`Innovar en la intersección de ideas, conceptos y culturas’, ensalzar cómo disciplinas dispares tienen elementos en común que potencian las organizaciones con nuevas capacidades. Una versión Siglo XXI del Efecto Médici ha llegado para ganar enteros de forma progresiva.
Analizar la multidisciplinariedad en un contexto cambiante fue el objetivo del primer ‘Desayuno de Innovación’; una iniciativa promovida por Deusto Business School (DBS) e Innovaspain, asociada al Master en Business Innovation (MBI) impartido por Deusto. Una iniciativa que nace con el objetivo de debatir sobre los últimos retos y tendencias en el proceso innovador.
El director de cine Rodrigo Cortés, la artista Coco Dávez (nombre artístico de Valeria Palmeiro) y Fernando Riaño, Director de RSC, Comunicación y Relaciones Institucionales de ILUNION protagonizaron el encuentro. Una conversación moderada por Francisco González Bree, profesor de DBS y también artista, quién lanzó una primera pregunta relacionada con las razones que se esconden detrás de la irrupción de distintas geografías promotoras de innovación a lo largo de la Historia.
Lugares como la Florencia de los Médici, pero también Atenas, Edimburgo o Silicon Valley. Rodrigo Cortés afirmó desconfiar de las interpretaciones a posteriori “muchas veces elaboramos racionalizaciones de lo que creemos que allí sucedió o hacemos intentos desesperados de explicar lo inexplicable”. Más que eclosiones geográficas, el cineasta prefiere hablar de capitales como sumideros “donde todo el mundo va a desaguar” como demuestra que la mayoría de los grandes artistas de Florencia no fueran originarios de la ciudad. “Leonardo no es explicable por los Médici; es un extraterrestre, un rara avis”.
Cortés no se define como polímata pero sí se considera inquieto, y percibe, al igual que González Bree, que la tendencia a la sobre especialización es relativamente reciente, ya que siempre había prevalecido la multidisciplinariedad. El director de ‘Buried’ y ‘Luces Rojas’, señala que esta combinación de habilidades es más habitual en las ciencias que en las letras. “Abunda el matemático que además escribe bien pero no el literato que sabe de números”.
En su caso particular, desde niño le interesaron la pintura, la escritura o la música “y, de algún modo, el cine acaba por englobar todas esas inquietudes, que no son parte de un plan ni de una estrategia abstracta intelectual para dirigirse al éxito porque no hay un camino que lleve hasta allí”. En cuanto a cómo estos argumentos casan con el Hollywood actual –“más que un lugar, un concepto”- Cortés ha explicado que su forma de entender el cine –“la expresión de una voz individual”- lo tiene cada vez más complicado en “un lugar progresivamente hostil para la creación personal, aunque en todo muro siempre hay una grieta”.
Creatividad para localizar esos resquicios de aire puro, procesos ligados a la innovación en todas sus vertientes donde recorrer el camino es parte esencial de la configuración del artista. Coco Dávez ha confesado ser una mala estudiante, que tras “repetir un curso tras otro”, decidió “salir de un sistema que le aburría”. Tampoco se veía en la facultad de Bellas Artes. Tocó muchos palos –fotografía, pintura…- pero no disfrutaba con el proceso “lo sufría en exceso”. Así que decidió crear su propio método, y ponerse límites a la par que atravesaba varias crisis, definidas por al artista como “lo mejor que te puede pasar si escuchas sus avisos”.
En el ritmo acelerado de estos tiempos “todos somos polímatas” según Dávez, que, defensora de las redes sociales -“los mecenas del momento para llegar al público en tiempo real”- aboga, al igual que en la línea expuesta por González Bree, por la mezcla de artistas y otros perfiles en las organizaciones para que de esa convivencia surjan innovaciones, por contagio o por la involucración directa del artista en el desarrollo de productos y servicios. “Salir de la zona de confort te hace estar más despierto y puedes ver a través de diferentes ojos”.
Y sin abandonar la empresa, con los focos alumbrando el debate Humanismo vs Máquina, González Bree ha recordado como el Foro Económico Mundial invita a que los nuevos profesionales reúnan tres condiciones innegociables: creatividad, pensamiento crítico y capacidad para resolver problemas complejos. En conexión con esto, Fernando Riaño ha señalado que “las organizaciones serán mucho más sociales, o no serán; y el liderazgo será socialmente responsable, o tampoco será”. El directivo recuerda cómo la ONCE ha innovado derribando barreras “arquitectónicas y mentales” con la misión de “darle la vuelta a la discapacidad y convertirla en capacidades”.
