El 25 % de la población mundial tiene anemia. Y la principal causa es el déficit de hierro, que afecta en mayor proporción a mujeres, en especial por debajo de los 50 años. “El déficit de hierro es un mal silencioso”, como destaca el doctor José Antonio García Erce, director del Banco de Sangre y Tejidos de Navarra.
Unos datos que el doctor García Erce ofrecía recientemente en Salamanca, en la II Jornada de Periodistas “avanzando en el cuidado del paciente hematológico”. Con el lema, "Hematología, pionera en la innovación”, la jornada estuvo organizada por la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia y la Asociación Nacional de informadores de Salud (ANIS).
“El hierro es uno de los oligoelementos más importantes en los seres vivos. Su metabolismo tiene un fino y delicado equilibrio, porque carecemos de un mecanismo activo de secreción [tenemos que tomarlo con la alimentación], y una absorción poco eficaz, por lo que se es necesario un delicado y equilibrado reciclaje o reutilización continua”, explica este experto.
Por si fuera poco, el reciclaje de este importante oligoelemento está muy influenciado por determinados estados del organismo, como la inflamación, común a muchas patologías crónicas.
El déficit de hierro es la alteración nutricional más prevalente en el mundo y constituye una epidemia silenciosa. Un hecho que aflora en particular cuando se acude a a los bancos de sangre a hacer donaciones. El doctor García Erce señala que el 6% de los hombres y del 25 al 50% de las mujeres donantes tienen déficit de hierro (ferropenia). Y el 11% de las mujeres con déficit de hierro están en edad fértil, lo que puede traer complicaciones en el embarazo y también al futuro bebé.
“Esta condición se agrava durante el embarazo. Se ha descrito la relación entre dicha carestía con prematuridad, placentas de menor peso, niños de menos peso. Igualmente, se ha relacionado con mayor incidencia de infecciones de orina”, explica García Erce.
En los últimos años, indica el director del Banco de Sangre de Navarra, también se ha relacionado el déficit de hierro con una mayor prevalencia y mayor gravedad de trastornos de esfera cognitiva, tales como “niños hiperactivos”, tics, síndromes de Gilles de la Tourette, peor rendimiento académico, o incluso repercusiones que llegarían a afectar el crecimiento que tiene lugar en la adolescencia.
Un déficit que siempre acusa el organismo, pero en especial en los dos primeros años de vida, época de mayor crecimiento del cerebro. La falta de hierro puede afectar a las neuronas y otras células del cerebro, a la mielina, que ayuda a conducir los impulsos nerviosos, o a la producción de neurotransmisores, además de provocar una posible falta de oxígeno. El déficit de hierro se ha asociado también con trastornos de aprendizaje en estos niños hasta la edad de 5 años.
“El seguimiento hasta los cinco años de niños nacidos de madres ferropénicas [falta de hierro] muestra que tienen menor crecimiento o que puede persistir la falta de hierro después del nacimiento. Algún estudio indica que desarrollo intelectual de estos niños puede ser un poco más lento que el resto”, explica el doctor García Erce.
Otras patologías también acusan la falta de hierro: “Se conoce la relación con la sintomatología del síndrome de piernas inquietas y la mejoría clínica cuando se trata con hierro endovenoso. Igualmente, se ha descrito casuística de casos de mujeres con síndrome de fatiga crónica o depresión menor que presentaban mejoría al ser tratadas del déficit de hierro asociado”.
Aunque la principal causa de déficit de hierro son las patologías digestivas. “Hasta tres cuartas partes de pacientes con enfermedad inflamatoria intestinal tienen déficit de hierro. Hoy en día es mandatorio su escrutinio y tratamiento activo”, resalta.
Además la falta de hierro puede ser un síntoma centinela de otras patologías, porque lo que siempre ha de buscarse la causa, resalta el doctor García Erce: “el déficit de hierro o la anemia ferropénica puede ser el primer signo de infección por Helicobater pilori [úlcera de estómago], sensbilidad al gluten [celiacos] o neoplasias gastrointestinales. Todo adulto mayor de 50 años que tenga déficit de hierro, con o sin anemia, debe ser investigado para descartar un posible cáncer de colon”.