Las listas de espera para una consulta básica en un servicio de oftalmología tienden a demorarse entre 9 y 12 meses. Desde la pandemia del COVID-19, este colapso se ha incrementado. La irrupción del virus paralizó toda consulta no esencial, y seguimos pagando aquel parón. A esto hay que sumar el envejecimiento poblacional, con el lógico incremento de los problemas visuales.
El servicio DORIA, acrónimo de Diagnóstico Oftalmológico Robotizado por Inteligencia Artificial, ha llegado a España para solventar esta problemática. Se trata de una máquina capaz de hacer 100 mediciones objetivas y detectar más de 20 patologías oculares en apenas 6-8 minutos. Todo de manera cómoda para el paciente, en un mismo espacio y sin necesidad de dilatar la pupila.
Como explica a Innovaspain Alfonso Camino, director de Operaciones de DORIA, la máquina permite hacer un cribado y ayudar a determinar (la última palabra la tiene siempre un profesional de la oftalmología) ágilmente qué pacientes son dados de alta con un seguimiento pautado, cuáles se redirigen al ambulatorio y quiénes sufren en efecto una patología y son distribuidos entre las diversas especialidades del servicio. “Los tiempos de espera son reducidos de manera drástica”, añade Camino.
Ver la oportunidad
El proyecto surgió hace un año, a raíz de estudiar un desarrollo inicial de robotización y automatización de la empresa fanco-suiza MIKAJAKI. “Ellos habían puesto el foco en la refroactiva; en personas con miopía, hipermetropía o astigmatismo con la intención de pasar por el quirófano. Nosotros vimos una oportunidad de ir más lejos llevando a cabo grandes cribados en los sistemas de salud españoles”.
Sobre el MIKAJAKi 'original' acometieron la implementación de DORIA y su batería de pruebas con IA. “De algún modo, cerrábamos el círculo”, indica Alfonso Camino. Comenzaron a contactar con los profesionales de la oftalmología en los grandes hospitales y centros de especialidades, núcleos del problema de las listas de espera. Aunque despertaron pronto el interés de muchos de ellos, fue el Dr. Félix Armadá-Maresca, jefe del Servicio de Oftalmología del Hospital La Paz de Madrid, quien decidió dar un paso adelante. “Vio la utilidad y aplicabilidad de este modelo de acción”. Y en La Paz echaron a andar. Allí, de manera paulatina, han atendido a más de 3.200 pacientes en un año.
“Es un cambio de paradigma en el servicio”, apunta Camino, “y como tal, no se implementa de un día para otro”. Los pacientes llegan a DORIA derivados de su médico de familia. Tras las pruebas pertinentes -coordinadas por un optometrista- la máquina hace un prediagnóstico y establece unas recomendaciones. “El informe final es redactado por un oftalmólogo independiente, no vinculado al hospital o centro en cuestión para evitar el conflicto de intereses. Por ley, la máquina no puede diagnosticar”.
Buenas perspectivas
A lo largo de los últimos meses, en la empresa han estado ocupados con cuestiones relativas a la implementación de DORIA en los sistemas internos de los hospitales con los que ya colaboran. “Entran en escena los equipos de IT y digital, administración, citaciones, especialidades…” Después de depurar e incrementar la eficacia del sistema, más estable y sólido, van a comenzar su primer megaproyecto. Será en La Paz, donde 14.000 pacientes pasarán por las ‘manos’ de DORIA. El servicio también tiene presencia en el Hospital General de Alicante, el Virgen del Rocío de Sevilla o el Hospital Universitario Fundación Alcorcón.
El problema al que se enfrenta ahora el proyecto no es la demanda que, según Alfonso Camino, no deja de crecer, y que procede de todas las Comunidades Autónomas. “Es una suerte, pero nuestra capacidad de producción de la maquinaria es limitada. En ese sentido, DORIA necesita recursos financieros importantes”. Otro punto positivo estriba en el aperturismo que se han encontrado entre los profesionales de la oftalmología a la hora de incorporar nuevas soluciones tecnológicas a su día a día.