Riaño cuenta con una postura concreta respecto al valor de la tecnología. “Innovamos e investigamos para mejorar la vida de todas las personas. Una ciudad no será inteligente si no es accesible para todos, lo mismo ocurre con el entorno de trabajo. La rentabilidad no sólo puede ser económica; sigo echando en falta más emoción, la hemos olvidado durante demasiado tiempo”. El responsable de ILUNIÓN ha coincidido en poner en primera fila el papel que están llamados a jugar los equipos multidisciplinares y diversos para avanzar con paso más firme.
Lo relativo del éxito y la fortaleza del fracaso
“El éxito, en el mundo del arte y en el de la empresa, es algo que sucede, pocas veces se logra buscándolo”. Rodrigo Cortés explica que, en su caso, una “rareza” llamada ‘Buried’, destinada a no funcionar, lo hizo, y le colocó en el mapa. Con ‘Luces Rojas’ fue distinto. “Ya no era alguien al otro lado de la loma”, ha expuesto Cortés. Un primer pase en Sundance generó una corriente negativa hacia la película que resultó imparable aunque en las siguientes proyecciones del film dentro del festival ocurriera todo lo contrario.
“Tras una obra singular, la siguiente tiene todas las papeletas de ser considerada un fracaso”, añade el director. “En el éxito no hay lecciones. Sólo cuando tienes que bregar aprendes cosas sobre ti, sobre el mundo y no necesariamente sobre lo que haces bien o mal, aunque más te vale saber cuál es tu centro y para qué y por qué haces las cosas porque afuera siempre soplará el viento”.
Aprender y “desaprender”. Tratar de sortear los obstáculos. Fernando Riaño, con discapacidad visual severa, decidió opositar a la carrera judicial pese a la negativa del tribunal de incidencias. “Les agradecí aquellos consejos paternalistas pero seguí adelante con mi idea. A lo largo de estos años también me ha ayudado la práctica del deporte, incluso para “deportivizar” la empresa. Conviene no olvidar que los mejores aprendizajes nacen de momentos sostenibles en el tiempo”.
Al igual que Cortés y Riaño, Coco Dávez opina que el fracaso y el éxito son relativos. “Desde 2010 todo ha ido muy rápido. Vivía en Londres y de lo que me gustaba, pero una mañana no podía parar de llorar. Había que frenar. Volví a Madrid en 2012 y el territorio del artista era casi más hostil que cuando me fui. Estuve dos años sirviendo copas en el Mercado de San Miguel, un trabajo mecánico, pero amaba tanto lo que hacía antes que pensé que lo más inteligente era dejarlo un tiempo”.
Dávez añade que cuando se permitió “estar mal” empezó a aceptar las crisis con naturalidad. La artista, poco a poco, volvió a hacer lo que le gustaba, “lo que me divertía y me emocionaba”. Así surge Faceless, una de sus colecciones más reconocibles. “Regresé a los pinceles, a los colores primarios, a mancharme… y mientras trabajaba en un retrato de Patty Smith, desastroso, rellené su cara a base de brochazos y ahí se encendió la bombilla”.
Futuro
Aunque según Cortés la complejidad de la industria del cine provoca que “el estado natural de una película sea no existir”, merece la pena seguir adelante sin perder de vista que por mucho que tratemos de anticiparnos poco podemos hacer ante determinadas cosas. “Si estamos en crisis o cambian las reglas del juego, ese es el tablero, así que no perdamos el tiempo en discutirlo, sino en hacer la mejor jugada. Lo importante no es lo que nos pasa, sino lo que hacemos con lo que nos pasa”.
Coco Dávez, que acaba de publicar su primer libro, buscar ahora la manera de encajar todo lo que le apasiona. “¿Por qué no crear una colección de arte o una guía de viajes ilustrada? Introducir en tu día a día nuevos objetivos te mantiene alerta. Las metas generan filtros y centran la atención”.
Ambos artistas huyen de la confusión entre libertad y creatividad. “Con cortapisas, el cerebro comienza a funcionar”, ha señalado Cortés, que ejemplifica este argumento con la sutiliza y el ingenio con la que algunos cineastas se expresaron durante la censura franquista. El director de ‘Blackwood’ añade que sentir miedo ante un proyecto o la fecha de entrega son otras dos ayudas para empujar a la creatividad.
“Me aterra cuando un cliente me dice que tengo libertad absoluta”, apunta Coco Dávez, que insiste en lo saludable que es ponerle límites . “Cuando trabajo es lo primero que hago, aunque sean límites divertidos”. Echando la vista atrás, la artista recuerda que en su caso uno de los factores que “más me puso las pilas” fue precisamente no tener todos los medios a su alcance. A la fuerza ahorcan…