El abarrotado salón de actos del CSIC tenía ayer el ambiente de una gran fiesta familiar. La institución decidió homenajear por vez primera a sus pioneras, cerca de dos centenares de científicas de las que casi cien, nunca del todo jubiladas y llegadas desde múltiples rincones de España, estaban allí presentes.
“Teníamos una deuda con vosotras, y algunas diréis ¡a buenas horas!, pero ha llegado el momento de reconocer esa labor callada, que salvó todas las dificultades, aún más acusadas entonces”, apuntaba Rosa Menéndez, presidenta del CSIC en su intervención. “Teníais que salir del anonimato. La sociedad ha de ver cómo la ciencia española ha crecido gracias a nuestras científicas. Vuestro ejemplo seguirá iluminando nuestros días”.
El propio CSIC es un buen termómetro para medir cómo ha evolucionado la brecha de género en el ámbito científico. Si en los años 40 las trabajadoras era sólo un 13,5 % del total de sus empleados (y apenas una docena eran investigadoras), en los años 80 el organismo público se convertía en un caso paradigmático de promoción de la igualdad al contar en sus filas con un 32 % de mujeres dentro del personal investigador. Hoy, ese porcentaje sólo se ha incrementado en cuatro puntos hasta un 36 % que aún así sitúa al CSIC por encima de la media europea, también en otro baremos, como el techo de cristal, con un 1,33 %.
En 2002 se puso en marcha la Comisión de Mujeres y Ciencia del CSIC. Como explicaba ayer su presidenta Pilar López Sancho, Profesora de Investigación del Instituto de Ciencia de Materiales (ICMM-CSIC), este primer homenaje en 80 años muestra un cambio cultural en el CSIC. “La mayoría de los homenajes a investigadoras hasta la fecha han sido post mortem, el reconocimiento histórico ha sido nulo, y muchas han sido rescatadas del olvido gracias a tesis doctorales de otras investigadoras”, ha dicho López Sancho antes de recordar que Ángela Nieto, Susana Marcos y Mercedes García-Arenal, todas del CSIC, han sido reconocidas en los Premios Nacionales de Investigación 2019
Si hablas de feminismo, hazlo bajito
Entre las homenajeadas en carne y hueso, Dolores Cabezudo (Madrid, 1935), química analítica especializada en el estudio de los alimentos, definió como “audaces” a las que como ella empezaron en la carrera científica en la década de los 60. Reacia a hablar de la escasez de recursos de entonces o a los obstáculos que hubo de sortear por su condición de mujer “por no darles propaganda”, Cabezudo si tuvo unas palabras para esas otras mujeres que “despejaron de chinitas el camino”: las científicas de la Segunda República Española.
“El papel del científico no estaba nada claro entonces, menos aún si eras mujer o si, como era mi caso, el objeto de investigación era algo tan cotidiano como el vino”. Todo ello en un tiempo “sin comisiones de mujeres, ni movilizaciones de 8 de marzo y en el que para hablar de feminismo había que hacerlo bajito”. La investigadora jubilada quiso acordarse también del apoyo que recibió de colegas masculinos y de cómo juntos iban “corre que te corre, y de congreso en congreso” para estar al tanto de las investigaciones punteras y tratar de mejorarlas.
“Hablábamos bien, nuestros escritos eran escuetos, no publicábamos infinitas veces lo mismo. A veces me pregunto: ¿seguirán vigentes nuestras investigaciones? Lo cierto es que ya apenas se nos cita, pero siempre nos quedará la satisfacción de saber que las hipótesis que planteábamos se podían reproducir”, añadía Cabezudo.
Aún es posible encontrarse trabajando a Tarsy Carballas (Taboada, Lugo, 1934) en el Instituto de Investigaciones Agrobiológicas de Galicia. Emocionada, la experta en el estudio del funcionamiento y la fertilidad del suelo, y en la recuperación del mismo tras un incendio, rememoraba cómo estudió Farmacia para satisfacción de sus padres, y después Química porque ya no hay vuelta atrás una vez se padece “el virus de la investigación”. El CSIC era uno de los pocos lugares a los que acudir para poder dar salida a una vocación que en su caso se vio acrecentada por crecer “rodeada de bosques”. “He tenido la suerte de haberme dedicado a la noble tarea de la investigación, y ha sido posible gracias a colegas y a presidentes del CSIC que confiaron en mí”.
Otras figuras reconocidas han sido Josefina Castellví, pionera de la investigación antártica y primera mujer que dirigió la Base Antártica Española Juan Carlos I; Teresa de Pedro, experta en robótica y precursora de los programas de inteligencia artificial; María Ángeles Durán, experta mundial en el estudio del trabajo no remunerado, como es el dedicado a la familia y el hogar; Margarita Salas, precursora de la biología molecular y autora de la patente más rentable del CSIC; Laura Iglesias, experta en observaciones de espectroscopía para estudiar el movimiento de las estrellas; Elvira Gangutia, pionera en el estudio de la filología griega y en la dirección del Diccionario Griego-Español o Gabriela Morreale (1930-2017), bioquímica que desarrolló el método conocido como la prueba del talón, que previene el retraso mental infantil.