Un quark es una de las partes primigenias que conforman la materia. Es algo tan diminuto que resulta difícil relacionarlo con las grandes teorías que forman parte del universo de la Física; un lugar donde lo más pequeño, y lo más grande, forman un todo. En el año 2004, David J. Gross (Washington D.C., 1941) ganó el Premio Nobel por sus estudios sobre los quarks. Hasta ahora, en la física de partículas, lo máximo que se ha podido descubrir, pero no es lo único de lo que sabe. En un sillón de la Fundación Ramón Areces, su semblante de hombre sabio rebota, como los quarks, por toda la habitación.
“La Física está para descubrir y entender el mundo, el universo, cómo empezó todo, el porqué de las cosas e incluso su final. Los físicos queremos controlar el mundo, en el buen sentido de la palabra. La Física, y todo lo que la rodea, es realmente alucinante, y espero que la gente joven siga el camino que trazaron otros”, explica. Hable de lo que hable, siempre termina destacando el papel que los jóvenes tienen en nuestra sociedad. Los utiliza, también, para hablar sobre el papel actual de España en la Física.
“Veo muy bien a este país, con ciertos problemas para investigar, pero muy bien. El problema es que, hace unos años, cuando Franco dominaba este país, los físicos españoles tuvieron un parón significativo que no les dejó avanzar en una época en la que iban directos. También han tenido problemas en esta última época, con todas las dificultades económicas que les han azotado. No se les puede pedir más, algo que de verdad hiere mi corazón”, se lamenta. Pero, aun así, se sigue impresionando en muchos sentidos. “Ahora, su gente joven, físicos, siguen luchando y trabajando, y hacen que, aunque malos, estos tiempos sean los mejores posibles para su país”.
No todo va a ser malas noticias. Gross reivindica el papel de España, junto con varios países como Alemania (a la que destaca entre las demás), como punta de lanza de la Física mundial, y no cree que haya tantas diferencias entre Europa y Estados Unidos. “Entre las pocas diferencias que encuentro es que Estados Unidos es un país y Europa no… todavía. España es fuerte, y con el tiempo lo será más, pero los alemanes son la potencia más fuerte de este continente. Le saca mucho a vuestro país, pero a los demás también”. Tampoco piensa que Estados Unidos sea tan “número uno” como muchos lo pintan. “No creas que Estados Unidos le saca mucha diferencia a los alemanes. De hecho, podríamos decir que la competitividad es muy fuerte. Todavía investigamos más, pero es que es un país más grande y el idioma también hace que se abran muchas puertas para que investigadores de todo el mundo puedan ir a estudiar. Para que veas: probablemente, el 30-40% de los mejores investigadores del mundo no han nacido en Estados Unidos, pero van allí a estudiar. Ése es un gran punto a nuestro favor”, asegura.
Gross se sorprende a veces de algunas estadísticas que muestran que cada vez hay menos estudiantes de Física. “Yo no lo creo, la gente es muy curiosa. Es cierto que los programas de televisión son algo ‘pobres’ y que, ahora mismo, no hay ningún guardián que vele por la seguridad de la Física. Pero en Estados Unidos, y en Europa, el número de estudiantes en Física está aumentando. Por ejemplo, España tiene unas cifras similares (no comparables), si bien deberían ser todavía más. Y parece que no, pero muchas mujeres están perpetuando esas ganas de aprender, de seguir la senda de la curiosidad humana”, opina.
El futuro del mundo es de los jóvenes, o eso cree. Por ello, cuando hablamos sobre sus estudios sobre energía nuclear, incide en la importancia de la educación para no repetir errores pasados y presentes. Según él, no hace falta estudiar una energía alternativa a la nuclear ya que cualquier energía, comparada con esta, sería muy pequeña a su lado. Pero advierte: “es lo más peligroso que existe, si nos referimos a ella como arma militar. De hecho, cualquier instrumento empleado para la violencia, por definición, ya es peligroso, pero ¿sabes cuántas armas nucleares hay ahora mismo en el mundo? 20.000. Para destruir una gran capital como Madrid, con toda su área metropolitana, solo se necesitaría una bomba. No tenemos ni idea de lo peligroso que puede llegar a ser, como tampoco tenemos idea del número exacto de ellas. La energía nuclear, bien utilizada, no es peligrosa. Lo peligroso son esas 20.000 bombas. Estados Unidos, Rusia, Pakistán, Israel, India, China… Todos esos países las tienen, al igual que cada uno de esos países tiene una opinión respecto a lo que hacer con ellas”.
Alguien que también avisaba sobre este problema era Albert Einstein, “una persona especial, que vivió en una época especial, y que ayuda a explicar y a entender los eventos históricos del siglo XX”, subraya. ¿Por qué era tan importante? “¿Y por qué Napoleón era tan importante? Porque era un gran general, vivió en una gran época y ayudó a cambiarla. Un genio, como Einstein, que parecía un Jesucristo de su época. Albert era especial. En aquel entonces se admiraba la inteligencia y se le daba visibilidad a la educación. La gente joven ya no tiene ídolos como él. Los bajitos tienen esas cosas”, comenta para sí mismo, entre risas.