conocimiento ciéntifico

Conocimiento científico al alcance de todos

Daniel Goleman: "Para gestionar las emociones primero hay que ser consciente de qué y cómo sentimos"

El autor de "Inteligencia Emocional" vuelve a las librerías con "Óptimo" (Kairós), escrito a junto a Cary Cherniss.
daniel goleman optimo inteligencia emocional libro

Con Inteligencia emocional, Daniel Goleman (Stockton, California, 1946) firmó uno de los best sellers más destacados e influyentes de los últimos años al revolucionar la forma en que concebimos la inteligencia. En su nuevo libro, Óptimo (Kairós, disponible aquí), retoma este asunto junto a Cary Cherniss, doctor en Psicología por la Universidad de Yale. Lo hace desde un enfoque eminentemente práctico. ¿Cómo podemos utilizar los recursos internos y alcanzar un estado óptimo de rendimiento y satisfacción?

Existen ocasiones en las que logramos el máximo provecho de aquello que hacemos: un futbolista marca un hat-trick sin despeinarse, nuestra empresa factura cifras inusitadamente elevadas durante un trimestre…. pero la realidad nos dice que, por cada momento asombroso, al común de los mortales nos toca vivir un buen puñado de jornadas anodinas o insatisfactorias. Óptimo revela cómo la inteligencia emocional puede contribuir a que tengamos un buen día todos los días.

De la corazonada a la evidencia científica

Doctorado en Psicología Clínica por la Universidad de Harvard, periodista científico en medios como The New York Times, Daniel Goleman ha mantenido un encuentro online con periodistas españoles. Desde California, el autor de Óptimo ha detallado que las cosas han cambiado mucho respecto a 25 años atrás, cuando las investigaciones directas en torno a la inteligencia emocional escaseaban y no quedaba más remedio que echar mano de otras aproximaciones relacionadas “o de corazonadas que, a la postre, han resultado ser ciertas”.

En el libro, Goleman y Cherniss, explican cómo establecer el objetivo realista y alcanzable de sentirse satisfecho trabajando de manera constante en un nivel óptimo. Se han basado en investigar cómo cientos de personas construyen la arquitectura interna de un buen día productivo para describir cómo se siente un estado óptimo. También muestran que la inteligencia emocional es la clave para mejorar el rendimiento personal y laboral.

El estado óptimo

Goleman ha definido el estado óptimo como ese momento en que podemos dar lo mejor de nosotros. “Nos sentimos bien, estamos implicados con lo que hacemos, podemos afrontar retos y permanecemos conectados con la gente que nos rodea”. En sus investigaciones, los autores de Óptimo, han concluido que existen vías para favorecer que se incremente la frecuencia de esos días en los que todo fluye.

El estado óptimo mantiene una conexión muy clara con la inteligencia emocional. “En el contexto de empresas y organizaciones, los datos exponen que los trabajadores más inteligentes emocionalmente aumentan las probabilidades de tener un día óptimo. He preguntado a profesionales de San Sebastián, Santiago de Compostela, Madrid o Barcelona por aquellos jefes con los que mejor y peor relación han tenido. Los más apreciados suelen ser aquellos emocionalmente inteligentes; con conciencia de sus emociones y capaces de una buena gestión de las mismas y de conectar con las emociones de los demás. Son líderes que inspiran y guían. Por supuesto, esto no es solo aplicable al terreno corporativo, sino a toda persona con una buena inteligencia emocional”.

Campo de acción

Un buen primer paso para cambiar la perspectiva es, según Goleman, distinguir entre las cosas que podemos cambiar y las que no. “Quizá podamos influir en nuestras circunstancias laborales, o se trate de una tarea imposible. Pero sí es factible actuar en nuestra realidad subjetiva y nuestras emociones; moldearlas para lograr un estado óptimo”.

