión de dar el salto y arriesgarme a decir que solo trabajaba como directora de fotografía».
Desde entonces, volvió a hacer otra vez proyectos, pero más pequeños. “Volví a proyectos pequeños, documentales, publicidad, vídeos industriales, etcétera. Poco a poco, otra vez, fui creciendo. Hice mucho documental al principio, un género que me encanta. Luego publicidad, volví a meter cabeza en ficción, en series principalmente, y ya hice mi primer largo”.
La peculiaridad, por así decirlo, de ser mujer directora de fotografía se ve hablando de cifras. Hace poco salió el informe CIMA, en la Seminci, y, según Rita Noriega, “las cifras son alucinantes, me han sorprendido especialmente. Para mal. Yo pensaba que en los últimos dos años las cifras habían cambiado mucho, sobre todo, con el tema de las cuotas, de las cuotas de subvenciones y, en realidad, no han evolucionado tanto”.
Ahora mismo, en ficción, las mujeres representan un 9 % de las producciones. Esto es, que en un 9 % de las producciones hay una directora de fotografía. En documentales, un 12 %, un poco mayor. En 2015 había un 9 %, en general; ahora estamos en un 10 % si se suman todos los géneros cinematográficos. También ha habido vaivenes: en 2016 era un 2 %, en 2017 un 7 %.
“Yo realmente pensaba que las cuotas habían hecho que esos números se disparasen bastante porque, también en mi realidad, fue así. Hace tres años se tomó la decisión de que hubiese una cuota para la subvención cuando tenías una directora de fotografía. El mes que se dio esta información recibí tres llamadas para hacer la fotografía de tres películas. Realmente funciona. De hecho, desde entonces, fue cuando empecé a hacer largometrajes”.
Núria Roldós
Núria Roldós ha sido la primera mujer en firmar un largometraje como directora de fotografía en España, en 1993. Lleva más de 20 años detrás de la cámara encuadrando e iluminando películas y, actualmente, es vicepresidenta de AEC, la Asociación Española de Directoras y Directores de fotografía.
“Yo empecé de casualidad. Sin querer. Empecé joven, entré en un rodaje de manera casual. Me pareció fascinante, me encantó, y lo que vi claro era que mi posición estaba en el equipo de cámara. Primero por la cámara y demás y luego por la fotografía. En casa siempre había habido mucha fotografía, mi padre hacía muchas fotos, trabajaba en una empresa de material de fotografía. Por lo que sea, tenía facilidad y le encantaba. La generación de mis padres no tenia mucho tiempo para los hobbies, aunque igualmente hizo muchas fotos”, ha ilustrado.
La fotografía siempre estuvo en su casa, pero se di cuenta luego, cuando empezó a trabajar. «No es que esto me empujara a la fotografía –ha subrayado–, sino que cuando fui al rodaje y vi cómo era todo eso, pensé que mi puesto estaba allí. Empecé de meritoria, con mi furgoneta, llevando el equipo de cámara. Empecé por lo más bajo. Luego fui auxiliar de cámara. En ese momento, no me di cuenta de que no había otras mujeres en Barcelona haciendo de auxiliar de cámara, fue más tarde cuando me fijé en ello”.
Núria Roldós nunca pidió un trato distinto. Según ella, se consideraba una igual y, de hecho, siempre le han tratado como una igual. «He pasado mis años de auxiliar y ayudante disfrutando bastante de mi trabajo. No vengo de escuela Fui día a día picando piedra. Y fue en el 93 cuando hice mi primer largo como directora de fotografía. De hacer publicidad como auxiliar de cámara a hacer un largo… Tampoco me planteé ‘ahora empiezo a ser directora de fotografía’. Supongo que el aprender así, un poco del día a día, no te da esa seguridad. Cuando de repente te ves con el fotómetro ya es cuando dices: ‘ahora sí’. Ahí es cuando te viene todo lo que has aprendido”.
