La innovación no siempre tiene que ser tecnológica, o de investigación, aunque también haya espacio para ello. A veces, la innovación también se encuentra en nuevas formas de comunicación, de experiencias con clientes para poder ser más competitivos. Esto es lo que pretende la compañía española Cosentino con sus Cosentino City, unos lugares de encuentro repartidos por todo el mundo donde la arquitectura y el diseño intentan “inspirar” a sus clientes.
Santiago Alfonso, director de Comunicación y Marketing de Cosentino, explica, con motivo de la apertura del nuevo Cosentino City Madrid, inaugurado ayer, que este centro no es un punto de venta, ni un almacén donde se tengan materias primas. “Mostramos piezas, como grandes lienzos, y con esa selección de materiales y la aplicación digital de nuestras distintas herramientas (programas, aplicaciones, realidad virtual y aumentada) podemos visualizar lo que más interese al cliente. En definitiva, mostramos la infinidad de posibilidades que existen con nuestro producto”.
Montreal, Londres, Manhattan, Milán, Sidney, Singapur… y ahora, Madrid. Todos estos Cosentino Cities son distintos entre sí, aunque compartan varias cuestiones, como la búsqueda permanente de la innovación, “y no como una inspiración filosófica, sino poniendo los medios materiales y humanos para hacerlo posible”, apunta Alfonso. En estos showrooms se muestran los productos que han tardado años en investigarse y en desarrollarse, los verdaderos hijos de la innovación. Los más famosos: Silestone y Dekton.
Al Silestone lo definen como una piedra de ingeniería: el 90% de su composición es carga mineral; en concreto, arena de cuarzo a la que se agrega pigmentos y resina de poliéster como argamasa, como ligante. Es el producto que más ventas tiene (un 65%), y fue creada a finales de los años 80. Pero la nueva joya de la corona es el Dekton. “Es una superficie ultracompacta, una compactación realmente elevadísima, de 25.000 toneladas, lo que equivale a 450 kilos por centímetro de material. La composición de Dekton es de naturaleza más cerámica. Es una mezcla de arcillas, tierras, cuarzo, feldespato y otros materiales pero sobre todo, de las dos primeras. Se cuece a elevadas temperaturas (entre 1.000 y 1.300 grados) y se produce una reacción que se llama desinterización. Se produce como una dispersión molecular por la elevada temperatura, una cristalización que tiene una solidez irreversible”, explica.
Ambos tienen en común ser piedras que provienen de procesos industriales y que se venden alrededor del mundo. De hecho, el 92% de la facturación de Cosentino proviene de fuera de España. “El pasado 6 de febrero recibimos el Premio Nacional de Innovación 2016, y el jurado valoró sobre todo nuestra internacionalización”, subraya Alfonso. Y es que el mercado internacional es muy importante para una empresa española que, cuatro años después de comenzar la implantación de los Cosentino City, ha decidido instalar uno en Madrid. “Nuestra apuesta con estos centros es la de conseguir una innovación permanente, una mayor internacionalización y un refuerzo a nuestra comunicación y nuestro marketing”.
En cuestión de cuatro meses, habrá otros tres nuevos Cosentino City: San Francisco, Miami y Dubai, lo que es una muestra más de la importancia de la internacionalización para la empresa española. Pero no dejarán de lado nuestro país, ya que entre 2017 y 2018 la protagonista será Barcelona. Como afirma Alfonso, “Barcelona está muy significada con el diseño, la arquitectura, y también con la familia Cosentino”. Una familia que en 1979 fundó una compañía basada puramente en la piedra natural, y que ahora, tantos años después, basa su futuro en la muestra de su innovación.