En EducaGames se dedican a convertir una materia siempre denostada por los más pequeños, las matemáticas, en algo que sirve para disfrutar. Lo hacen a través de videojuegos para móviles, dedicándole especial atención a la educación de los niños con productos en el que unen los saltos, los disparos y diferentes mecánicas para, simplemente, enseñar.
De hecho, uno de sus fundadores, Antonio Muñoz, es maestro de profesión. Junto con David Rioja puso en pie una empresa que ya tiene tres juegos en el mercado, con varios millones de descargas, y con un cuarto videojuego en camino. “Hemos barajado entrar en PC, pero no podemos abarcar todo. Hemos encontrado nuestro negocio en este sector, el de los móviles. Sabemos posicionarnos, ya dominamos un poco este mercado y queremos seguir en él”, asegura.
Un mercado en el que estrenaron con Monsters Numbers, una aventura gráfica en la que el pequeño jugador tiene que encontrar unos trozos de una nave espacial que se han perdido en planeta imaginario de monstruos. “Diseñamos una pantalla arcade en el que se puede manejar a una ardilla astronauta que intenta sobrevivir. Es una especie de Super Mario. Además, cada vez que se completa una pantalla del juego hay que empezar otra educativa”. Siempre intentan que los niños pongan su edad al principio, para que mediante un sistema el juego se adapte al nivel de maduración que corresponda. Aun así, y aunque abarque varias edades, la franja que más ha respondido es la comprendida entre los tres y cinco años.
Su estrategia de posicionamiento, basada en palabras clave del sector educativo, les funcionó, y tras entender dónde se encontraba su público objetivo, lanzaron Dino Tim, con un carácter más infantil, que tiene más de un millón de ventas, al igual que el videojuego anterior. Aun así, con este bagaje, no se conformaron, y el pasado marzo presentaron su tercer, y de momento, último proyecto: Buddy School.
“Es el juego más repartido. Es cierto que todos tienen un poquito de historia para que los niños puedan seguir un hilo, al igual que el componente matemático”. Una cuestión que no es casual. Aunque tienen traducidos los tres juegos a 14 lenguas, es más fácil trabajar con los números, un idioma universal en el que casi no hay texto. No obstante, barajan pasarse el género de la electroescritura, para que los más pequeños puedan aprender a escribir en plataformas que no les son desconocidas, ya que los niños que nacen ahora son nativos digitales.
Pero no todo es tan bonito en el sector del videojuego infantil. Para ellos, sacar un nuevo proyecto cada vez es más difícil. “Ahora ya tenemos un poco de esa experiencia, pero es cierto que cada vez vemos más competencia y que se apoya más al publisher grande que al pequeño. Se nota en los recursos para publicidad. Sí, cada vez es más difícil, pero seguiremos luchando”, argumenta.
Su siguiente paso en el mercado será una historia de piratas que, hasta el momento, se adivina como su videojuego más ambicioso, de vista isométrica. Según Muñoz, “será el más grande de los cuatro, aunque de momento no nos planteamos un gran videojuego de años de desarrollo. Nosotros, con seis u ocho meses de producción, intentaremos seguir posicionando el mayor número de aplicaciones que podamos”.