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Pablo Morales

Dotar de ética a la inteligencia artificial: el futuro de los almacenes logísticos

Por Pablo Morales, Sales manager Generix España

La inteligencia artificial y su gran capacidad para analizar grandes volúmenes de datos está abriendo nuevos caminos para las empresas. Gracias a ella, en el futuro alcanzaremos nuevos niveles de productividad, ahorro de recursos e identificación de riesgos. De hecho, esta tecnología tendrá cada vez una mayor implicación en más departamentos como logística, RRHH, financiero o IT. Sin embargo, sus múltiples aplicaciones y su irrupción generalizada en las compañías están avivando algunos debates sobre la utilización poco ética de esta herramienta.

¿Imaginas un futuro donde la IA sea la que se encargue completamente de la selección de nuevo personal? ¿Cómo asegurar que no haya discriminación aprendida en los procesos? Otra incógnita es si podremos confiar todas nuestras operaciones, sin supervisión humana, a una inteligencia que no puede hacerse cargo de sus propios errores. Estas cuestiones y muchas más componen la discusión sobre si lograremos crear una tecnología que sea justa y segura en un mundo que previsiblemente quedará dominado por ella.

En 2021, la UNESCO lanzó su Recomendación sobre la ética de la inteligencia artificial, el primer marco normativo universal que versa sobre el uso responsable de la IA para garantizar el bienestar de las personas y del medio ambiente en el futuro. Ya ha habido varias empresas tecnológicas, entre ellas Microsoft y Telefónica, que se han comprometido a garantizar los derechos humanos en el desarrollo, venta y uso de la IA.

¿Cómo se enseña a la tecnología a distinguir entre lo que está bien y mal? ¿dónde se traza el límite? Y más importante, ¿quién lo hará? El mero hecho de que haya que programar a la inteligencia con códigos de conducta ya deja entrever que a día de hoy no es posible dotarla de moral, puesto que nunca será consciente de si obra adecuadamente fuera de lo que indique la información que corre por su software. 

Aun así, existen vías de desarrollo de la IA que estudian brindar a la tecnología de “razonamiento ético”, con el fin de que hasta los algoritmos ofrezcan un servicio y unos resultados que mejoren el entorno laboral, evitando la discriminación o los perjuicios a los empleados. Para ello, han de existir unos principios morales y directrices que gobiernen el uso y el desarrollo de sistemas de inteligencia artificial, establecidos por consenso mundial. Estas normas han de asegurar que la tecnología se desarrolle y utilice de manera responsable, evitando un aprendizaje automático “corrupto” como resultado del contacto con humanos.

La ética no solo tendrá que regir el comportamiento y el uso de la IA, sino también la gestión y obtención de los datos con los que trabaja. Los datos ya son considerados un bien valioso de las empresas, pasando a constituir un producto más (Data as a Product). Los algoritmos de la IA se alimentan de información, por lo que tanto la cuantía como la calidad de esta será imprescindible para garantizar su buen funcionamiento y la fiabilidad de sus respuestas.

En el caso de las compañías logísticas, no solo hablamos de datos relativos al rendimiento. Si las empresas desean estar preparadas ante los picos de la demanda, deberán contar con información relacionada con datos externos. Esta puede abarcar información privada que va desde el historial de ventas de los usuarios, hasta información sobre los ingresos de los clientes y su situación económica. Aquí surge el dilema de la protección de toda la información sensible a la que se recurre para mejorar la competitividad de estos sistemas inteligentes, pero que corre el riesgo de quedar expuesta en caso de un ciberataque. Por ello, será imprescindible invertir más esfuerzos que nunca en ciberseguridad y establecer unos límites claros sobre qué datos pueden alimentar a la IA y a cuáles restringiremos su acceso para salvaguardar su protección.

En muchos de los campos que hoy están experimentando una gran transformación digital, como el sector de la logística, crecerá progresivamente la presencia de los directores de ética, una profesión dedicada a la supervisión de las operaciones, incluido el uso de la IA, para garantizar el cumplimiento de las obligaciones legales y evitar que la conducta de los trabajadores sea contraria a las políticas internas.

Por el momento, sólo el 9,6% de las empresas de logística y transporte de España utiliza la IA, según los datos de UNO (Organización Empresarial de Logística y Transporte de España). No obstante, las sinergias de la inteligencia artificial con los sistemas de gestión de recursos en almacén están llevando a un nuevo nivel la productividad. De esta forma, los jefes de los centros logísticos consiguen una mejor visibilidad diaria de sus procesos, con una mayor eficiencia en el uso de sus recursos y en la asignación de tareas a sus equipos de profesionales de acuerdo a sus necesidades, rendimiento y cargas de trabajo.

Existe la teoría de que con la IA se producirá una “reconversión de los empleos”, donde los trabajadores ya no se definirán por su puesto sino por dominar una o varias habilidades que podrán ser trasladables a diferentes departamentos. Asimismo, se fomentará la asignación de responsabilidades y tareas de mayor valor añadido, mientras la automatización y la IA se encargan de las tareas más mecánicas o demandantes físicamente.

Avanzamos hacia un futuro donde intentaremos que las máquinas sean más humanas, mientras que las personas buscarán nuevas formas de abarcar el territorio digital y seguir posicionándose como los “amos” de la tecnología. ¿Podremos vivir en un mundo controlado por máquinas sin pensamiento ético ni crítico? Como afirma la científica y catedrática estadounidense Melanie Mitchell, por el momento, tendremos que dejar que los humanos, limitados por su propia moralidad y por las leyes, sean los que ejerzan la jurisdicción sobre las decisiones de la IA.

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