Por “cosas de la vida” se fui a vivir a Irlanda. Estuvo allí casi veinte años, y en la isla se acercó al mundo del documental. “Me encantó, son equipos más reducidos, historias más personales. Así que, tanto entonces como ahora, combiné el documental con la ficción”.
La directora de fotografía ha explicado que, de alguna manera, se ha pasado la vida siempre siendo segunda de a bordo. Y que se siente muy bien ahí. “Cuando te entiendes con un director, o directora, y vas a por lo mismo, es lo que más me gusta de este oficio. Hace unos años montamos el colectivo y me he sentido más arropada, he sentido que no era la única, porque sí que he tenido muchos años de llanera solitaria, la verdad es que no había muchas mujeres. Y de estos últimos años para acá, creo que ha habido un cambio cualitativo. Hay muchas más mujeres haciendo cosas fantásticas”.
Teresa Merino
Teresa Merino, la actual presidenta de la AEC, fue admitida en el American Film Institute y es la primera mujer en ser seleccionada como Directora de Fotografía para realizar el proyecto de segundo año y conseguir el Master. Residió en Los Ángeles durante doce años y trabajó en múltiples producciones como ‘Cosas que nunca te dije’ o la primera temporada de ‘Las chicas Gilmore’.
Lo suyo no fue casualidad. Se enamoró de la fotografía a los doce años. Como ella misma ha recordado, empezó a hacer fotos y las revelaba en una tienda de barrio. “Sacaba las fotos encima del mostrador y le preguntaba al tendero qué había fallado. Esa fue mi primera escuela. El hombre, con mucha paciencia, me explicaba cosas de fotografía. Me preguntó que por qué no me compraba un libro o dos o tres… Y así seguí hasta que me compré ‘La oratoria en blanco y negro’. Tenía que esperar a que fuera de noche porque solo habría un baño en casa y necesitaba utilizarlo como laboratorio”.
“Lo mío fue absolutamente pasional. Y sigue siendo pasional. Creo que todo lo que se puede expresar en una imagen es tan evocador y es tan sublime, tan emocional, tan tridimensional que, por eso, creo que la fotografía es algo que me llama. Aunque lo veas atrapado en una pantalla, te traspasa emocionalmente eso me parece absolutamente maravilloso”, ha afirmado.
Merino ha contado que su primera relación con el cine vino por un suspenso. “Suspendí un examen que era de fotografía. Por supuesto, me rebelé. Fui a hablar con la profesora y me aconsejó que fuera a ver a José Luis Alcaine, que estaba rodando en Madrid. Que ella llamaba y me presentaba. Así que fui allí y todo el mundo muy amable conmigo. Sí recuerdo que me preguntaban si tenía familia en cine. Y no, mi padre es ascensorista. Y me decían que no iba a conseguir nada en el cine porque el cine viene de familias”.
También se dio cuenta de que se podían visitar rodajes. Así que llamó a otro director de fotografía. “Llamé a Carlos Suárez, que me dejó ir allí. Y de ahí pasé a Juan Amorós, luego Teo Escamilla y, de pronto, fui contactando con todo el mundo. En realidad, nadie me decía que por ser mujer no podía hacerlo. Lo que sí me decían es que sin familia no entraba en cine. Eso sí que me caló y decidí que, como no la tenía, a lo mejor me tenía que ir a un lugar donde las familias importaran menos. Así que me fui a EEUU”.
Allí se le abrieron las puertas. Con mucha suerte y, sobre todo, con mucho trabajo. “Fue una experiencia muy enriquecedora. Para mí, lo más era tener todas las cámaras, todas las posibilidades, y rodar, y equivocarme, y volver a rodar, y equivocarme otra vez. Quemé mi primer año allí y fui la primera mujer en ser seleccionada para el segundo año”.
Empezó a rodar en EEUU, consiguió su primer largo, el segundo, consiguió un agente y desarrolló su carrera. Una carrera “por suerte, bonita, aunque con momentos duros. Los momentos duros es cuando nadie te llama. ‘No hay mayor desprecio que el no aprecio. Y esto sucede cuando no te suena el teléfono”.