AINIA ha desarrollado diversas técnicas para la detección y cuantificación de residuos y contaminantes emergentes en carne, productos hortofrutícolas y vino. El sistema permite conocer de manera más rápida y exhaustiva que con los métodos tradicionales, la existencia de compuestos tóxicos perjudiciales para la salud. Entre sus ventajas, puede detectar hasta 700 plaguicidas en un mismo análisis.
La cifra de alertas alimentarias se incrementa anualmente, en 2016 experimentó un aumento de casi el 10% respecto al anterior. Según el informe anual del RASFF (Food and Feed Safety Alerts) en 2016, se produjeron casi 3.000 notificaciones de las que más de 800 fueron consideradas alertas alimentarias. Por ello, el proyecto Métodos en el que AINIA ha trabajado con siete empresas valencianas, se centra en el desarrollo de técnicas rápidas de análisis físico-químicos que aceleren la detección y evaluación de riesgos emergentes que han sido seleccionados en función de los últimos requerimientos legislativos, alertas recientes así como necesidades del mercado. "Los riesgos emergentes son desconocidos que, generalmente, aparecen en forma de alerta y generan una movilización global ya que ponen en riesgo la seguridad del consumidor", aclara Sandra Leiva, técnico de proyectos del Departamento de Análisis Químico de AINIA.
Esta línea de I+D, basada principalmente en tecnologías cromatográficas de última generación, permite la validación precoz de riesgos potenciales en productos hortofrutícolas, carnes y vinos, lo que supone una reducción de los tiempos de espera para la obtención de resultados. Además, contribuye a minimizar el desperdicio alimentario, ya que facilita la adopción de medidas correctoras, antes de que los riesgos emergentes se conviertan en crisis alimentarias.
"Para las industrias del sector agroalimentario es clave anticiparse a los riesgos que puedan suceder, por ello proporcionamos a nuestras empresas colaboradoras métodos que les permitan identificar estos riesgos", apunta Leiva. En este sentido, las empresas de los sectores hortofrutícola y cárnico podrán beneficiarse de los avances del proyecto Métodos. Las bodegas de vino también podrán aplicar los nuevos sistemas de análisis para, por ejemplo, abordar la problemática del sabor a corcho del vino. Un fenómeno relacionado con la contaminación por anisoles que genera importantes pérdidas económicas en el sector.