Investigadores del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) y del Cancer Research UK Cambrigde Institute, han desarrollado un método para descifrar el caos genético de los cánceres más mortales y utilizar esta información para tratarlos de forma más eficaz. El método, detallado en un artículo que publica Nature, facilita la detección de “huellas” en el genoma de los tumores que permiten conocer el mecanismo mutacional causante del desarrollo del tumor y, gracias a ello, posibilita identificar la vulnerabilidad de estos tumores contra la que dirigir el tratamiento.
La investigación ha sido codirigida por Geoff Macintyre, jefe del grupo de Oncología Computacional del CNIO, y Florian Markowetz, investigador senior del Cancer Research UK Cambridge Institute (Reino Unido). En la misma ha participado la investigadora del CNIO Bárbara Hernando. “Lo innovador de este proyecto es cómo afronta el manejo de los pacientes como cánceres muy agresivos o complejos”, explica Hernando a Innovaspain.
La evidencia científica determina que los tumores con un nivel muy alterado de inestabilidad cromosómica son más agresivos. “Son más resistentes al tratamiento convencional y pueden desencadenar metástasis. La novedad es que ahora tratamos de saber la causa de esa inestabilidad”, añade. Conocer la identidad genómica de los cánceres más agresivos facultará diagnósticos más precisos y una elección del tratamiento más óptimo para cada paciente. “Hemos abierto una puerta nueva para comprender el cáncer”, asegura Hernando.
Útil en mayoría de los casos
La investigadora del CNIO estima que un alto porcentaje de los pacientes oncológicos podría beneficiarse de esta nueva tecnología. “Nos basamos en los datos aportados por los clínicos, de los que se desprende que, alrededor de un 80 % de estos pacientes presenta inestabilidad cromosómica al inicio del tumor o cuando éste evoluciona y, por ejemplo, metatastiza. La inestabilidad cromosómica es un fenómeno habitual porque le da al tumor plasticidad; una flexibilidad que lo predispone a adaptarse y enfrentarse a todo lo que intente acabar con él”.
Bárbara Hernando insiste en que la investigación es de especial relevancia en los tumores más graves. “Es un tema complicado. Muchos de los tumores que definimos con alta inestabilidad cromosómica, como ovario o páncreas, ya llevan mucho tiempo desarrollándose en el paciente cuando son diagnosticados. El de ovario, por ejemplo, es asintomático. Por otra parte, en tumores primarios, donde no hay inestabilidad cromosómica al inicio pero sí cuando vuelve a aparecer el tumor o cuando provoca metástasis, siempre encontramos esa inestabilidad. Digamos que es una condición que el tumor necesita para ser agresivo”.
El siguiente nivel: anticiparse
Dado que muchos tumores agresivos son diagnosticados demasiado tarde, los autores del trabajo abrirán una nueva línea de investigación ligada al avance publicado hoy. “Vamos a aplicar esta nueva tecnología en lesiones premalignas. Si podemos observar signos de inestabilidad cromosómica o los mecanismos que la provocan, será más fácil suministrar un tratamiento preventivo. Es un proyecto adicional que arrancamos ahora. A día de hoy, en cánceres avanzados, la investigación que tenemos entre manos es capaz de alargar la supervivencia, pero no de curar completamente. Llegar antes sería lo ideal. Es lo que vamos a intentar”, detalla Bárbara Hernando.
En el plano tecnológico, el trabajo es capaz de tratar los datos del tumor y sus alteraciones con una secuenciación de muy baja resolución y en bloques de parafina, empleados por los patólogos en el diagnóstico del cáncer. “Sucede que en el proceso de introducción en bloques de parafina, el ADN es dañado. Esta mala calidad hace que abordáramos secuenciaciones de mutaciones específicas muy ‘emborronadas’, con mucho ruido. Por fortuna, pese a tener una muestra degradada, ahora en cualquier hospital podemos extraer ADN y secuenciar a baja resolución para obtener un perfil de las alteraciones del tumor”.
Bárbara Hernando alude así a una democratización que es la base de la investigación que han desarrollado. “Queremos llegar a todos los hospitales y a todo el mundo”, afirma. “Obviamente, para obtener los patrones hemos tenido que realizar un análisis muy amplio y profundo con ordenadores muy potentes". Los investigadores estudiaron la inestabilidad cromosómica de 7.880 muestras de tumores de 33 tipos de cáncer diferentes. "Pero, una vez definidos, los biomarcadores oncológicos resultantes estarán a disposición de los clínicos y los bioinfomáticos para que puedan actuar en cualquier lugar. Bastará un ordenador convencional para llevar a cabo las tareas de asociación y correlación en la elección del mejor tratamiento”.
Transferencia y colaboración
El grupo que ha realizado esta investigación ha puesto en marcha una empresa, spin off, llamada Tailor Bio, radicada en Reino Unido y que ha licenciado una patente sobre el método descrito en el artículo de Nature, además de otra patente obtenida sobre un trabajo previo que el equipo desarrolló en la misma línea de trabajo. La intención de los investigadores con estos pasos es que este avance comience a ser utilizado en la práctica clínica lo antes posible.
En el proyecto han colaborado además científicos y científicas de otros centros británicos, canadienses, belgas y alemanes. “El networking con diferentes investigadores y especialistas enriquece de una forma notable. Cada grupo tiene su visión, así que aprendemos mucho más trabajando en red; surgen las ideas y las dudas se disipan antes. Hace poco más de un año que llegué al CNIO y he dado un salto de experiencia impresionante. El aprendizaje aquí es fantástico. Contamos con investigadores de primer nivel mundial que cada semana comparten sus avances. Planteamos nuevas preguntas y las colaboraciones son contantes… Así es como la ciencia avanza, porque uno solo no puede asumirlo todo; es primordial hacer un uso intensivo de los recursos comunes para ir más rápido”, concluye Bárbara Hernando.