“Siempre quise dedicarme a algo de lo que sentirme orgullosa; que fuera más allá de cobrar una nómina. Así aterricé en la innovación social”. La personalidad y las convicciones de Concepción Galdón terminaron por conducirla donde pretendía, y por el camino, con varias idas y venidas a Estados Unidos (hace 9 años decidió quedarse por aquí) se ha forjado como una de las pioneras en comprender desde varias ópticas qué era eso del emprendimiento y cómo iba derribar los cimientos de la empresa y la economía tradicional.
Madrileña, Economista por la Universidad Autónoma de la capital, Galdón hizo prácticas en Naciones Unidas, trabajó para Banco Santander en América Latina y no ha dejado de formarse (Máster en Administración Pública y Desarrollo Internacional de la Harvard Kennedy School). Tras dirigir Área 31, el espacio de innovación y emprendimiento del IE Business School hoy es la directora de Innovación Social de la escuela de negocios y directora general de Puentes Global, su propia aventura emprendedora. “Cuando volví a España hace una década no había mucho emprendimiento, y menos aún emprendimiento social. La gente pensaba que le hablabas montar una red social. Facebook o Tuenti estaban a tope…”
Pero sí empezaban a moverse algunos grupos en los que los argumentos de Galdón, basados en aplicar la tecnología a la empresa social, sí eran al menos entendidos. Entre ellos destaca dos espacios “visionarios” sin cuyo apoyo reconoce que hubiera tirado la toalla. Impact Hub acababa de fundarse, “el otro lugar que me salvó fue el propio IE, donde se aplicaban metodologías con 10 años de adelanto”. Dos “remansos” donde ya se mantenían las mismas conversaciones que hoy llenan los pasillos de las escuelas de negocio, los departamentos de innovación y los espacios de emprendedores.
Entre aquellos nombres propios cita a Max Oliva, de Impact Hub, que le presentó a gente del IE como Joaquín Garralda, responsable de los temas sociales y con quien ahora muchas veces trabaja “codo con codo”. O su primera jefa, Celia de Anca, “que ya entonces empujaba con fuerza el emprendimiento femenino”.
Un panorama en blanco y negro que poco a poco fue cobrando color. Algunas manzanas maduraron. Telefónica apostó por Wayra, un momento que Galdón considera un hito importante para entender lo que vino después. “Una empresa grande movía ficha, apostaba por los emprendedores y la open innovation”. En paralelo, los fondos se profesionalizaron. “Antes, cenaban unos cuantos y entre ellos manejaban la financiación porque las rondas, tal y como las entendemos hoy, no existían”. Galdón añade cómo South Summit echó la puerta abajo. “Se ha convertido en un evento increíble que lanza un mensaje muy potente a los inversores sobre la credibilidad en nuestra propia industria”.
Años movidos en los que ante la falta de reflejos de las diferentes administraciones, de todos los colores, en su opinión el sector privado “ha sabido estar a la altura” en el apoyo al tejido emprendedor. Con buena parte de las bases asentadas, cree que “ahora toca diferenciarse” y que “en Madrid o Barcelona ha dejado de tener sentido lanzar una incubadora generalista. Están surgiendo cosas relacionadas con deep tech, e-health, educación; o proyectos categorizados en base al nivel de desarrollo, por el tipo de inversión que necesitan… A mayor especialización, más útil será el servicio que se ofrece”, añade antes de afirmar que el propio país debe entender que la especialización es la vía. “En turismo, tecnología y emprendimiento somos líderes. Ahí tenemos una ventaja competitiva y es más fácil innovar”. Life Style, finanzas (“el músculo de la banca española tiene como consecuencia un sector fintech muy vibrante”) o la Salud en regiones como Navarra que hace que la evolución hacia soluciones eHealth sea más natural, son otros de los ‘brotes verdes’ mencionados por Galdón.
Para que la melodía suene bien, los propios emprendedores también han evolucionado. “Antes eran más ‘noventeros’, por decirlo de algún modo; eran de ir a por las cosas guiados por la intuición. Ahora podemos hablar de profesionales de emprender; con más método y mejores recursos, más arropados”.
Una protección que, en el caso de España, tiene dos caras. Con la familia como red de seguridad se terminan por evidenciar algunos defectos del emprendedor español. “Si has estado demasiado protegido arriesgarte no es algo natural. Por ejemplo, en muchas familias no está bien visto que sus hijos estudien y trabajen a la vez. En otros países arriesgarse y gestionar el fracaso de forma inteligente son hábitos. ¿Para qué proteger a los más jóvenes de vivir? Los jóvenes españoles no han nacido menos valientes que otros, pero si nunca has vendido papeletas para un viaje de fin de curso, no has servido mesas o no has sido monitor de tiempo libre, por poner tres ejemplos, te va a costar más liderar un proyecto”, explica.
