La segunda parte del informe ‘COVID-19 y Educación’ de la Fundación Cotec para la Innovación ya ha sido publicada. Y en ella se han puesto de manifiesto varias cuestiones relativas a la calidad de la llamada ‘escuela en casa’. Problemas para acceder al equipamiento, no tener espacio en el hogar o no poder disponer del ordenador (si hay) son solo ejemplos de las tres brechas digitales que rompen la educación española: la brecha de acceso, la de uso y la escolar, que, en realidad, no dejan de ser tres oportunidades para mejorar la desigualdad educativa tras esta crisis.
‘COVID-19 y Educación II: escuela en casa y desigualdad’ se ha realizado con las respuestas ofrecidas por directores de escuelas y alumnos en la última encuesta PISA 2018, lo que da una idea de las brechas de aprendizaje que ya existían antes de la crisis. Según el informe, la situación socioeconómica de los hogares influye más en la desigualdad educativa que la comunidad autónoma de residencia. Asimismo, aseguran que los centros públicos parten con desventaja para la educación en línea respecto a los privados y los concertados.
En cuanto a la brecha de acceso, el informe indica que “nueve de cada diez escolares españoles tienen en casa algún ordenador, conexión a internet y un espacio tranquilo para estudiar”, una cifra, aseguran, pareja a la media de los países de la OCDE. “El dato es bastante homogéneo entre territorios, si bien en Andalucía, Canarias, Extremadura, Murcia, Ceuta y Melilla hay todavía cerca de un 10 por ciento de alumnos que no dispone de ningún ordenador en su casa”.
Además, el confinamiento ha obligado a las familias a compartir durante más horas el espacio y los equipos disponibles en casa, por lo que las diferencias aparecen al analizar el nivel socioeconómico de los hogares. “De los alumnos agrupados en el quintil más bajo, un 15 por ciento no dispone de ningún ordenador en casa y el 45 por ciento tiene solo uno, mientras que en el quintil más alto, el 66 por ciento tiene ‘tres o más’”.
Así, sobre la brecha de uso, el informe de COTEC señala que “un 46 por ciento de los estudiantes españoles se conecta a internet en casa entre ‘una y cuatro’ horas al día, sin que aparezcan grandes diferencias entre territorios”. Según la Fundación, vuelve a resultar determinante el nivel socioeconómico, en este caso, por exceso de uso de los más vulnerables. “El 51 por ciento de los alumnos en el quintil más bajo pasa “cuatro horas o más’ al día en casa navegando por internet, frente al 33 por ciento de los alumnos en el quintil más del alto”.
Donde se notan las diferencias, también, es, por último, en la brecha escolar. Si bien cinco comunidades autónomas están diez o más puntos porcentuales por debajo de la media nacional (Aragón, Asturias, Extremadura, Comunidad Valenciana y Andalucía) y seis territorios están diez o más puntos por arriba (Castilla y León, Baleares, Ceuta, Canarias, País Vasco y Cataluña) la mayor diferencia reside no en el territorio, o en el nivel socioeconómico de las familias, sino en la titularidad de los centros.
“Mientras que el 71 por ciento de los directores de escuelas privadas considera que su centro cuenta con una plataforma eficaz para facilitar el aprendizaje en línea, el porcentaje cae hasta el 55 por ciento entre los directores de centros concertados y al 49 por ciento entre los de centros públicos”.
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“El gran peligro es que todo cambie para que no cambie nada”
Innovaspain ha hablado con la directora de Educación y Formación de Cotec, Ainara Zubillaga, para ampliar información sobre el futuro del sistema educativo español. Para ella, esta situación ha puesto de manifiesto “de manera abrupta y dramática” un problema que “sabíamos que estaba ahí pero en el que solo se estaban dando soluciones parciales”.
Zubillaga asegura que este mes y medio ha hecho más por la integración de la tecnología "que todas las medidas de la década anterior”. ¿Y en el futuro? “Quizás habría que pensar en dos planos temporales. El curso que viene y el siguiente hay un riesgo presente por la situación de emergencia, que va a marcar todo. Podríamos pensar más allá, qué va a pasar cuando toda la emergencia sanitaria acabe. Y lo que parece ser más inmediato es que todo apunta hacia modelos mixtos, educación a distancia con educación presencial. Lo que obliga a plantear la digitalización real y la presencialidad”.
A Zubillaga le gustaría pensar que esta sacudida tan fuerte haya hecho difícil que todo vuelva a ser como antes. “Pero tampoco creo que haya una transformación radical… Lo interesante es que la transformación sea reflexiva. Ahora mismo pasan muchas cosas y se dan soluciones de la manera en que se puede dar, porque no ha habido tiempo”. Ahora tenemos tiempo, –“tampoco mucho”, subraya–, pero hay que buscar soluciones efectivas. Y también “viables y realistas”. "No se puede pretender que un colegio que tuviera integración mínima sea ahora completamente digital, porque sería imposible. Lo mejor es enemigo de lo bueno. La pieza clave van a ser los centros educativos para que, con sus recursos, nadie se quede atrás”.
“Sería interesante que, a largo plazo, cuando sea menos urgente, hubiera una reflexión sobre lo que hemos incorporado: qué cosas son buenas y cómo se puede integrar en estas dinámicas y mejorar la vida cotidiana de los centros. La comunicación con las familias ahora es mucho mejor, y es un aliado permanente en la educación, por ejemplo. Esto o la tutorización, un seguimiento más periódico y cercano, son cosas que serían interesantes para identificarlas e integrarlas y me gustaría que se quedaran en la educación en un futuro”, apunta.
De todos modos, Zubillaga considera que, hasta que salgamos de la crisis provocada por el COVID-19, no sabremos si habrá incluso nuevas tecnologías. Tenemos que fijarnos en los procesos que se harán, no en las tecnologías. Darle a cada uno de ellos el valor que tiene […] El gran peligro es que todo cambie para que no cambie nada. Están cambiando todos los ámbitos, sí. Pero lo que no puede ser es que, tras esto, volvamos a la misma casilla de salida. Eso no nos previene ante situaciones futuras”.