El SARS-CoV-2 tiene reservorios animales y, por lo tanto, no puede ser erradicado por completo. Sin embargo, las vacunas nos han permitido superar -no al mismo ritmo en todos los países- la etapa más crítica de la pandemia. ¿Cómo conviviremos a partir de ahora con el virus? Una nueva edición de los Debates Caixa Research ha reunido al epidemiólogo Antoni Trilla (leer crónica de su intervención) y a Clara Prats, profesora agregada de la UPC, investigadora del BIOCOM-SC y responsable de modelos computacionales en el Centro de Medicina Comparativa y Bioimagen del IGTP.
Clara Prats considera que estamos en una fase de transición, aunque es complejo hablar de un único escenario. “Es probable que tengamos más olas. Sucede que en cada una entran en juego distintos elementos a considerar: nuestra inmunidad, la impredecible evolución del virus, su carácter estacional o las medidas de control”.
Respecto a este último punto, la investigadora opina que ahora es un buen momento para ‘abrir la mano’ en la ruta hacia nuevas normalidades. “La sexta ola ha provocado mucha inmunidad natural que aún no ha tenido tiempo de reducirse y las variantes están controladas. No hay señales de alerta a corto plazo. Vamos hacia el buen tiempo y a hacer vida en el exterior. Lo natural es dar pasos adelante, pero monitorizando todos los indicadores. Si algo va mal, lo mejor es volver atrás”.
Nuevo escenario, nuevo modelo
La complejidad del SARS-CoV-2 ha supuesto un reto para el expertise de Prats que ha influido en el comportamiento de otros virus. “Antes del COVID-19, era relativamente sencillo predecir la trayectoria de la gripe o del VRS; anticipar el pico una vez empezaba a aumentar la incidencia. Los patrones se repetían año tras año. Todo eso ha cambiado. Las piezas del puzzle se han movido”.
“El gran problema para controlar el virus ha tenido que ver con la capacidad de contagio de los asintomáticos”, afirmaba Clara Prats. “La retirada de las cuarentenas lo es también de los testeos sistemáticos. Asumimos que la población más vulnerable está más protegida y podemos permitirnos cierta circulación del virus. Está nueva forma de medir y transmitir la incidencia (no serán públicos datos diarios) obliga a replantear modelos”. En el caso particular de Cataluña, los ingresos hospitalarios se han estancado en los últimos días. “Sí hemos comprobado que las UCI siguen vaciándose. Aún nos encontramos con personas que llevaban meses ingresadas y han recibido ahora el alta”.
Incertidumbre para avanzar
La investigadora no tiene problemas en afirmar que la comunidad científica está habituada a convivir con la incertidumbre y la eventualidad. “Lo tenemos asumido. Me preocupa la politización de los datos y de la ciencia. Las cosas no son blancas o negras, mucha ciencia se hace con matices y con ‘la letra pequeña’; su dinamismo nos hace avanzar. En la vida real, sin embargo, es más fácil quedarnos sólo con lo que nos interesa como evidencia. Aún nos falta lograr una manera de trasladar que es bueno que la ciencia esté en los despachos y en las casas, que sea tenida en cuenta en la toma de decisiones”.
“Mi filosofía de vida es de disfrutar las pequeñas cosas. Así la incertidumbre es más llevadera”, explicaba Clara Prats a la hora de hacer balance de dos años muy difíciles para todos. “Siempre pendiente de los números, de modelos y de predicciones, he comprobado cómo la incertidumbre propia de la ciencia se ha trasladado a la realidad. La vida es impredecible”.