Tras más de dos décadas de experiencia en organismos como la Comisión Europea, Naciones Unidas o la Generalitat de Catalunya, Cristina Colom se incorporó a la dirección de Digital Future Society el pasado mes de marzo. La iniciativa, de carácter global, nacio hace dos años impulsada por la vicepresidenta tercera y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño, Red.es y la Fundación Mobile World Capital Barcelona.
Durante este tiempo, Digital Future Society ha empezado a trazar una hoja de ruta para inspirar a gobiernos y corporaciones en la toma de medidas que hagan frente a la emergencia digital. “Las eventualidades que se produzcan, incluso las crisis como el coronavirus, no pueden ni deben frenar nuestro trabajo”, apunta Cristina Colom.
Más bien al contrario, en los últimos meses, dominados por la pandemia y sus implicaciones, Digital Future Society ha jugado todas las bazas para convertirse en un referente en la agenda digital de los próximos años. “Nos jugamos mucho”, asegura Colom. “El objetivo último que perseguimos es asegurar un futuro justo, un marco de seguridad ética y legal en el uso tecnológico protagonizado por la inclusión digital”, añade.
Desde marzo, algunas prioridades ya identificadas por la iniciativa se han mostrado con mayor nitidez. En una actividad definida por Colom como “incesante”, están cumpliendo con creces el calendario previsto también en el plano investigador. “La pandemia ha convertido a 2020 en un año especialmente fértil por la necesidad de integrar nuevos conocimientos”.
Entender la realidad digital
Además de las líneas ya mencionadas, Digital Future Society ha puesto el foco en cómo los sistemas automatizados de decisiones aún no incorporan la perspectiva de género en su funcionamiento, potenciando sesgos de manera evidente. La iniciativa ha publicado además un estudio acerca de cómo las tecnologías emergentes pueden contribuir a combatir la crisis climática y la emergencia medioambiental.
Pegado a la actualidad que a todos nos ocupa, han colaborado con el BID Lab del Banco Interamericano de Desarrollo para analizar el impacto del COVID-19 en sectores específicos de plataformas laborales en España y América Latina: cuidados, reparto y servicios virtuales.
“En nuestro papel de Lab, lazamos el reto Tech&Climate junto al Comisionado Agenda 2030 del Ayuntamiento de Barcelona. La UOC y una startup canadiense fueron seleccionados entre treinta soluciones innovadoras para luchar contra la huella ambiental de las empresas tecnológicas”, detalla Cristina Colom.
De modo reciente, Digital Future Society ha formado parte del grupo de trabajo que ha hecho comentarios y sugerencias para la elaboración del primer borrador de la Carta de Derechos Digitales, auspiciada por la Secretaría de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial. “Seguiremos trabajando en el documento junto a otros agentes relevantes del ecosistema”.
Superar las expectativas
En definitiva, los efectos trasversales del SARS-CoV-2 han acelerado la transición de Digital Future Society, que ha pasado de ser un actor importante en la asunción de nuevos retos a convertirse en imprescindible. “Proponemos soluciones de la mano de más de un centenar de expertos de todo el mundo. La emergencia digital es global, y también la forma que tenemos de abordarla”, detalla Colom. En este escenario han conseguido definir cuatro problemas fundamentales: brechas digitales, futuro del trabajo, ética y privacidad de datos e impacto del sector tecnológico sobre la emergencia climática.
“Nuestras propuestas no tienen fecha de caducidad. Contribuimos a generar un valor añadido que nos ayudará a seguir avanzando de aquí en adelante. La reflexión que extraemos de estos meses es que la tecnología tiene que ser parte de la solución; palanca y clave del éxito, pero, para ello, hay que colocarla al servicio del ciudadano”, explica la responsable de Digital Future Society.
Colaboración
Junto a la tarea investigadora y el desarrollo de proyectos locales, Colom señala que también son un punto de encuentro donde convergen responsables públicos, empresas privadas y líderes académicos y cívicos. En este momento tienen entre manos la confección del que será el máximo ejemplo de este afán colaborativo.
En 2021 prevén celebrar Global Summit. La cita tendrá lugar en Barcelona y, en palabras de Colom, aspira a convertirse “en la referencia anual del humanismo tecnológico en todo el mundo”. Pese a esta dimensión planetaria, la cumbre “pondrá de relieve la perspectiva europea y destacará el papel de España en la construcción de un entorno digital más equitativo e inclusivo”.
Será también la ocasión de conocer al menos a parte de la red que Digital Future Society ha tejido desde que comenzó su andadura. Colom se detiene en personalidades como Audrey Tang, hacker cívica y Ministra Digital de Taiwán; Jeff Merrit, Jefe de IoT y Robótica para Ciudades Inteligentes en el World Economic Forum; o Mariana Mazzucato, fundadora de UCL Institute for Innovation and Public Purpose. “Todos ellos forman parte de nuestro comité asesor global”, añade.
