La histórica central térmica de Compostilla –Cubillos del Sil, León– de Endesa ha comenzado su proceso de desmantelación. Durante 48 meses, la compañía irá demoliendo selectivamente partes de la infraestructura, además de aprovechar los residuos de su vertedero –que clausurarán– para poder reutilizarlos posteriormente. Lo harán bajo los principios de la economía circular: la demolición, los empleos, las voladuras y los planes de recuperación posteriores irán expresamente sobre esa línea.
Miguel Temboury, director general de Endesa Noroeste, explica que en este proceso se ha implicado a todas las áreas de la compañía “para llevar a cabo un desmantelamiento que no solo técnicamente sea ejemplar, sino que sea sostenible y con principios de economía circular. Lo estamos consiguiendo”.
Para ello será esencial no solo la estrategia de demolición de la central térmica, sino quién la llevará a cabo. De hecho, Endesa, como señala Temboury, ha puesto en valor “la participación de mano de obra local cualificada gracias a los cursos de formación impartidos”. Y es que los 130 trabajadores proceden en gran parte de antiguas empresas contratistas o son residentes en el Bierzo. “El 80% son de la comarca”.
Asimismo, realizaron hace meses cuatro cursos de formación en desmantelamiento de centrales térmicas “para que la cualificación profesional no fuese un obstáculo en la búsqueda de oportunidades laborales por parte de los residentes”.
¿Cómo se desmantela una central térmica?
Definidos ya el qué y el quién solo queda saber cómo se desmantelará la central térmica. Van a hacerlo siguiendo el sistema de demolición selectiva, con el objetivo de aprovechar al máximo los materiales residuales –que superarán, calculan, las 266.870 toneladas–.
Así, lo primero que se hace en este tipo de desmantelaciones siguiendo la economía circular es suprimir cintas y otros equipos de superficie que pudieran interferido en la clausura de los vertederos. Asimismo, se han vaciado los tanques de combustibles y aceites y se han desmontado cableado, cuadros eléctricos, luminarias, chapas y otro pequeño material.
"Igualmente –señala– se han iniciado los primeros trabajos de desmantelamiento en la zona de desulfuración de los grupos 4 y 5, procediendo a las actividades de descalorifugado y tareas de desmontaje de electrofiltros en estos grupos”.
En la central térmica de Compostilla se ha instalado además un equipo de machaqueo con capacidad para tratar 300 toneladas por hora; contará al menos con una machacadora de mandíbulas, un separador magnético para la segregación de las armaduras desprendidas y un cribado para la clasificación de los hormigones triturados. Esto es, que se podrán ir rellenando los huecos generados en las obras manteniendo el terreno actual y tapando con estos residuos los huecos.
¿Y los residuos?
“Nuestros proyectos para Compostilla tras el final de la térmica están centrados en la economía circular, con sendas plantas de reciclaje de palas eólicas y de baterías de vehículos eléctricos, lo que es coherente con darle una segunda vida a los equipos de la térmica que puedan prestar algún servicio a entidades del Bierzo”, explica Temboury.
Así, la mayoría de los residuos generados en obra, como por ejemplo materiales de yeso, las mezclas bituminosas o las tierras y rocas contaminadas, serán tratados por gestor autorizado, excepto el hormigón resultante de la demolición “que se valorizará in situ”. Únicamente se eliminarán aquellos para los cuales no exista otra solución.
“Los restos de fibras y amiantos serán retirados inicialmente por empresas especializadas, por lo que no llegarán a ser almacenados en el emplazamiento. Para los residuos peligrosos se dispondrá de al menos diez contenedores cerrados de 30 metros cúbicos para los sólidos y de cincuenta bidones de 1.000 litros para líquidos. Los productos químicos desechados se almacenarán también en bidones”, indica.