“La contaminación atmosférica envenena a millones de niños y está arruinando sus vidas. No podemos permitirlo. Todos los niños deberían respirar aire limpio para crecer y desarrollarse plenamente”. El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, puso el grito en el cielo en 2018 al conocerse que el 93% de los niños y niñas en todo el mundo respira aire contaminado. Hasta 630 millones de menores de cinco años, según los datos correspondientes a ese año. Condiciones ambientales que determinarán su salud para el resto de sus vidas y que se expusieron en el informe de la organización: ‘Contaminación atmosférica y salud infantil’.
Obesidad infantil. Problemas en la función pulmonar. Infecciones respiratorias de vías bajas (IRVB), incluida neumonía. Asma. Otitis media. Cáncer infantil. Aumento de posibilidades de resultados adversos del parto. Mortalidad infantil. Anomalías en el desarrollo neuronal. Y relación entre exposición temprana y los resultados de salud posteriores.
Esta es una lista de algunas de las complicaciones que los expertos de la OMS señalan como consecuencia de vivir en un entorno cuya contaminación atmosférica supera permanentemente los niveles aconsejables. Lo advirtió, también en 2018, María Neira, directora del Departamento de Salud Pública, Medio Ambiente y Determinantes Sociales de la Salud de la OMS. “La contaminación del aire impide que el niño se desarrolle normalmente y tiene más efectos en su salud que los que sospechábamos”.
Según recoge el informe, la razón de que sean más vulnerables a esta causa ambiental tiene una razón biológica. Al ser más pequeños, están más cerca del suelo, “donde algunos contaminantes alcanzan concentraciones máximas”. También respiran más rápidamente que los adultos, “aspirando más aire y, por tanto, más contaminantes”. A ello hay que sumar que, en sus etapas iniciales de la vida son extremadamente vulnerables, “cuando los pulmones, los órganos y el cerebro están todavía en desarrollo”.
En datos absolutos, un estudio de la Universidad de Harvard, junto con las de Birmingham, Leicester y College London, publicado en febrero de este año, cifra en ocho millones las víctimas mortales a causa de la contaminación proveniente de combustibles fósiles. Un 18% del total de muertes en el mundo se debió a la polución. La investigación también aborda las muertes prematuras: en China, hasta 3,91 millones, y en la India, 2,46 millones de personas fallecieron antes de lo que deberían. Según un informe de la ONU correspondiente a 2019, la contaminación del aire causa entre 6 y 7 millones de muerte prematuras anuales. La tendencia es que este fenómeno mate a entre 4,5 y 7 millones de personas hasta 2050.
En busca de los “refugios climáticos”
Desde hace varios años han surgido iniciativas que tratan de combatir el problema de la contaminación atmosférica con herramientas que combinan Big Data y participación ciudadana. Uno de los más destacados es el City FOV Urban Lab: red de refugio climático urbano escolar para Barcelona, ganador del concurso World Data Viz Challenge 2019 Barcelona-Kobe. Miguel Mayorga, profesor de urbanismo de la UPC y profesor consultor de la UOC, es uno de sus impulsores. “Los niños y niñas en la ciudad representan un buen indicador de habitabilidad, son muy vulnerables a los efectos de la contaminación o el ruido, entre otros factores”, explica.
La opción no es dejarlos en casa, donde la contaminación doméstica también es una amenaza para su salud. Mayorga, arquitecto urbanista de formación, apunta a espacios “accesibles, próximos y conectados. Espacios de socialización, que curen”. El cuidado en idear lugares pensados para ellos revertirá en los futuros ciudadanos. “Ellos serán los que exijan mejores ciudades, pues la escuela no es la única que educa. Educan, cuidan y curan también las ciudades”.
Detrás de ese trabajo está ‘mayorga+fontana’, despacho del que es socio. Hace poco crearon el grupo City Fields of View Urban Lab. Dentro de él pretenden desarrollar estudios, planes y proyectos urbanos. “En los que se une la visión ecológica de la ciudad, con la tecnológica para crear espacios. Y plataformas físicas y virtuales para la información, consulta y participación técnica y ciudadana”.