(Casi) todo ha cambiado
El cambio es profundo y la evolución hacia otra mentalidad no siempre mete la sexrta marcha. “Ahora toca entender que los negocios van de la mano de la acción social”, dice Galdón. “Hay quien no lo ha superado, pero los clientes, los empleados, la gente… Todos demandamos otra cosa y no distinguimos con nitidez entre la vida personal y la profesional. Somos personas con una única identidad y con unas aspiraciones. Ahora no es difícil encontrar a quien se sienta orgulloso de su trabajo, que se meta en la cama pensando en haber hecho algo importante. Esa coherencia de valores es muy interesante”.
Galdón no quiere decir con esto que todo el emprendimiento deba ser social, pero sí que todas las empresas han de ser empresas sociales. “Creo que las compañías que nacen en este tiempo han de tener una coherencia de valores y deben tratar de tener un impacto social positivo porque, si no, no les va a ir bien, entre otras cosas porque los propios emprendedores han cambiado, ahora quieren contar a sus hijos la historia de lo que hace papá o mamá. No quieren fustigar al personal o engañar a los clientes. No hay cabida para las empresas que no abracen la parte social y humana”.
Admite que, como en todos los momentos clave de la Historia, hoy conviven dos formas de ver los nuevos paradigmas; pero que ahora evolucionamos mucho más rápido y las posturas antagónicas se ven más claramente. “El que se queda atrás, se queda muy deprisa. Y no es una cuestión meramente generacional; mucha gente con 50 años piensa como exigen estos tiempos y otros se han quedado en el congelador tras conseguir un buen puesto en muchos casos porque no había otro para ocuparlo…”.
En esta línea, Galdón describe la misión del IE como “la formación de líderes que promueven la innovación y el cambio en las organizaciones con enfoque global, carácter emprendedor y espíritu humanista. Específicamente, la Innovación Social de IE pone el foco en tres factores principales para la Innovación Social, coherentes con la identidad y los valores de IE: el valor social del emprendimiento (con un enfoque en el Emprendimiento Social pero no exclusivamente), Tecnología aplicada a la Innovación Social y el Liderazgo Consciente”. “Estamos aquí para ofrecer las herramientas que te pueden preparar para marcar una diferencia positiva en el mundo”, añade.
En cuanto al calado de la Economía Circular, la Economía Azul y otros pilares de la Nueva Economía, Galdón es optimista, “porque estamos avanzando mucho”, pero percibe que todavía no hemos llegado a métodos o conceptos “que sirvan como estándar global, sino que seguimos en el ‘debate’ como sociedad”. “A medida que se madure en esta nueva manera de ver la economía algunos conceptos tomarán más fuerza. Es el camino normal en la innovación”.
Mujeres STEAM
En opinión de Galdón, hay dos barreras principales para una mayor participación de mujeres en el emprendimiento y también en las disciplinas STEAM. “Por una parte está la manera predominante de educar a las mujeres que, de media, es más conservadora y “miedosa” que la manera en que se educa a los hombres. Las mujeres crecen con más aversión al riesgo, que les es transmitida en la niñez y en la adolescencia. Crecen limitadas a la hora de probar cosas y ver que no pasa nada si no salen bien a la primera. Esto es problemático a la hora de emprender”.
La segunda barrera es social. Según la responsable del IE, la misma sociedad que las educa “miedosas” se siente incómoda cuando se arriesgan y, por tanto, “no reciben apoyo y reconocimiento social cuando lo hacen. Son dos problemas que se alimentan entre sí”.
En cuanto a su participación en el ámbito STEAM, Galdón habla de “una clara excepción”: la medicina, donde la participación de mujeres “es abrumadora”. La explicación es que a las mujeres se las socializa para el cuidado -“lo que no está mal, ojalá a los hombres se les socializara para el cuidado, tendríamos una sociedad mucho mejor”- lo que implica que quieren “hacer cosas para alguien (estudiar física y química para curar a un paciente), no para la cosa en sí”. “Pienso que si ponemos el foco del discurso en el propósito de la tecnología, muchas más mujeres se interesarán en ella. De hecho, en mi experiencia, en los eventos sobre innovación y tecnología para fines sociales hay muchas más mujeres que en los eventos sobre innovación y tecnología para fines exclusivamente comerciales”, concluye.