En medicina, una cohorte es un grupo de sujetos a los que se somete a análisis por un periodo determinado de tiempo. El objetivo es sencillo: realizar un estudio clínico y sacar datos para obtener una conclusión que prepare a la población ante enfermedades concretas. Aquello de “mejor prevenir que curar”. Pero en Cantabria, ahora, una cohorte va más allá.
El Instituto de Investigación Sanitaria Valdecilla (IDIVAL) busca a 50.000 personas residentes en Cantabria, entre 40 y 69 años -la franja de edad con más enfermedades- para ampliar objetivos y mejorar la medicina de precisión. Y es que, en esta ocasión y a diferencia de las demás cohortes, no se trata de analizar una enfermedad o los efectos de una vacuna; se busca cómo se desencadenan los problemas de salud.
Cantabria, con alrededor de 580.000 habitantes, siempre se ha visto similar a Islandia en cuanto a su organización y estudios, si bien estos últimos cuentan con un par de cientos de miles menos de personas. Si consiguen su objetivo, podrían dar con la tecla de ciertas enfermedades, servir como ejemplo para las demás regiones, e incluso servir como propia muestra para España. Convertirse en un banco de pruebas similar al que podría tener un país.
Este proyecto, Cohorte Cantabria, es multidisciplinar, multipropósito y ambicioso. Y, en solo un año, ha conseguido 14.000 voluntarios -cifras de principios de mayo de 2022-. “Todo un éxito”, afirma Marcos López, director científico de IDIVAL y responsable de la iniciativa.
Una idea a raíz de la pandemia
En diciembre de 2020, IDIVAL, viendo la necesidad de la vacunación de población con poco margen de tiempo, en plena crisis provocada por el COVID-19, pensó en la oportunidad de montar una cohorte poblacional en su entorno. 580.000 personas tenían que pasar por el sistema sanitario cántabro. Era una oportunidad de oro.
“Yo vengo del mundo de la investigación -explica López-, así que diría que es como una caja de animalario, en la que toda la población de Cantabria está bien controlada, estudiada y dentro de un sistema muy homogéneo de salud. Ya que iban a pasar para vacunarse, pensamos, vamos a aprovechar para montar Cohorte Cantabria”.
Entre los 40 y los 69 años es cuando ocurren más eventos de salud y de enfermedad. Por ello, con Cohorte Cantabria podrán ver cómo se desencadenan
Sin embargo, cuando arrancó el proyecto, en marzo de 2021, ya había iniciado la campaña de vacunación, por lo que no hubo posibilidad de ligarlo. Su solución fue la de seguir adelante con un proyecto único de cohorte. Esa ampliación de objetivos antes mencionada que solo tiene dos requisitos: tener entre 40 y 69 años y residir en Cantabria. “No es preciso que se haya nacido, solo residir, porque el objetivo de esta cohorte es seguir con más voluntarios en el tiempo”, apostilla López.
¿Por qué escoger entre 40 y 69 años? “Porque es el momento de la vida en que ocurren eventos de salud. Más que de salud, de enfermedad. Entonces, podemos estudiar los condicionantes de estos voluntarios para ver cómo se desencadenan problemas de salud. Y, de esta forma, poder desarrollar herramientas para estudiar mejor en medicina de precisión”.
López destaca que Cohorte Cantabria va en línea con todo lo que se pide un proyecto. “Nos ponemos también a disposición de Cantabria. Queremos ser líder en el tema pero, evidentemente, es una cohorte que aspira a federarse con otras y avanzar en el proyecto de medicina personalizada. Y hacia eso vamos”.
Cómo funciona Cohorte Cantabria
Cohorte Cantabria no es solo buscar voluntarios y mejorar la medicina de precisión. Hay todo un trabajo detrás que se ampliará en el tiempo. Con ese contexto, lo que hacen ahora mismo es “reclutar” personas.
Primero, se reclutaron voluntarios vía web. Pero, al tiempo, necesitaban un listado de 50.000 sujetos con las condiciones que tenía el servicio cántabro de salud. Todo esto, porque, como explica López, “cuando empezamos con el desarrollo, pensábamos en la campaña de vacunación y solicitamos un listado aleatorio de las personas que iban a vacunarse al servicio cántabro de salud. A partir de ahí, ahora lo que hacemos es ir llamando a los posibles voluntarios para que participen” Más específico. Quizá, algo más difícil.
Cuando acceden, van a IDIVIAL y allí reciben la información, firman, rellenan una encuesta de salud que proporciona el centro, -“una encuesta muy completa”, apunta el responsable de Cohorte Cantabria- y, cuando llegan, ya tienen las muestras para una analítica basal previa -una bioquímica, un hemograma y una serología infecciosa básica-.
“Más tarde, cogemos también muestras para nuestro biobanco y conservarlas para estudios para la cohorte. Guardamos muestras de sueros, de plasma y de células para material genético -DNA y RNA-. Y, de ese modo, es como podremos desarrollar estudios más precisos”, completa López.