En este camino, trabajar la concentración –“una de las formas más exitosas de entrar en un estado óptimo”- debe ser un objetivo prioritario. “El proceso cerebral facilitado por la concentración nos calma, nos sentimos menos disgustados y más resilientes”. Elementos como el teléfono móvil, y otros gadgets tecnológicos generalizados, no son los mejores aliados de una buena concentración. “Efectivamente, suponen una gran distracción. Sin embargo, la mayor fuente de distracción procede de nuestro estado emocional. ‘¿Por qué me dijo lo que me dijo? ¿Por qué tarda tanto en responderme al correo?’ La propia mente es la gran distracción. Aprender a concentrarnos facilita que nos deslicemos hacia el estado óptimo”.

Meditación -  Concentración

Daniel Goleman pasó varios años en la India estudiando diversos métodos de meditación. En nexo de estas prácticas con la concentración es muy nítido. ¿Conviene por tanto meditar cada día? “La meditación es una de las vías para mejorar la inteligencia emocional, pero no la única. Es importante porque nos hace más consciente de nosotros mismos y de las emociones que nos mueven”.

Como consejo para no iniciados en la meditación, Daniel Goleman ha invitado a empezar por concentrarse en la respiración. Inspirar, expirar, sentir la pausa entre inspiración y expiración, y volver a empezar el ciclo. “Un buen momento para llevarlo a cabo es la mañana, antes de ir a trabajar. Al principio, 5 minutos de meditación son suficientes y, poco a poco, incrementar ese tiempo. La evidencia científica nos dice que la meditación es un buen entrenamiento de la atención”.

El experto ha mencionado otras herramientas para lograr el estado óptimo. “Por ejemplo, conviene empezar a pensar de forma distinta acerca de nuestra situación y, por tanto, dejar de enfocarnos solamente en aquello que va mal. La conciencia de las propias emociones es la base de la inteligencia emocional. Qué sentimos, cómo lo sentimos, cómo se conforman nuestras percepciones o nuestros impulsos al actuar. Este punto es muy importante: para gestionar las emociones primero hay que ser consciente de ellas”.

Un ayuda para la psicoterapia

Los progresos constantes en el ámbito de la inteligencia emocional tienen repercusiones anexas también en el trabajo cotidiano de los psicólogos. “Salud mental y estado óptimo están conectados. Como he mencionado, la primera parte del estado óptimo es la conciencia de las emociones y la gestión de las mismas, sobre todo de las negativas. No dejar que nos dominen, no rumiarlas demasiado… Este descontrol o desplazamiento emocional provoca que mucha gente acuda a terapia para aprender a dominar esas situaciones. Es clave ser capaces de ‘invocar’ emociones positivas. Tal y como está estructurado el cerebro humano, cada pensamiento lleva asociada una emoción. La terapia cognitivo-conductual consiste precisamente en gestionar las emociones perturbadoras cuestionando el peso de los pensamientos a los que están ligadas”.

Educar en inteligencia emocional

“La buena noticia -continuaba Daniel Goleman- es que la inteligencia emocional es una habilidad que se puede aprender, a diferencia del cociente intelectual”. El autor de Óptimo ha lamentado que estas áreas sean ignoradas por los centros educativos. “También convendría que empresas y organizaciones ofrecieran formación en inteligencia emocional para adultos, dado que se puede mejorar a cualquier edad”.

Por último, volvemos a la revolución tecnológica y sus efectos en este entramado de saberes, emociones y comportamientos. “En lo que respecta a la inteligencia artificial, la cuestión de base radica en que las máquinas no tienen emociones. Carecen de pasión, inspiración o propósito. Por otro lado, para hablar de inteligencia emocional necesitamos empatía, y a las máquinas se les da fatal la compasión”.

A su juicio, uno de los dilemas a los que se enfrentan los científicos que trabajan con las próximas inteligencias artificiales es determinar si, en el futuro, conseguiremos máquinas capaces de preocuparse por el bienestar humano. En el caso de las personas, todo es más sencillo. “Lo que indica el nivel de inteligencia emocional de otra persona es cómo nos hace sentir. Por ejemplo: ¿Qué marcadores somáticos dispara nuestra interacción con esa persona? ¿Nos hace sentir extraños o sintonizados? Esa armonía perceptible suele ser señal de una alta inteligencia emocional en nuestro interlocutor”.

Deja un comentario

Especiales