América Latina no es unívoca en materia de energías renovables. Cada uno de los países que componen la región se enfrenta a su propio desafío. Es tierra fértil pero también es rezago. Conscientes de sus potenciales y retos, los representantes de cinco países de la región participaron el viernes en la Feria Internacional de Energía y Medio Ambiente en IFEMA para debatir sobre la situación actual y el futuro de las energías renovables en sus respectivos territorios.
“Colombia es el gran rezagado de América Latina”. Con estas palabras comenzó su intervención en la mesa redonda Camilo Botero, asesor de ProColombia en España, entidad del Gobierno colombiano. Pese a reconocer el “potencial enorme” del país, Botero confiesa que no han logrado avanzar como otros países de la región.
Los recursos energéticos de Colombia no son pocos: solares, eólicos y de biomasa, pero el 70 % de su matriz energética está compuesta por fuentes hídricas, así como por fuentes térmicas (gas, petróleo y carbono).
A casi 2.000 kilómetros al norte, El Salvador experimenta una situación similar. “El Salvador ha tenido una experiencia corta en tiempo en el tema de las energías renovable”, aseguró durante su intervención Alejandra Samour, ministra consejera de Economía, Comercio y Turismo de este país de siete millones de habitantes.
Sin embargo, El Salvador no se quiere quedar atrás. De acuerdo con Samour, el país centroamericano está apostando por invertir en proyectos pequeños, especialmente en biogás. Como ejemplo de esta inversión, contó el caso de un proyecto de 28 megavatios para energía solar y biogás con el que acaban de cerrar un proceso de licitación.
La apuesta de Chile va en otra dirección. Su singularidad geográfica constituye su propio desafío. Sus 4.400 kilómetros de largo suponen un reto para la distribución de la energía en una población muy dispersa.
Chile tenía uno de los costes más altos de energía del mundo, según contó Sebastián Pillado, director de ProChile en España, lo que suponía un enorme desafío para el país, el primer exportador de cobre a nivel mundial. Sin embargo, el país apuesta cada vez más por la energía solar fotovoltaica y, al tener una larga extensión de costa, también por la energía mareomotriz.
El país andino tenía una composición importante de energías limpias, pero estas se fueron mezclando con el carbón y el gas, contó Pillado, quien detalló que a partir de 2008, se obligó a las grandes generadoras de producir un 10% de su energía con fuentes renovables.
Uruguay muestra la otra cara del problema. Pese a que no dispone de hidrocarburos, ha logrado reducir su dependencia gracias a que ha implementado una política energética de Estado a favor de las energías alternativas. De acuerdo con Daniel Pareja, ministro consejero Económico Comercial, en los últimos años el país pasó de ser importador a exportador de energía.
“Casi el 100% de la matriz eléctrica está implicada por las energías renovables”, añadió Pareja y detalló que la fuente hidráulica representa cerca del 60 %, la eólica un 30 %, la biomasa un 7 %, la solar un 2 % y la térmica otro 2 %.
En el caso de Brasil la biomasa es la principal fuente renovable que se obtiene del bagazo de caña, según relató Rafael Porto, primer secretario de la embajada de Brasil. La caña y sus derivados suponen el 17% de la matriz energética, que no ha dejado de aumentar desde 2004 con la reestructuración del mercado nacional.