Cuando los caminos de Celina Tamagnini y Luis Ribó se cruzaron, el compromiso con la sostenibilidad que habían demostrado por separado adquirió una nueva dimensión. Emprendedora genuina de Argentina a Lisboa pasando por Reino Unido, Tamagnini formó parte del equipo de comunicación de PepsiCo antes de poner en marcha Circoolar en noviembre de 2019. Después de 12 años volcado en el ‘activismo’ de la sostenibilidad, la consultoría y la RSC, Luis Ribó no dudó en sumarse al proyecto. Juntos han dado forma en estos dos años a una nueva concepción del diseño y la comercialización del textil corporativo: ético, ecológico y circular.
Ropa laboral e industrial, mascarillas, mechandising textil, reciclaje de fieltro… Luis Ribó asegura a Innovaspain que actualmente no existe una alternativa similar a su propuesta en el mercado de la ropa laboral. Su lema es ‘Fui, Soy, Seré’. “Las prendas fueron un residuo, son personas empoderadas y menor impacto medioambiental, y serán residuo cero”.
Fabricada con materiales eco-friendly (poliéster reciclado, algodón orgánico o reciclado), la ropa de Circoolar está elaborada en talleres sociales de confección local. “Generamos empoderamiento femenino y segundas oportunidades para personas en riesgo de exclusión. También colaboramos con talleres profesionales de proximidad donde se cumplen las condiciones dignas de trabajo”, señala el cofundador de la empresa.
¿Qué ocurre cuando la prenda llega al final de su vida útil? “Diseñamos de tal modo que facilitamos el reciclaje posterior de las prendas. Para ciertos volúmenes, ofrecemos un servicio de recogida de uniformes. Así aseguramos su entrada en un gestor de residuos textiles que les dotará de una segunda vida”, detalla Ribó.
Con más de 30.000 unidades vendidas, Circoolar evitó en su primer año residuos de más de 10.000 botellas de plástico y empoderó a más de 20 familias. Multiplican los reconocimientos (Premio EcoDisruptive de Sanitas y Bupa), los certificados (como goCircular Pass de TheCircularLab, Ecoembes) y su integración en diferentes asiciacioens (ASIRTEX, TEXFOR o a Asociación de Resturantes sostenibles). Consideran que parte de este buen arranque procede de no haberse empapado de los prejuicios originados en una visión sesgada del sector textil. “Somos capaces de pensar out of the box. Nuestra voluntad es contribuir al impacto positivo tanto a nivel social como medioambiental”.
Así han sido capaces de impulsar un modelo de negocio disruptivo en el mercado de la ropa laboral. “Queremos cambiar la dinámica de la industria textil y la moda desde dentro de las empresas” con el foco en la ropa laboral y uniformidad “o, lo que es lo mismo, en la forma de vestir de las empresas”. Rompemos con el modelo lineal extraigo-fabrico-consumo-tiro. Hemos llegado a una situación social y medioambiental insostenible”, afirma.
Pero emprender no es sencillo. “Tampoco hacerlo con una filosofía como la nuestra”, asegura Ribó, y reconoce que el camino no ha sido fácil. “Definir un modelo de impacto, la búsqueda de partners y proveedores, las primeras reuniones comerciales a puerta fría…” El cofundador de Cicrcoolar añade a estas barreas iniciales la escasez de recursos; tener que ponerse “diferentes sombreros” según el momento, y ser eficiente con todos ellos. “Ha llovido mucho, y hemos aprendido aún más”.
En el trayecto hasta hacerse un hueco en la industria, las leyes no escritas, pero casi inamovibles del sector, no han ayudado mucho. “Hablar de slowfashion cuando el cliente pide resultados fast es complejo. Ni aplicar la sostenibilidad en cada paso, ¡pero el mundo es de los valientes!”
Un buen momento
Ribó opina que cada vez con más las empresas que se alinean con sus argumentos. Entre los clientes de Circoolar están ISDIN, Uriach, Aguas de Barcelona, Consum o La Cocina de los hermanos Torres. “La sostenibilidad es para ellas un factor estratégico, presente en su día a día. La forma de vestir de las empresas expresa mucho sobre su personalidad y posible activismo”. “Las posiciona en el mercado, añade Ribó, hace sentirse especial al empleado cuando ‘viste’ la camiseta de los valores corporativos. Es importante porque fomenta el orgullo de pertenencia y, en general, una cultura corporativa basada en la sostenibilidad”. Más allá de la empresa, Luis Ribó percibe que este movimiento ha llegado a distintos gobiernos, con nuevas leyes y proyectos, y a una ciudadanía que ha adquirido un compromiso creciente.
Con estas bases, en Circoolar piden que 2022 sea el año de la sostenibilidad real. “Confío en que empresas y ciudadanos nos demos cuenta de su importancia para ponerla donde se merece con acciones reales y tangibles”. Ribó apuesta por un cambio de modelo. “No podemos ser sostenibles al precio de insostenibles. Debemos ser capaces de comprender esta realidad. Más si cabe en sectores como el textil, donde la propia dinámica nos ha llevado a normalizar precios irrisorios, sin pensar en el coste social y medioambiental que se esconde detrás”.
A escala empresarial, esperan que crezca la nómina de empresas comprometidas en aras de un presente más justo y sostenible. “Pueden contribuir a ello a través de un pequeño gesto como es el de vestir a sus personas cada día”, concluye.