Todo eso se enriquece porque se unen los datos de Cohorte Cantabria -ya que los voluntarios dan el permiso para ello- a datos clínicos de historia electrónica. De este modo, pueden conectar todo lo que tienen estos voluntarios de lo que recogen en el momento de entrada junto con su historia, con todo lo que han tenido. Y aspiran a fusionarlo con otra base de d<atos para la que también piden permiso desde IDIVAL, la llamada ‘hoja de consentimiento informado’, que tiene una serie de pautas -“muy completa, de nuevo”- y piden permisos para cosas actuales y de futuro relacionadas con la cohorte. Porque la idea es volver a llamarles e ir a visitarles cada tres años. Un proyecto continuado en el tiempo.
“A diferencia de otras cohortes -reafirma-, no buscamos estudiar enfermedades neurodegenerativas, no buscamos estudiar hepatitis, no buscamos estudiar ómicas en general, sino que lo queremos es que se vayan juntando y alimentando todo tipo de datos de todos los sujetos que entren en la cohorte; de manera que seamos capaces de explotarlo con datos globales de salud y datos sociales. Aspiramos a tener una recolección de datos de hábitos de vida, hábitos socioculturales y económicos que nos den información más allá del parámetro biológico, del parámetro de la ómica a la que estamos acostumbrados en muchas cohortes”.
Un individuo no es solo lo que se mide en el laboratorio, con pruebas; un individuo es todo lo que le rodea, y eso es lo que quieren agrupar en torno a Cohorte Cantabria. Y, de ahí, sacar la información que les ayude a entender cómo enferma la población. Sabiendo cómo enferma la población de Cantabria podrán entender cómo va a enfermar el resto de la gente del planeta. “Necesitamos los Next Generation porque la Cohorte tiene que autofinanciarse y permanecer en el tiempo (…) Para nosotros es fundamental acceder a los fondos”.
“Necesitamos los Next Generation porque la Cohorte tiene que autofinanciarse y permanecer en el tiempo”
El responsable de Cohorte Cantabria cuenta que este proyecto ha arrancado de forma independiente con fondos propios del IDIVAL. “Es como hemos arrancado, de entrada. Otra cosa es que intentamos, dentro de todo lo que es el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, que funciona para distribuir los fondos europeos Next Generation, conseguir financiación. Porque la Cohorte tiene que autofinanciarse y permanecer en el tiempo”.
López deja claro además que el arranque ha sido con el visto bueno del Gobierno de Cantabria, de la Consejería de Sanidad y Presidencia. “Hemos implementado el arranque con nuestros propios medios y el apoyo del servicio cántabro de salud. Y este es un proyecto que opta a los fondos, porque, básicamente, los necesitamos. Y qué mejor que fondos Next Generation: estos van alineados con todo lo que es la medicina personalizada y de precisión, así como los proyectos de cohortes de salud que, ahora mismo, se están favoreciendo bastante”.
Necesitan fondos, también, porque Cohorte Cantabria necesita personal contratado con cargo a ello, tiene que seguir reclutando más voluntarios, tiene que seguir manejando los datos de la cohorte -que no deja de ser un banco de datos - y, para eso, reitera una vez más López, les hace falta personal.
Pero no solo eso: “Necesitamos congeladores, necesitamos manejar las muestras para los estudios que vayan saliendo y necesitamos seguir a los voluntarios, volver a llamarles y visitarle cada tres años”.
Como recuerda el director científico de IDIVAL, “evidentemente” han establecido un presupuesto que ya han presentado al Plan de Recuperación y que está en torno a un millón de euros. “Hemos sido conscientes de lo que se nos puede dar, y no hemos querido pedir un presupuesto exagerado. Hemos balanceado los deseos con la realidad”, asume.
“Para nosotros es fundamental poder acceder a fondos Next Generation, porque la Cohorte es un proyecto que se va a quedar en el tiempo. Que me va a sobrevivir a mí y a todos los que lo hemos iniciado”. “Buscamos fondos a partir de proyectos competitivos y contactamos con industria que quiera trabajar con la cohorte, pero el apoyo de los fondos públicos será esencial”.
Lo que significa para Cantabria
López señala que los voluntarios van a ser la herramienta esencial para estudiar en un entorno muy controlado datos de medicina personalizada. Y va a suponer que la región sea la base de muchos estudios de salud asociados a una cohorte.
La campaña de #YoSoyCantabria ha sido fundamental para esta labor. “A medida que la hemos ido divulgando, la recepción ha sido estupenda y la captación funciona muy bien”, asegura. Además, Valdecilla da un sello de identidad. “Esto es fundamental y una gran fortaleza, porque para la población, Valdecilla es una marca que nos da sumo orgullo a los cántabros. Y, así, la gente participa de forma más fácil”.