Cristina del Campo, directora general de AINIA

Ingeniera industrial con una doble titulación por la ETSII de Bilbao y la ENSAM de París, Máster en Gestión de la Innovación por la UCV y PDD Promociona por ESADE, Cristina del Campo ha ejercido durante nueve años como directora de la Red de Institutos Tecnológicos de la Comunidad Valenciana (REDIT) y, previamente, desempeñó cargos de diferente responsabilidad en el sector industrial y de consultoría. En septiembre de este año, Del Campo asumió la dirección general de AINIA, después de un período de diez meses desarrollando su actividad en la dirección general adjunta del centro.

1. A lo largo de su trayectoria profesional, ¿qué decisión ha tomado que haya tenido como consecuencia un mayor grado de innovación?

Cada momento de cambio me ha obligado, en cierto modo, a innovar en mi manera de abordar los retos y oportunidades, en la forma de relacionarme con mis compañeros y colaboradores, clientes, proveedores… 

En mi trayectoria profesional he trabajado en diferentes sectores y entornos: el mundo de la consultoría de negocios a nivel internacional, el sector de automoción, tanto en empresa multinacional como en empresa familiar, y, en la etapa más reciente, en el ámbito de los centros tecnológicos y la I+D.

Cada nueva etapa ha representado siempre una oportunidad de reinventarme y ponerme a prueba a mí misma. La falta de confort inherente al cambio es una buena palanca para la innovación, el aprendizaje y la mejora.

En esta línea, sin duda, mi actual responsabilidad en la dirección general de AINIA me sitúa en una posición privilegiada, porque si una palabra define nuestro centro es, precisamente, la innovación. En AINIA, somos innovación.

2. ¿Cuáles son las claves para culminar con éxito un proceso innovador?

Partiendo de una visión de la innovación como todo aquel cambio basado en conocimiento que genera valor, destacaría como clave este último aspecto: la generación de valor. Es decir, que para emprender con mayor garantía un proyecto innovador es necesario que el mercado sepa reconocer el valor generado por el nuevo producto o proceso, lo que nos obliga a escuchar atentamente las necesidades de nuestros clientes para traducirlas en oportunidades.

3. Tres consejos para quienes estén dispuestos a abordar cambios, acciones o procesos innovadores en su empresa o entorno.

En primer lugar, incidiría en la importancia del aspecto humano de la organización. Es fundamental generar el entorno apropiado, basado en la confianza, para que las personas puedan innovar, con una especial sensibilidad a la creación de equipos multidisciplinares y con perfiles diversos.

También resaltaría que todo aquel que decida impulsar una cultura de innovación y esté dispuesto a abordar cambios en su empresa tiene que aprender a convivir con la incertidumbre y a perder el miedo al fracaso. Debe ser flexible y, a la vez, perseverante.

Por último, destacaría el valor de la colaboración: escuchar al entorno y cooperar con proveedores de tecnología y conocimiento es una buena fórmula para compartir el riesgo propio de cualquier proceso innovador.

4. ¿Cuál es, a su juicio, la mayor innovación que ha tenido lugar en los últimos 50 años en todos los ámbitos?

El surgimiento de Internet y la disrupción en las TIC, que han supuesto un cambio revolucionario en todos los ámbitos de nuestra vida cotidiana, transformando radicalmente la comunicación entre las personas y posibilitando que, hoy en día, prácticamente toda la humanidad esté conectada. 

Aunque también quisiera señalar que la innovación ocurre todos los días: hay innovaciones constantes en productos o servicios, en procesos o en estrategias comerciales que, si bien no son disruptivas, sí suponen avances en el día a día de las empresas, que constantemente trabajan para diferenciarse y ser competitivas. Porque la innovación debe formar parte de la gestión diaria de las organizaciones.

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