Ekonoke combina la agronomía, la biología, la química y la genética con altas dosis de innovación y tecnología. La idea de la indoor farming, fundada en 2018, es lograr fórmulas de cultivo únicas que hagan de la agricultura de interior una opción viable y sostenible.
La empresa nació con la vocación de rediseñar las cadenas de valor de alimentación, carentes de sostenibilidad y víctimas de la globalización. “Es un sinsentido que los alimentos y los ingredientes viajen miles de kilómetros”, explica a Innovaspain Inés Sagrario, CEO de Ekonoke. “Nosotros proponemos que ese viaje lo emprendan el conocimiento y la tecnología para cultivar allí donde esté el consumidor”.
En estos cuatro años de andadura, la idea inicial ha madurado hacia el modelo B2B. “Estamos centrados en dotar a ciertos cultivos de resiliencia frente al cambio climático desarrollando un expertise inédito en un entorno cien por cien controlado”. La configuración del equipo responde a esta filosofía: una agrónoma, dos químicos, un informático y la propia Inés Sagrario, economista de formación. Para seguir creciendo, recientemente han incorporado un biotecnólogo y una ingeniera electrónica, y pronto se sumará a Ekonoke un especialista en robótica.
Innovación
Este mix de conocimiento científico y tecnología combina IoT, automatización, deep learning y machine learning. La plataforma, configurada a medida, garantiza el control total de los parámetros de cultivo. Permite anticiparse a cualquier deficiencia del mismo o a una plaga; automatiza la mayoría de las tareas y proporciona una previsión de las cosechas semanales.
“La tecnología nos ayuda a obtener información fiable. Extraemos conclusiones que no están basadas en percepciones, sino en datos en tiempo real. Gracias al desarrollo tecnológico aseguramos que el proyecto será escalable; que podremos replicar nuestras instalaciones en cualquier lugar del planeta”, explica la CEO de Ekonoke, que hace unos días participaba en el debate ‘Gastroemprendedores Talks’, celebrado en Madrid Food Innovation Hub.
En este momento, el foco de la actividad de Ekonoke está en el cultivo del lúpulo. La inteligencia artificial se ha convertido en su mejor aliada para cultivar un lúpulo de calidad en interior. Con las hortalizas de hoja, los números no les salían. Estudiaron otros cultivos en riesgo por la emergencia climática, con problemas de abastecimiento actuales, no futuros. El lúpulo les convenció.
Un lúpulo de garantías
Actualmente, el lúpulo es cultivado en pocos lugares del planeta. La razón está en el requerimiento de unas condiciones un tanto especiales: un clima moderado, acceso a mucha agua y días largos en el periodo estival. La producción se concentra mayoritariamente (un 80 % del total) en Alemania y en el noroeste de Estados Unidos. En España, el epicentro del lúpulo está en León, aunque a escala global representa un porcentaje anecdótico.
Pero hay más complejidades que afectan al ingrediente clave de la cerveza. “Cuando coinciden dos eventos climáticos extremos como la sequía y el aumento de temperaturas, la producción del lúpulo se reduce hasta un 30 % por hectárea y su calidad desciende un 60 %. Lo que cuenta en el lúpulo son distintos compuestos químicos (como los alfa-ácidos) que encontramos en su interior. Por ejemplo, un cultivo afectado puede implicar que necesitemos el doble de lúpulo para garantizar el amargor de la cerveza”.
Lo que ofrecen a las cerveceras, su principal cliente, es un cultivo de proximidad resiliente al cambio climático, productivo en todo momento y con la posibilidad de disponer de todas las variedades que demande la empresa. En este momento, están cerrando la fase de investigación. Sus instalaciones son un laboratorio vivo dividido en dos ubicaciones a las afueras de Madrid. Este año, los planes de Ekonoke pasan por poner en marcha una planta piloto en Galicia donde, a finales de 2023, prevén tener un cultivo a escala comercial.
Tendencias y riesgos
Hasta la fecha, Ekonoke ha contado con el apoyo de la aceleradora foodtech Eatable Adventures, Cosecha de Galicia (área de innovación agrícola de la Corporación Hijos de Rivera) y distintos business angels. “A diferencia del consumidor español, al que todavía le cuesta invertir en alimentación sostenible, las empresas empiezan a priorizar estas cuestiones en sus procesos de decisión. Han entendido que lo que sí hace el consumidor es penalizar las opciones no sostenibles”.
En paralelo, y sin salir del entorno corporativo, Inés Sagrario cree que más allá de cuestiones reputacionales o de RSC, la apuesta por las nuevas ideas revestidas de sostenibilidad es un asunto de puro negocio. “El primer aviso de una cadena de suministro demasiado globalizada lo dio la pandemia. Además del drama humano, aún desconocemos los sobrecostes que provocará la invasión de Ucrania. En Ekonoke ofrecemos lúpulo recién cosechado,incluso al lado de las fábricas de cerveza, si así lo quisieran. Les libramos de shocks externos”.
«En el futuro, será económicamente viable cultivar casi cualquier cosa en interior”
Por la parte que les toca, Sagrario admite que, a día de hoy, el talón de Aquiles de empresas como la suya es el coste energético. Pese a ello, en los últimos años, las led que usan en los cultivos han mejorado su eficiencia en un 40 % y el precio se ha reducido un 10 %. “La situación que estamos viviendo”, añade, “aceleran cambios dentro de una transición energética que iba más lenta de lo que necesita el planeta. La locura de Putin lo evidencia aún más. En los próximos años, el uso del petróleo será algo obsoleto ya que el coste de producir con renovables tenderá a cero”.
La empresa tiene algunas investigaciones abiertas de las que Inés Sagrario poco puede desvelar. “Según avancen la ciencia y la tecnología será económicamente viable cultivar casi cualquier cosa en interior”. Para la cofundadora de Ekonoke, foodtech, agrotech y medtech son las tres áreas con mayor potencial de crecimiento en los próximos años. “Los desafíos son brutales. Aunque el sector indoor farming sufre su propio efecto ‘burbuja’, hay mucha gente pensando en cómo resolver retos muy complejos e inversores dispuestos a poner dinero”, concluye.