Hace unos tres millones de años, cuando se formó el istmo de Panamá, sucedió el Gran Intercambio Biótico Americano (GABI) entre especies del Norte y del Sur de América. Fue entonces cuando tigres dientes de sable, así como los parientes extinguidos de roedores, armadillos y perezosos, provenientes del sur, convivieron con los parientes extinguidos de elefantes, caballos, camélidos y félidos, del norte.
El análisis de más de 400 piezas dentales de diez órdenes de mamíferos fósiles hallados en 19 yacimientos en la Pampa argentina ha permitido descubrir que estas especies lograron coexistir y se redujo la competencia entre ellas gracias al grupo de plantas C4 (cuya fotosíntesis da lugar a un compuesto con cuatro carbonos).
Esto es lo que ha revelado la señal isotópica de carbono registrada en el esmalte y la dentina de estas piezas. Aunque este tipo de técnica no es nueva “ha avanzado tanto que se hacen estos estudios sin apenas dañar los fósiles”, ha detallado Laura Domingo Martínez, la investigadora de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) que lidera este proyecto internacional.
“Hubo diferentes oleadas de llegada de estos organismos pero hasta ahora no se sabía mucho cómo interactuaron entre sí”, precisa la también investigadora de la Universidad de California en Santa Cruz (EE. UU.). “Cuando aparecieron estas plantas hubo unos organismos que las utilizaron y cambiaron sus dietas y hubo otras que se mantuvieron en su dieta previa. Las especies que venían de Norteamérica tuvieron éxito en su expansión porque tuvieron una dieta muy flexible”, añade.
“Nuestro trabajo permite comprender patrones y mecanismos que han actuado en la dinámica de las asociaciones de mamíferos de Sudamérica desde el Mioceno final hasta casi el comienzo del actual Holoceno y que ha desembocado en la configuración de la estructura de la fauna actual en Sudamérica”, explica Domingo.
En fósiles de vertebrados con una antigüedad mayor a 50.000 años se analiza preferentemente el esmalte dental puesto que es el tejido óseo más resistente frente a los procesos de alteración sufridos durante la fosicilización.
El estudio publicado en Scientific Reports, y financiado por National Geographic, la Fundación Waitt y el Ministerio de Ciencia e Innovación, es el resultado de tres años de trabajo. El equipo lo completa Rodrigo L. Tomassini (INGEOSUR-CONICET, Argentina), Claudia I. Montalvo (Universidad Nacional de La Pampa, Argentina), Dánae Sanz-Pérez (UCM) y María Teresa Alberdi (Museo Nacional de Ciencias Naturales-CSIC).
En un escenario de cambio climático a nivel global y regional, los resultados de este estudio podrían aplicarse en la fauna actual, lo que permitiría anticipar y modelizar patrones en un contexto de interacción de especies procedentes de otras áreas.
El estudio también revela la rapidez con que los gonfoterios (ancestros de los elefantes), équidos y camélidos -todos procedentes del norte-, se adaptaron gracias a la flexibilidad de su dieta.
El registro paleontológico de Argentina resulta “clave” en la investigación del GABI. “Muestra una excelente representación de yacimientos con una gran abundancia de restos desde los 10 millones de años hasta los 10.000 años, antes, durante y después del GABI”, concluye Domingo.