Los hepatocitos son las células propias del hígado, y su transformación maligna está tras la mayoría de los hepatocarcinomas, un tumor de hígado agresivo con altas tasas de mortalidad. Pero no es algo que hagan solas. Para ello ‘reclutan’ e ‘instruyen’ a las células madre o progenitoras del hígado, que a su vez contribuyen a la progresión de las dolencias. Ésta es la principal conclusión de un estudio desarrollado por científicos del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO).
Hasta ahora, se consideraba que los hepatocitos eran el principal origen de los hepatocarcinomas. Sin embargo, tras esta investigación publicada en Cell Reports, sus autores han explicado que "las células que originan el cáncer de hígado, así como el origen de su heterogeneidad, no está claro aún y podría depender del contexto".
Así, “las células progenitoras se expanden durante el desarrollo de los tumores y en un momento dado se transforman debido a la interacción con los hepatocitos oncogénicos, que las reclutan para participar en este proceso" según ha resaltado Nabil Djouder, principal autor de la investigación.
Para analizar la histopatología de los diferentes tumores (tanto benignos como malignos) que se desarrollan en el hígado, los científicos han desarrollado un modelo animal que reproduce con bastante precisión el proceso por el que se forman en los humanos. La principal conclusión, en opinión de Djouder, es que “las células progenitoras también participan” en la generación de hepatocarcinogénesis, “originando principalmente tumores benignos pero, a veces, carcinomas agresivos".
‘Instruyen’ a las células madre
Tal y como ha puesto de manifiesto esta investigación, los hepatocitos malignos involucran en el proceso de formación de tumores a las células madre. Las ‘reclutan’ e ‘instruyen’ para activarlas y mantenerlas en un estado indiferenciado mientras proliferan y se expanden, lo que las convierte en oncogénicas y contribuye a la progresión de las lesiones.
No obstante, esta activación tiene lugar cuando los hepatocitos segregan dos moléculas (alfa-ketoglutarato y galectina-3) que transforman a las células madre. De ahí que bloqueando una de éstas, la galectina-3, los científicos hayan podido “inhibir la interacción entre estas células y observamos una reducción en la formación de tumores". Un hallazgo que podría tener implicaciones terapéuticas, según Nabil Djouder.