Aunque es un derecho, el agua potable no es una realidad para casi un tercio de la población mundial. En México, el 70% está contaminada. Ubicado en el sureste del país, el estado de Oaxaca es uno de los que más sufre esta crisis: sus ríos reciben litros y litros de agua contaminada sin ningún tipo de tratamiento. Pero es también ahí donde nació la asociación civil Conservación, Vida y Agua (COVA), dedicada a diseñar métodos innovadores basados en la naturaleza para tratar el agua.
La solución que COVA propone consiste en “humedales, biofiltros que no requieren electricidad y que con plantas, organismos, bacterias y hongos tratan el agua”, explica Karen Legorreta, directora de la organización. Estos humedales funcionan como auténticos guardianes del medio ambiente, actuando como filtros naturales que purifican el agua, eliminando residuos líquidos contaminantes y evitando que lleguen a los cuerpos de agua cercanos. Además de su función de limpieza, estos humedales contribuyen a la captura de carbono y a la producción de oxígeno, creando un impacto positivo en la biodiversidad local.
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Se trata de una solución “de muy bajo costo, de muy fácil operación y sin ninguna necesidad de grandes capacidades técnicas”, precisa. La ingenieria ambiental, con una maestría en Ciencias de la Tierra, se encuentra en Madrid en el marco del programa Puentes de Talento, dirigido a jóvenes emprendedores de Latinoamérica.
Crisis del agua
Oaxaca sufre una grave crisis del agua. “El Gobierno federal aporta dinero para hacer grandes obras grises de tratamiento de agua pero dejan solos a los municipios para mantenerlas u operarlas. Esto ha llevado a tener grandes elefantes blancos: hay grandes plantas de tratamiento de agua que no se usan y entonces tenemos este problema de ríos y acuíferos contaminados”, detalla Legorreta.
Una parte de la labor de esta asociación consiste en trabajar junto a las comunidades para detectar la contaminación en ríos, pozos y lagos. “Ayudamos a las comunidades a decirles cuáles son sus problemas y cómo los pueden enfrentar. Les ayudamos a implementar estas plantas de tratamiento de agua y con telemetría, que son sistemas de información geográfica, monitoreamos las cuencas hidrográficas para ayudar a vigilar todo el sistema del agua”, añade.
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Los principales clientes de COVA son los municipios, las unidades de riego, comunidades rurales y urbanas, organizaciones de la sociedad civil y empresas comprometidas con el medio ambiente. “Prácticamente hacemos la labor del Gobierno”, señala Legorreta.
En su opinión, existe “un problema de corrupción muy grande”. “Yo creo que es de las grandes crisis del país, pero sobre todo en esa zona, donde los recursos públicos que se deberían usar para hacer obras de distribución de agua no se ejecutan, entonces la falta de infraestructura ha hecho que no haya acceso al agua. Sin embargo, el sur del país es donde está el agua de México”, afirma.
«Urgen emprendimientos que aborden problemáticas de bienestar y salud»
Desde que nació en 2018, el camino para construir la asociación ha estado lleno de obstáculos. “Ha sido un camino muy arduo de estar consiguiendo financiamiento. Gracias a varios recursos que logramos aterrizar, tenemos un laboratorio de análisis ambiental, un laboratorio de sistemas de información geográfica y dos plantas de tratamiento de agua con esta tecnología que trata aguas negras en Miahuatlán de Porfirio Díaz y también tratamos residuos industriales de la industria del mezcal”, detalla. Hoy integran el proyecto cinco trabajadores y cinco becarios.
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El mezcal y las tequileras son grandes industrias que contribuyen a la contaminación de acuíferos, pero la tecnología de COVA permite convertir el agua contaminada en “agua de calidad”. “Es economía circular. No es agua potable pero es agua que se puede usar para riego, segura, que cumple normas, y también se puede usar en baños”, afirma.
“Urgen emprendimientos como este que aborden problemáticas vitales de bienestar y salud de la población porque el Gobierno no tiene la capacidad para hacerlo y no lo va a hacer pronto”, de acuerdo con Legorreta.
Con su visita a Madrid, la ambientalista espera lograr que su propuesta llegue a más personas. “Lo que queremos hacer es bajar capital para poder seguir creciendo, mejorando nuestras plantas de tratamiento de agua, que sean mucho más fáciles y más baratas de instalar y poder llegar a más población”, concluye.