Las mujeres encarceladas en México sufren de discriminación, abusos y condiciones precarias. Esa fue la conclusión de un informe de 2021 de la ONG Equis, dedicada a los derechos de las mujeres en el sistema penal del país norteamericano. En un esfuerzo por garantizar la reinserción social de este colectivo, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) y Tuiio, iniciativa de Inclusión Financiera de Banco Santander, organizaron un taller de educación financiera en la cárcel femenina Santa Martha Acatitla, en el Estado de México, al centro del país.
Martha Orozco Reyes, coordinadora del proyecto “De vuelta a la comunidad”, —que enmarca a la iniciativa— explica por correo electrónico que fueron 30 las mujeres que asistieron al taller piloto y asegura en que una segunda edición el número podría duplicarse. La primera entrega se organizó tras una visita de representantes de Tuiio a la prisión, donde escucharon las necesidades de las mujeres y las autoridades. El diálogo tenía el propósito de “conocer sus impresiones, aspiraciones y necesidades de capacitación”, según Orozco.
Santa Martha Acatitla es una de las pocas cárceles femeninas en el país por lo que, según explica Orozco, era la ideal para poner en marcha el proyecto: Tuiio prioriza el acceso de mujeres a la educación financiera. Por eso, el taller abordó una temática más amplia relacionada con el emprendimiento y el empoderamiento. El conocimiento financiero se incluyó como una herramienta más para conseguir estos objetivos.
De acuerdo con un informe de Equis, de 2018, las principales preocupaciones de las mujeres encarceladas son: no tener trabajo, no poder recuperar a sus hijos —más del 86 % son madres— y sufrir el rechazo de sus familiares y conocidos. El 99 % de las presidiarias en México está entre rejas tras cometer su primer delito. Es por esto que una de las necesidades más importantes de este colectivo es tener herramientas para reinsertarse adecuadamente en la sociedad.
Orozco explica que los talleres complementan otras capacitaciones que las mujeres ya reciben en el centro. La coordinadora asegura que se forman “en diversos oficios o desempeñan actividades económicas de autoempleo con el fin de solventar sus propios gastos” y apoyar a sus familias. Es por esto que las capacitaciones tuvieron un fuerte componente práctico, enfocado a la creación y administración de negocios y las finanzas familiares.
En el primer apartado, las encarceladas revisaron consejos para la creación de emprendimientos, herramientas para administrarlo, habilidades de venta y búsqueda de fondos. En el segundo, aprendieron cómo desarrollar un presupuesto familiar, eliminar fugas de dinero, hacer compras inteligentes. También tuvieron acceso a formación relacionada con el sistema financiero, como el acceso a créditos y el funcionamiento del Buró de Crédito.
Según Equis, la reforma constitucional de 2008 mejoró las condiciones carcelarias en el país cambiando la perspectiva de las penas hacia un período destinado a preparar a las personas para regresar a sus vidas y evitar la reincidencia. Así, muchos centros recibieron presupuesto para programas que busquen garantizar este objetivo. Orozco acentúa la importancia de su programa para complementar los que las cárceles deben tener para garantizar a las personas detenidas una vida después. “Las personas en reclusión son un grupo vulnerable que enfrenta no solo una sentencia al interior del centro penitenciario, también enfrenta el prejuicio de la sociedad y la falta de oportunidades al lograr su libertad”, asegura.
Para la coordinadora de “De vuelta a la comunidad”, tener herramientas para acceder a un trabajo o montar un negocio son claves para que las mujeres puedan darle una vuelta a su vida. “Contribuye a su proceso de reinserción social y las empodera para poder mejorar y cambiar sus realidades, alejándolas de contextos violentos o de carencia”, zanja.