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CONEXUS III ayuda a jóvenes migrantes a emprender en España 

SINGA Barcelona ha desarrollado un modelo de incubación único en su tipo, casi a medida, para las iniciativas de quienes acaban de llegar al país con una metodología basada en el “multiculturalismo”. Busca fomentar la inclusión y desterrar narrativas negativas
Singa

El programa de incubación CONEXUS de la organización SINGA en España ha terminado su tercera edición dando como resultado el lanzamiento de 9 emprendimientos de jóvenes migrantes de impacto local en salud, alimentación, cultura y tecnología. Se trata de un programa único en su tipo al estar diseñado específicamente, casi a medida, para las necesidades y habilidades de los recién llegados a Barcelona, cuenta a Innovaspain Flavia Catacora, directora de SINGA Barcelona. La iniciativa tiene, además, ambiciosos objetivos a gran escala: acelerar la inclusión y cambiar las percepciones sobre la migración. 

“Cuando alguien emprende hay un gran abismo. Es como lanzarse a algo muy desconocido. Y hay que tener mucho apoyo detrás”, explica Catacora. Los recién llegados –refugiados, solicitantes de asilo y exiliados- enfrentan un salto al vacío aún mayor al estar en un país y cultura desconocidos. Pero traen, al mismo tiempo, destrezas únicas ya que el proceso de migrar requiere al igual que el de emprender “creatividad, adaptabilidad y mucha determinación y claridad en los objetivos”. 

Descifrando los códigos españoles para emprender

Jóvenes de diversos orígenes –Líbano, Colombia, Argentina, Venezuela, Chile, Guinea-Bisáu, Senegal– participaron de talleres y mentorías en Barcelona con pautas fundamentales para lanzar un emprendimiento, como cuestiones legales, de planificación y marketing, pero también, múltiples recomendaciones para navegar el sistema español. “

Hay personas que su lengua materna no es el castellano, con lo cual puede haber barreras de expresión o en cuanto a códigos en el ámbito de la innovación y los negocios”, indica como ejemplo Catacora. Los tutores asesoran para entender mejor desde cómo negociar y crear una red de contactos hasta acceder a fondos y financiación. 

Los proyectos apuntan además a tener un impacto social en Barcelona, fomentando la economía local, en áreas que van desde arte, salud, a alimentación y cultura. Tras los cuatro meses del programa de incubación, la venezolana Alejandra Arocha desarrolló Xojanatura, una gama de objetos funcionales y decorativos ecoresponsables; Maribel Vega Ruiz sacó adelante GAYA, un innovador proyecto de hamburguesas veganas; y Ludi Adelino impulsó Wylsum Cultura, una productora que busca concientizar sobre los derechos humanos y medioambientales a través del arte.

Flavia Catacora, directora de SINGA Barcelona.

El emprendimiento como herramienta de inclusión

SINGA Barcelona es la filial local de una organización internacional que nació en Francia hace más de diez años con el objetivo para acelerar su inclusión de migrantes. El emprendimiento es una de su herramientas, en primer lugar, por su impacto individual.

“Los refugiados y solicitantes de asilo no son lo que muchos medios proyectan: personas que sólo hacen trabajos de mano de obra o poco calificados”, señala Catacora. Muchos migrantes ya eran emprendedores y profesionales de carrera en sus países de orígen y enfrentan al llegar una “degradación profesional” ante obstáculos administrativos para validar diplomas y discriminación al buscar trabajos. 

Desde 2016, SINGA ha impulsado más de 320 startups de migrantes en Europa. “Emprender permite a las personas que han llegado a este nuevo territorio hacer un proyecto o tener un trabajo que esté más alineado con su experiencia y que valorice mucho más sus competencias”, remarca Catacora. Los jóvenes pueden lograr “una sensación de dignidad y de autonomía económica”.

El desafío de dar visibilidad a otra narrativa 

Las empresas creadas por las personas recién llegadas contribuyen además al crecimiento de la economía local, más aún cuando se impulsan proyectos de impacto social, y esto genera un tercer efecto en cadena: cambiar la percepción. “Damos mucha más visibilidad a personas refugiadas y exiliadas que están lanzando sus propios proyectos, lo cual es muy opuesto a las narrativas más hostiles hacia la migración”, señala.

Los resultados son inspiradores. Carme Diaby Drame, una superviviente de abuso sexual infantil de origen senegalés, lleva tiempo trabajando con personas como ella y gracias al programa pudo capitalizar este conocimiento y experiencia impulsando una asociación para ayudar a supervivientes. Por su parte, el argentino Nicolás Tonon logró encontrar un modelo innovador para llevar al mundo empresarial –y hacer sostenible económicamente- su iniciativa Active Runners, que promueve un modo de vida saludable.

“Es una gran satisfacción. Es lo que motiva y me hace pensar que sí, que vale la pena que estos proyectos tengan apoyo. Y que lo que hacemos realmente tiene un impacto”, dice Catacora al recordar estas iniciativas y otras de gran éxito tras el programa. 

Un cambio de modelo: de preincubación a incubación

La organización tiene “un ADN o maneras de trabajar muy estilo startup”, dice Catacora, por lo que el modelo ha ido cambiando para adaptarse y renovarse a lo que se requiere. “Somos muy impact-driven”, señala. CONEXUS empezó como un programa de pre-incubación (o desarrollo de idea), pero este año evolucionó a uno de incubación después de que en 2023 se hiciera un mapeo y sondeo de las necesidades locales. La evaluación indicaba que emprender ayuda a los jóvenes a tener un ingreso y mostrar sus capacidades, pero el acompañamiento debía ser más extenso. El sondeo recordó en este sentido algo clave: “ser emprendedor es duro y es solitario”. 

“Un programa más largo nos permite desarrollar competencias que quedan en el tiempo”, explica la directora. La nueva metodología apunta además a impulsar la reflexión práctica, más que aprender la teoría de los modelos de negocio, y a formar una base sólida de contactos, reforzando la autoestima de los emprendedores.