"De todos los trabajos se aprende con la experiencia. Pero en África mucho más". La realidad de Turkana generó en la cirujana Carmen Hernández una mezcla de temor, rabia e impotencia. Así lo escribió en un diario durante sus primeros viajes a este pueblo de Kenia en el que apenas viven 340.000 personas. Aunque vivir no es el verbo más adecuado en este caso. Más bien sobreviven. Allí la situación sanitaria es extremadamente precaria, con una mortalidad infantil que solo la crueldad de los datos refleja su gravedad: 220 niños mueren por cada 1.000 nacimientos y la esperanza de vida no llega a los 55 años. "Cirugía en Turkana es un proyecto de esperanza que me ha hecho ver que en el mundo desarrollado vivimos es una burbuja minoritaria", asegura Hernández.
El material que la doctora fue recopilando durante sus viajes le sirvió para transmitir a España lo que estaba pasando en un lugar al que a los dramáticos problemas de salud se añade la escasez de agua, la incomunicación y el aislamiento geográfico. "En el comienzo, mi marido me ayudó con la recaudación de fondos para organizar las campañas quirúrgicas y también con la logística. Cirugía en Turkana solo tenía seis personas y ahora somos más de 40", recuerda con orgullo Hernández al otro lado del teléfono.
La cirugía general ha adquirido gracias a su labor una nueva dimensión en Turkana. La misión principal del proyecto sigue siendo la asistencia quirúrgica, tanto a la que vive en Lodwar, ciudad donde está el Hospital del Distrito, como a la población de la región que incluye lugares como Nariokotome, que son núcleos de población situados a veces a cientos de kilómetros de Lodwar. "No solo la cirugía general es necesaria. Hay que trabajar en otros ámbitos como la ginecología y traumatología", avisa Hernández.
Tampoco vale solo con una incursión asistencial. "Hay mucho que mejorar en Turkana y en África en general. Muchas enfermedades que tratar de transmisión sexual e incluso otras que están completamente olvidadas", apunta la doctora. Hacen falta, pues, más manos. Por ello Cirugía en Turkana no ha escatimado en incorporar a jóvenes para la causa. "Somos unos de los pocos proyectos que admite estudiantes, concretamente de Medicina. Es fundamental que la gente joven se implique", se enorgullece Hernández.
En el futuro, Cirugía en Turkana pretende que el personal del Hospital del Distrito sea capaz de realizar las tareas de asistencia sanitaria sin necesidad de su ayuda, que haya médicos formados en el ámbito de la cirugía general y que el hospital funcione durante todo el año con personal local, lo que significaría que el sueño de la doctora Hernández por fin se ha cumplido.
Hasta el momento los datos son dignos de aplauso: 14 campañas (más de 100 días operando), más de 4.000 pacientes atendidos en consulta debidamente diagnosticados y medicados, más de 1.750 cirugías realizadas, entre generales y locales. También se ha construido un pozo en Nariokótome, que además de dar de beber a la población de Turkana mejora su ganado y riega parte de sus plantaciones en el norte. El proyecto también tiene apadrinados dos niños a quienes pagan estudios y manutención.
A pesar del COVID-19, su equipo tiene muchos proyectos en mente en este 2021 y espera realizar "una gran campaña quirúrgica" en mayo y junio. "La demanda de la sociedad siempre va por delante de la oferta", lamenta Hernández, aunque deja un mensaje que invita a la esperanza: "España se ha convertido en un país maduro que en cuestión de décadas ha pasado de ser beneficiario de las ayudas a ofrecerlas. Vamos por el buen camino". El mejor ejemplo está en Turkana.