Con un “equipo interdisciplinar” donde se reúnen arquitectos, ingenieros, expertos en Ciencias Sociales y Ambientales, elaboran las alternativas sostenibles y saludables para un nuevo urbanismo que mire por los niños.
“Hemos articulado dentro de una amplia estrategia general proyectos en curso de distintas escalas y por distintas entidades. Patios escolares como refugio climático; caminos escolares; abrir los patios al barrio; proteger escuelas y entornos escolares...”.
Ciencia ciudadana con el foco puesto en las escuelas
Que los jóvenes cada vez están más sensibilizados con esta cuestión es un aspecto que refutó el Barómetro de Opinión de Infancia y Adolescencia 2019 de Unicef. Y es que, según esta encuesta, el medioambiente es, tras la educación, el tema que más inquieta a los niños españoles de entre 11 y 18 años.
Ellos son los que pueden influir en las decisiones políticas. Lo que Mayorga denomina “ciencia ciudadana”. “En el laboratorio innovamos continuamente en este reto. Por esto uno de los proyectos destacados es la Red urbana de refugio climático para Barcelona que ha sido premiada y reconocida en ámbitos tecnológicos, del urbanismo y paisajismo y a nivel ciudadano”.
Esta plataforma online, abierta para cualquier ciudadano, permite ver en un mapa interactivo los elementos que componen la fisonomía de la ciudad. Escuelas, arbolado de las calles, parques y espacios públicos, fuentes de agua, o redes de movilidad sostenible. O, en el otro extremo, las condiciones medioambientales como el ruido y las partículas en suspensión.
“Todo ello permite hacerse una idea de cómo sería una infraestructura de ciudad para mitigar los efectos del cambio climático a partir de las actividades ligadas a las escuelas”. Aunque Mayorga destaca ante todo que “los mismos niños y niñas, la comunidad educativa y vecinos y vecinas en general pueden entrar a la plataforma y dibujar sus propuestas”.
El mundo se moviliza
Este tipo de acciones ciudadanas tienen su réplica en distintas partes del planeta. Ahí está la firme propuesta de la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, para convertirla en la ‘ciudad de los 15 minutos’. Sobre este plan, Mayorga destaca cómo “toma tres espacios a trabajar para la vida próxima y cotidiana de barrio: la calle, la Plaza y la escuela como centralidad de barrio”.
Al otro lado del canal de la Mancha, Londres, con su nueva agenda urbana alineada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, pone el foco en aspectos “clave” a dar respuesta en la vida urbana de los más pequeños.
Pero Suecia es el país que ha lanzado la propuesta más radical hasta el momento: la ciudad del minuto. En esencia, el país nórdico quiere rediseñar cada calle del estado, en una versión mejorada del plan de París a escala híper local. Bautizada ‘Street Moves’, da la posibilidad a cada vecino para ser co-arquitectos del mobiliario urbano de sus calles.
Las iniciativas también se dan en otras regiones, como América Latina. En opinión del profesor de la UPC y la UOC, cuanto menos “interesantes”. Estas abordan nuevos criterios de diseño para escuelas, donde los patios escolares se transforman y añaden acciones de urbanismo “táctico y permanente” en espacios públicos.
“Frente a ello se necesita que las administraciones hagan propuestas adaptadas para cada realidad, pues esa transición y cambio son necesarios. En toda España se ha hecho un movimiento denominado la ‘Revuelta Escolar’ que exige limitar los coches en los entornos escolares”, ejemplifica el arquitecto.
La OMS reitera desde hace años la necesidad de “abordar el problema de la contaminación atmosférica” y lo califica de prioridad. Si se toma como referencia la experiencia de pequeño del hoy doctor Paulo Saldiva, que se crio en São Paulo, no cabe duda. “Si vas a las salas de emergencia y de autopsias, verás puntos negros de carbón en los pulmones de personas que nunca han fumado”, relataba en el informe ‘Calles para la vida. Trayectos seguros y saludables para los niños de América Latina y el Caribe’.
Y una de las soluciones a esta amenaza es la escuela. Un “espacio impulsor y detonador de cambios”, concluye Mayorga, “para que la vida urbana sea de mejor calidad, con más espacios verdes y accesibles y con calles que privilegien el desplazamiento a pie y la vida de barrio”.