Esta columna fue escrita por Juan Pablo Bonilla y Ana María Loboguerrero y publicada originalmente en el blog Sostenibilidad del BID
La prevención de la expansión de tierras agrícolas en paisajes con alto contenido de carbono es una de las acciones para reducir emisiones en los sistemas alimentarios.
Nos encontramos en tiempos de crisis y gran incertidumbre. El COVID-19, además de ser el responsable de la muerte de miles de personas, nos ha demostrado la fragilidad de nuestros sistemas alimentarios. Ante esta situación, necesitamos apoyar a los países de América Latina para que no se ponga en riesgo la seguridad alimentaria de la población. Garantizar la movilidad de los alimentos por medio de cadenas logísticas que respondan ante nuevos retos es parte de la tarea. Es ahora más que nunca, cuando se hace evidente la necesidad de una transformación en los sistemas alimentarios.
La iniciativa “Transformando los sistemas alimentarios en un clima cambiante”, liderada por el Programa de Investigación de CGIAR en Cambio Climático, Agricultura y Seguridad Alimentaria (CCAFS), en alianza con diversas instituciones alrededor del mundo como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), y el Banco Mundial, entre otras, busca explorar caminos para alcanzar sistemas alimentarios sostenibles, inclusivos, saludables y resilientes al clima.
América Latina no es ajena a la necesidad de transformar los sistemas alimentarios. Diversos estudios han encontrado que cultivos fundamentales para la región como el maíz, arroz y trigo, sufrirán graves impactos en términos de rendimientos debido al cambio climático. Sumado a lo anterior, se tiene la problemática de la deforestación, donde casi 4 millones de hectáreas por año se perdieron en Suramérica durante el período 2000 – 2010.
En este sentido, la agroforestería y los sistemas silvopastoriles se presentan como una opción interesante para alcanzar resultados integrados de mitigación y adaptación al cambio climático, resaltando y potencializando las sinergias entre los árboles, los cultivos y forrajes y el pastoreo de animales en los sistemas productivos.
No en vano, países de América Latina como Perú, Colombia, Brasil y Costa Rica, en sus Acciones Nacionalmente Apropiadas de Mitigación (NAMAs) se han propuesto expandir sus sistemas silvopastoriles. De igual manera, el 34 % de los países de América Latina mencionan en sus Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC) a la agroforestería como una medida de adaptación-mitigación al cambio climático. De hecho, un estudio realizado por CCAFS, menciona que “el 80 % de los países en desarrollo podrían alcanzar el cumplimiento de sus metas no condicionadas a través de una conversión del 25 % de las áreas deforestadas en agroforestería”.
Un caso exitoso que presenta sinergias interesantes entre la productividad agrícola y la mejora de ingresos de los agricultores y la conservación de los recursos naturales y la reducción de la deforestación es el proyecto liderado por el BID en Brasil “Agricultura Baja en Carbono”. Este proyecto le apostó a la implementación de sistemas integrados de cultivo, ganadería y bosque, a la vez que se priorizaron acciones de recuperación de tierras degradadas y una gestión sostenible de productos extractivos provenientes del bosque. Este caso es un ejemplo contundente de transformación de los sistemas alimentarios, y hace parte de una de las 11 acciones propuestas por el Informe de Transformación de los Sistemas Alimentarios en un Clima Cambiante.
Prevención de la expansión de tierras agrícolas en paisajes con altos contenidos de carbono
Considerando que la agricultura es responsable de la mayor parte de la deforestación y contribuye entre el 10-12 % de las emisiones anuales mundiales de gases efecto invernadero (GEI), la prevención de la expansión de tierras agrícolas en paisajes con alto contenido de carbono se presenta como una de las soluciones estructurales más interesantes para reducir las emisiones de GEI en los sistemas alimentarios.
En el marco de la Iniciativa de Transformación se propone la meta de prevenir la expansión de la frontera agrícola en 250 millones de hectáreas de bosque tropical y 400 millones de hectáreas de pantanos mientras se satisface la demanda global de alimentos. La idea es sencilla: alimentar a una población creciente sin necesidad de acabar con nuestros bosques, humedales y pastizales que contienen un alto contenido de carbono y que cuidan nuestro planeta.
Es clave que las políticas también hagan su parte, por medio de una regulación eficaz que considere la demanda y oferta de alimentos. El trabajo conjunto entre gobiernos, consumidores y productores, podrá lograr dicho objetivo.
Notas del editor
CCAFS ha desarrollado estudios sobre el impacto del cambio climático en sistemas productivos agrícolas clave de América Latina, y también ha apoyado a diferentes países en la construcción de políticas e iniciativas en agricultura sostenible en un contexto de cambio climático, además de brindar asistencia a plataformas regionales para la acción climática.
El BID, por su parte, ha venido apoyando a los países de América Latina para catalizar sus esfuerzos en el cumplimiento de las metas de las Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC), por ejemplo, a través de una plataforma que estimula los esfuerzos para transformar los compromisos nacionales en planes de inversión – NDC Invest – para apoyar iniciativas sostenibles en agricultura y seguridad alimentaria.
Con esta acción se espera contribuir al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible:
- 13 – Acción por el clima
- 2 – Hambre cero
- 15 – Vida de ecosistemas terrestres
- 12 – Producción y consumo responsables