Deusto Business School es la escuela de negocios más antigua de España. Nació en 1916, como La Comercial de Bilbao, y desde entonces hasta hoy ha formado a parte del top de la clase política y empresarial del país. Ligada estrechamente a la Economía o el Derecho, logró anticiparse al ritmo de los tiempos y, sin apartar la mirada de la formación de directivos de primera línea de responsabilidad, apostó también por una nueva tipología empresarial integrada por perfiles que difieren de los clásicos, envueltos en la innovación, el emprendimiento y las nuevas tecnologías; con una visión distinta del mundo y del trabajo que requería una formación a medida. Muestra de esta inmersión es la alianza con Citi en el programa Citizen Bootcamp, que se imparte en la sede la escuela en Madrid, y que hasta el 30 de octubre tiene abierta su segunda convocatoria para que 40 ideas innovadoras o startups de menos de 3 años se beneficien durante unos meses de la excelencia de Deusto Business School, con todo lo que ello implica.
Que el programa lo imparta una escuela de negocios supone varias cosas que Iván Soto, investigador en Deusto Business School y coordinador de Citizen Bootcamp, resume en la excelencia formativa. “Las escuelas de negocio vivimos de nuestra reputación, y aunque el programa sea gratuito para los emprendedores gracias al apoyo de Citi, eso no quiere decir que nos podamos relajar y vamos a mantener nuestros estándares de calidad”.
Paco Bree, investigador y profesor en Deusto Business School, responsable de impartir el Módulo de Creatividad en Citizen Bootcamp, coincide con la visión de Soto sobre el valor añadido que inyecta al programa el prestigio de la institución. “La Universidad de Deusto lleva más de 100 años con la innovación en el ADN, algo de lo que muy pocos pueden presumir. Esto se traduce en un rigor fuera de dudas en el dominio de disciplinas clásicas como las finanzas y, desde hace aproximadamente una década, en una apuesta por el emprendimiento, la transformación digital, el humanismo o la sostenibilidad”. El investigador añade que para percibir esta dualidad basta con echar un vistazo al claustro de profesores, donde el prestigio de sus integrantes no les libra de estar “en constante aprendizaje” para mantener el nivel.
CREATIVIDAD, CREATIVIDAD, CREATIVIDAD
En el programa, el management clásico es ‘permeable’ a integrar contenidos del nuevo management. “En los tiempos que corren, tienen que convivir la tradición y lo emergente”, señala Iván Soto. “Si la startup aún no está ‘montada’, lo mejor es empezar con mucha creatividad e ideación”, añade Bree, que en sus clases aporta herramientas y modelos para ser creativo tanto a nivel individual como colectivo, “y ahí tiene cabida la polimatía (cómo crear equipos de polímatas) y el emprendimiento con tecnologías exponenciales”. En la misma línea, Iván Soto insiste en que los alumnos deben darse cuenta lo antes posible de que la innovación y la creatividad “van siempre de la mano en el proceso de emprender”, y que la creatividad la van a utilizar “desde que entren por la puerta el primer día hasta que se gradúen”.
Bree considera que el programa mezcla varios aspectos clave y que lo que afecta al emprendimiento engancha bien con los efectos de aquellas tecnologías que están provocando disrupciones. “Emprender está muy bien, pero hay que dominar el Big Data o el Blockchain”, añade el profesor e investigador, que invita a no olvidar que “vivimos una revolución sin precedentes y los alumnos han de pensar soluciones que ayuden a resolver retos y desafíos, todos los que podamos imaginar, y en cualquier sector. Es un programa totalmente actualizado con lo que pasa hoy en día pero que, además, mira al futuro”. A este respecto, Bree y otros profesores utilizan en el programa técnicas de vigilancia tecnológica que ayudan a los alumnos a pensar en qué actividades relacionadas con su idea o negocio tienen mayores garantías de prosperar en el largo plazo.
Otra de las premisas del programa es que las ideas avancen y las startups escalen. Como explica Iván Soto, la formación tiene carácter práctico y está adaptada a las necesidades de un negocio innovador con capacidad de progresar. El mentoring que aplicarán también huye de determinados estereotipos que no tendrían buen encaje con los objetivos marcados y recaerá en la figura de emprendedores consagrados, inversores o expertos en el ecosistema emprendedor. “Así todo fluye mejor, potenciamos la visión práctica y la cercanía” apunta el coordinador de Citizen Bootcamp.
Además, estos tutores aportan contactos de utilidad para el día a día de los alumnos y Deusto Business School organiza una serie de eventos para conectar a los integrantes de Citizen Bootcam con otros alumnos de la escuela, directivos con experiencia y un perfil más senior, así como con otras organizaciones emprendedoras. Iván Soto recuerda que, aunque la formación como tal se extiende entre noviembre y junio, hasta el mes de septiembre los alumnos podrán seguir utilizando el espacio de coworking, recibir tutorías de mentores y serán invitados a eventos. “Y después nunca rompemos del todo el contacto, sino que les consideramos alumni de pleno derecho”.
UN PROGRAMA EXIGENTE
Según Paco Bree, los participantes, “que vienen con una motivación altísima”, entienden desde el principio “que van a trabajar de manera colaborativa y que conectarse con ecosistemas de innovación es fundamental para prosperar. No son perfiles de ir a clase y después a su casa, sino que siguen conectados y haciendo cosas por su cuenta”. Iván Soto ratifica la postura de Bree. “No nos interesan aquellos que sólo buscan obtener un título. Buscamos ideas y proyectos, y unas capacidades alineadas con lo que implica su ejecución. Nuestro objetivo no es tener muchos graduados, sino que crezcan gracias al programa”.
El margen de mejora con el que los emprendedores llegan al aula es amplio. Para Iván Soto, las principales carencias están relacionadas con la exposición publica de su proyecto. “Tienen problemas para elaborar un discurso coherente, completo y ajustado al perfil y al poco tiempo que suelen tener sus interlocutores, ya sean posibles inversores o socios industriales” por lo que les ayudan a desarrollar esa oratoria. En la escuela de negocios también han detectado que en muchos casos, estos alumnos albergan una idea equivocada del concepto de innovación. “Frente a lo positivo de un pensamiento global, ellos la entienden como necesariamente tecnológica, y no es así”, argumenta Soto.
“No hay que olvidar que el inicio de un proyecto de emprendimiento es de una gran complejidad”, añade Paco Bree. “En el arranque reina la confusión porque no ha sido posible confirmar hipótesis pero, poco a poco, logran enfocar su propuesta de valor hacia un cliente objetivo”. El propio proceso de aprendizaje puede hacer que la idea inicial mute hacia algo muy distinto o incluso hacia otro negocio “normalmente como consecuencia de entender que hay que empezar a pensar en términos de creatividad y tecnología”.
En una evolución en la que hemos pasado de la venta del producto tangible a la de servicios tecnológicos, los modelos de negocio han ganado en complejidad, Iván Soto concluye que es patente que hay “muchas ganas de emprender pero poco conocimiento práctico sobre cómo llevarlo a cabo”. Admite que no falta talento pero que, por lo general, los alumnos arrastran “carencias formativas importantes, incluso los que proceden de ADE o Económicas, sobre cómo orientar un negocio en un contexto distinto en el que el emprendimiento se beneficia de nuevas metodologías”. Una problemática que hace, más necesario que nunca, que negocio y formación se den la mano en una fase más temprana. Es ahí donde instituciones como Deusto Business School tienen un papel importante que jugar.