Un “gran equipo” llamado a seguir creciendo. “La pandemia pone de manifiesto que hay que avanzar. La emergencia digital ya estaba sobre la mesa, pero ahora hay mayor conciencia. El desarrollo de la vacuna nos demuestra que el enfoque investigador debe ser trasversal y multiestratégico. En la medida de nuestras posibilidades, tenemos que incorporar actores de ámbitos distintos, con un espíritu colaborativo y solidario”.
Futuro del trabajo
Cristina Colom opina que la demanda de perfiles digitales no solo se ha incrementado en los últimos años; también ha ganado en complejidad. “Se requieren perfiles trasversales, que trabajen más allá de las TIC”. Una de las causas que detecta la experta es la eclosión definitiva de los datos en la corriente favorable generada por el big data o la tecnología blockchain. “La industria quiere personas que sepan aplicar de manera más versátil sus conocimientos”, añade.
Según un análisis del Barcelona Digital Talent, en 2025 el 50 % de las profesiones dejarán de existir tal y como las conocemos. “Además de las habilidades digitales, la formación debe incluir otras competencias fundamentales como la creatividad, la actitud innovadora o la capacidad de adaptación al cambio. Ante un futuro más incierto que nunca, un activo estratégico de la nueva era es el talento digital”.
Tecnología y emergencia climática
En la responsabilidad de afrontar el reto medioambiental y frenar el cambio climático, Cristina Colom mete en el saco a la sociedad en su conjunto como única vía para tratar el problema en base a sus dimensiones. Alineada con el Green Deal de la UE o con lo especificado en los fondos de recuperación de la UE como Next Generation EU, la directora de Digital Future Society opina que la salida de España de la crisis debe ser digital y ecológica.
“El cambio de modelo obliga a transitar hacia la economía del dato y, para ello, la transformación digital de las pymes es vital. Este es un punto donde tenemos que ponernos las pilas: el Eurostat sitúa a España en el puesto 22 (de 28 posibles) en relación a las empresas con alto nivel de intensidad digital”.
Son esfuerzos que a su juicio requieren de una nueva mentalidad. “Hay pocas empresas que consideren la sostenibilidad como un activo estratégico. La consecuencia es que la huella ecológica de las TIC sigue creciendo. De igual modo, las políticas de contratación pública deben premiar a las empresas con mejores resultados en materia de sostenibilidad”.
Innovación pública y brechas digitales
“La colaboración digital entre los diversos grupos de interés es la respuesta más eficaz para hacer frente a la complejidad de las brechas digitales”. En Digital Future Society creen que un futuro junto, inclusivo y sostenible en la era digital pasa por involucrar a la sociedad civil desde el primer momento.
“Son esenciales iniciativas encaminadas a promover la alfabetización digital para que los ciudadanos ganen confianza hacia las tecnologías”, detalla Cristina Colom. “De paso salvaremos otras brechas que impiden el crecimiento equitativo como la asequibilidad. A las competencias sumamos, en el mismo orden de importancia, la comprensión digital. El ciudadano precisa de herramientas, pero también de conocimiento. Le conviene formar una actitud crítica sobre cómo funcionan las tecnologías, qué modelos de negocio implican y cómo afectan a nuestras vidas”.
Gobernanza de datos
Entre las conclusiones a las que ha llegado Digital Future Society está que la ética de los datos se expande más allá de la investigación académica y científica hacia la esfera pública más amplia, impulsado la crítica respecto a prácticas cuestionables. “Los gobiernos deberían crear condiciones para facilitar el cumplimiento de comportamientos éticos en grandes y pequeñas empresas, sin que esto ponga en riesgo su competitividad como empresa”.
“La ética de los datos tiene que estar en el centro de toda entidad pública y privada. El Europa, el RGPD es un marco importante con el que contar, pero hay que avanzar y mejorar”. Colom destaca en este punto la contribución que puede hacer la mencionada Carta de Derechos Digitales que promueve el Gobierno de España.
Son varios los frentes abiertos en un terreno resbaladizo. “La concentración de datos en un número limitado de corporaciones limita las posibilidades de extraer valor público de los mismos. Además, la falta de competencia en el mercado acaba dando a los consumidores muy pocas opciones alternativas para proteger su privacidad”. Tampoco ayuda de que los enfoques de gobernanza de datos y las estrategias de desarrollo de tecnología difieran ampliamente entre países. Desde Digital Future Society apuesta por la necesidad de aumentar la cooperación y la formación en estos terrenos.
Desinformación
La pandemia ha sido un espaldarazo para la proliferación de bulos y fake news, propagados a toda velocidad por todo el planeta en cuestión de minutos. La infodemia cultivada alrededor del virus nos ha llevado a un panorama más confuso si cabe. “Los efectos de la desinformación son tan graves que los políticos deberían liderar una acción conjunta que frenara esta erosión de credibilidad”.
Para evitar la confrontación y el contenido incendiario Cristina Colom cree que hace falta “crear un espacio público más saludable, con directrices claras y transparentes sobre las reglas del juego sin poner en peligro la libertad de expresión ni otros derechos fundamentales”. En Digital Future Society peinsan que, como agentes claves en este proceso, las redes sociales tienen que rendir cuentas.